RABINO MARCELO RITTNER PARA ENLACE JUDÍO
Espero que hayan tenido la oportunidad de celebrar sedarim plenos de significado y contenido, de inspiración y reflexión. Personalmente, me hacen evocar con nostalgia imágenes, sabores y melodías de una bellísima época de mi vida, rodeado con toda la familia, una familia que el tiempo y la distancia redujeron hasta casi desaparecer.
Les confieso que mientras otros comen o rezan, mi pensamiento me lleva a imaginar a mis padres participando en la mesa, disfrutando de “estar” con toda su descendencia. En Bet El, la primer noche tuvimos un seder sensacional, con un ambiente, como dicen los jóvenes, muy “cool”. El segundo lo celebre en casa, con Ruth, los hijos, nietos y algunos amigos queridos. Hasta aquí reportar resulta fácil.
El problema es siempre, “the day after”, los días siguientes al Seder. No tanto por las copas de vino, pero por el lado gastronómico, la comida donde destacan las famosas “Armas de Destrucción Masivas” que consumimos. Como el inocente “guefilte fish”, servido con ese “jrein”, esa raíz fuerte, que nos provoca lágrimas y que cura cualquier nariz tapada… O la Matzá, el castigo que impusieron los egipcios a Israel por escapar de la esclavitud. Se trata de una simple mezcla de harina y agua. Su valor redentor es que te hace sentir lleno, permanece contigo durante mucho tiempo, generalmente demasiado tiempo por lo que se recomienda con ciruelas. Si las ciruelas no funcionan, pruebe con el aceite de ricino. Si aún así no funciona, oi vei, consulte a su doctor.
No quiero parecer como aquellos nostálgicos que declaran que todo tiempo pasado fue mejor, pero, la verdad es que en muchos casos el Seder se ha transformado. Las largas mesas en pequeños hogares se volvieron mesas pequeñas en grandes hoteles en la playa, en lugares de esquiar, en cruceros…
Celebrar juntos Peisaj en familia dejó de ser relevante y me entristece verlo y reconocerlo. Porque dejamos de crear memorias, recuerdos, valores, ideas y compromisos judíos. Porque dividimos familias en lugar de reforzar lazos como lo enseña nuestra tradición. Porque por actitudes egoístas generamos el exilio de hijos y nietos de sus padres y abuelos y viceversa. Y todo esta tristeza, como las gotas de vino al leer las plagas, disminuye mi alegría. El Seder se ha transformado.
El WSJ, publicó un artículo sobre los que navegan en internet, buscando nuevas ideas para el Seder. Por ejemplo comprar ranas vivