Es un día caluroso y hace viento. La ventisca sacude con fuerza los árboles y levanta polvo. La calle es solitaria y en la lejanía se pierde un perro café oscuro que camina contoneándose y moviendo la cola por la calle Belisario Domínguez del poblado de San Gregorio Atlapulco en la delegación Xochimilco. Entre la hilera de casas coloridas, cuesta arriba, Tami Haide Escobar toca un portón negro. Un poblador atiende al llamado. Es un hombre de 58 años que sonríe con timidez y habla entrecortado. Entonces la mujer le dice que el motivo de su visita es para explicarle las implicaciones de tener un arma en casa y en caso de poseer una invitarlo a un desarme voluntario que se lleva a cabo en el Centro de Canje organizado y ubicado en la iglesia de San Bernardino.
El hombre escucha atento. Tami le pide que llene una encuesta anónima y él acepta que es dueño de una carabina de caballería, que en realidad no sirve de mucho y que es un recuerdo de su abuelo; su canje no está en discusión ni por asomo. Pero también posee dos armas cortas, bien guardadas en un cajón bajo llave en una de las habitaciones de la casa. Sus hijos ya crecieron y se casaron y en ocasiones lo visitan sus nietos. Reconoce que es peligroso por los niños, pero le da miedo deshacerse de ellas. En el pueblo hay mucho asaltante y a veces está solo en casa. Se siente seguro con la compañía de su revólver calibre 38 y 380.
Tami Haide agradece la atención y el poblador cierra el portón, hace algunas anotaciones en su bitácora y prosigue con la labor. Con esta casa son 40 las viviendas que ya visitó, pero aún faltan las de la siguiente cuadra y las de la calle de atrás. Aunque con el último poblador no hubo mucha suerte, en realidad el programa “Por tu Familia, Desarme Voluntario” del Gobierno del Distrito Federal (GDF) es considerado exitoso por la Secretaría de Desarrollo Social (Sedeso), pues en 57 días se consiguió el canje de 4 mil 198 armas y 2 mil 528 juguetes bélicos en las delegaciones Iztapalapa, Gustavo A. Madero, Tláhuac, Miguel Hidalgo, Venustiano Carranza, Iztacalco, Cuajimalpa y Xochimilco. “Una cantidad que supera por mucho a los resultados obtenidos años atrás”, dice Sergio Falcón, Subsecretario de Participación Ciudadana de la Sedeso, pues entre 2008 y 2010 apenas se canjearon 3 mil 865 armas.
Para Falcón el secreto de la exitosa campaña –que incluso fue replicada en el Estado de México, Aguascalientes y Nuevo León– radica en la estrategia que la Sedeso estableció desde el inicio del programa: trabajar con 700 brigadistas que en grupos de 10 recorren las calles de cada una de las 70 coordinaciones territoriales de Seguridad Pública y Procuración de Justicia del Distrito Federal. Brigadas compuestas por personas como Tami, que ofrecen una explicación personalizada, puerta por puerta, sobre el programa de desarme y el proceso que se debe seguir para canjear un arma.
BRIGADAS Y ESTRATEGIA
La tiendita de la esquina con un pequeño portal techado con lámina de asbesto puede ser el lugar perfecto para en unos minutos organizar una charla sobre el programa de desarme. Sinai Sención, de Participación Ciudadana, le cuenta a un grupo de 15 personas un incidente que ocurrió en su familia con una pistola hace años, cuando se le disparó un tiro a su padre y le dio un rozón en la cara a su hermano.
Todos escuchan atentos, luego viene la invitación al canje de armas en la iglesia del centro de Xochimilco y un joven pregunta sobre el anonimato.
“Ustedes pueden ir tranquilos a dejar su arma. Nadie lo va a molestar ni aprehender en la calle, la policía está enterada del programa. Pueden ir con toda tranquilidad”, explica.
La brigada de desarme en la delegación Xochimilco inició el martes con 250 brigadistas y cuatro días después, ya para finalizar, en el poblado de San Gregorio Atlapulco, la comunidad está más activa.
María del Rocío Chávez Galicia vio llegar temprano al grupo de Participación Ciudadana y para las 10:00 de la mañana congregó en el portal de la tienda de su yerno a 15 vecinos que organizó en el instante para recibir una plática sobre la campaña de desarme.
“Hace unos 20 días llegaron dos asaltantes con armas de fuego, nos asustamos mucho y se llevaron todo lo de la mañana. Eso me motivó para invitar a los vecinos”, dice, mientras Sinai está por concluir su presentación con la realización de una encuesta a los asistentes.
En un día de brigadeo se realizan en promedio cinco reuniones con grupos de personas que la misma comunidad organiza, explica Sinai. “La gente nos ubica en la calle o incluso van a la Unidad Móvil que siempre está en un punto céntrico del pueblo o barrio a donde todos pueden llegar con facilidad y nos piden dar la plática. En 15 minutos se organiza. Ahorita los vecinos trajeron sus sillas a la tiendita y listo”, detalla.
Las brigadas por delegación se planean con dos días de anticipación. Se elige la cantidad de personal dependiendo del grado de marginación de la zona, pues a mayor pobreza más armas, explica, y diariamente inician desde las 9:00 horas con una reunión en la Unidad Móvil donde se entrega a cada brigadista un paquete de encuestas, una bitácora y volantes informativos que reparten casa por casa, calle por calle, hasta concluir alrededor de las 14:00 horas.
“Para cada barrio o pueblo es distinta la estrategia. Depende si el terreno es plano o hay cuestas y las calles son accidentadas. Por ejemplo aquí las compañeras van en dos grupos y están organizadas para se encuentren en un punto y detecten si una ya se tardó demasiado”, explica Juan Carlos Bermejo, responsable de Estrategia Territorial.
Las brigadas están compuestas por 90% personal femenino y 10% masculino. La razón dice Sinai es sencilla: Es más fácil para las mujeres persuadir a los pobladores porque inspiran más confianza. Las puertas se abren con rapidez.
El objetivo principal de las brigadistas es informar sobre el programa y adaptar el discurso dependiendo de la razón principal de la población para contar con un arma en casa. Por ejemplo en Xochimilco se debe más a las tradiciones de sus fiestas religiosas, donde se acostumbra a utilizar cuetes y balazos para festejar a los santos.
Las brigadistas omiten hablar del dinero que se entrega en el Centro de Canje a cambio de las armas, pues esta información sólo compete al personal de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) que decide en base a un tabulador. La labor concluye con la realización de una encuesta, la cual está enfocada a recabar información sobre el programa de desarme.
De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Social del GDF, a la fecha se realizaron 183 mil 942 encuestas. Entre los resultados destaca que 93.3% de los encuestados está de acuerdo con que el Gobierno capitalino impulse una campaña de desarme, mientras que 27.48% acepta que conoce a alguien (familiar o vecino) que posee un arma de fuego en sus hogares.
EL CENTRO DE CANJE
El atrio de la parroquia principal de cada delegación es el punto idóneo para ubicar al Centro de Canje de armas, que además de ser de fácil acceso, inspira confianza a la población, indica Juan Jesús Rico Sánchez, Suboficial de rango del programa Prevención del Delito de la Secretaría de Seguridad Pública del DF.
Los pobladores llegan después de la labor de convencimiento de los brigadistas, como Mariana Polito, que a cambio de una pistola de salva y de los datos de su credencial de elector recibió 400 pesos.
“La verdad me quería deshacer de ella y pues me dieron algo. Tengo sobrinos en casa”, dice.
Pero por una pistola calibre 45 en buen estado, incluso con caja e instructivo original, una mujer se llevó 3 mil 100 pesos, una tableta electrónica y una despensa con valor de 800 pesos.
“Tenemos un tabulador que se clasifica en armas de utilería, desecho, en mal estado, útiles y en buen estado. Por una de diábolos se dan entre 400 y 200 pesos. Por un arma corta entre 600 y 3 mil 100, y por una larga hasta 7 mil. Todo depende del estado en que se encuentre”, detalla Juan Jesús Rico Sánchez.
Del total de las personas que se acercan al Centro de Canje, 70% son mujeres motivadas por conseguir algo de dinero o quitarse un riesgo de encima en casa, explica.
Según los datos recabados por los brigadistas durante sus recorridos en las delegaciones donde se realizó el programa, 33.09% de los encuestados canjearía un arma de fuego por dinero; 30.69% por una laptop; 13.68% por despensas; 6.80% por una tableta; 1.76% por bicicletas; 1.31% por un juguete didáctico; 4.65% por cualquier otra cosa y 5.68% no realizarían el canje bajo ninguna circunstancia.
En el caso de la delegación Xochimilco, en los cuatro días de la campaña se han canjeado 170 armas, de las cuales se seleccionan las que están en mejor estado para exhibirlas temporalmente antes de su destrucción en un museo que planea la Sedena, explica Juan Jesús Rico Sánchez.
En total a través del programa de desarme del DF desde diciembre del año pasado a la fecha se canjeraron 2 mil 882 armas cortas, 907 largas, 285 granadas, una bomba, un cargador, dos proyectiles y 26 mil 314 cartuchos.
A cambio se entregaron 5 millones 448 mil 950 pesos, además de 2 mil 953 despensas, 251 bicicletas, mil 313 tabletas electrónicas, siete laptops y 93 electrodomésticos.
Pero la campaña de canje no sólo está enfocada a los adultos, también va dirigida a los niños. La modalidad infantil del programa se llama “Canje del juguete bélico, por juguete didáctico” y a la par de la mesa de canje de las armas de utilería y las reales se coloca un mesón especial para los niños.
Desde el inicio de la campaña el gobierno capitalino entregó 2 mil 528 juguetes didácticos a 885 niñas y mil 643 niños.
Pequeños como Edwin de siete años, que en compañía de sus padres se presentó al Centro de Canje con un arma larga de juguete que le regaló un primo hace un año en el Día de Reyes.
“Lo hacemos para acabar con la violencia, cambiar la mentalidad de los niños. Nosotros preferimos que se divierta con otro tipo de juguetes”, dice Guadalupe Gil, madre del pequeño.
El Centro de Canje constituye para el GDF el último eslabón de la campaña. La meta de las brigadas se cumple, cuando la población se presenta en el atrio de la iglesia dispuesta a canjear su arma.
RABAJO EN OCASIONES PELIGROSO
Tami Haide no es una novata en el trabajo de campo y en el brigadeo, tiene 12 años en ello y reconoce que en ocasiones la situación se pone difícil. Justo antes de tocar el portón negro de la calle Belisario Domínguez del pueblo de San Gregorio Atlapulco, tocó la puerta de un hombre que la asustó.
–Tengo hasta cinco armas ahí adentro ¿Quieres verlas?. –No es necesario.
–Sonrió ella. –Gracias por su atención.
–Dijo y se fue.
Tami reconoce que el trabajo es arduo y en ocasiones peligroso. Ella sale a las brigadas con sol, lluvia, viento o frío por una paga bajo el régimen de honorarios de entre 5 mil y 8 mil pesos al mes.
“Los brigadistas nos arriesgamos desde una mordida de perro, hasta personas raras que se enojan y te dicen que no te contestan nada y te corren, hasta sustos como el de ahorita”, dice la mujer de 35 años.
Sin embargo, para Tami vale la pena. La jornada en San Gregorio concluyó y de todas las casas que visitó, en la mayoría le abrieron la puerta, los vecinos escucharon atentos –salvo el incidente–, contestaron su encuesta y cinco reconocieron poseer armas de fuego. Sólo falta esperar a la siguiente brigada, la cual aún está por definirse en día y lugar.
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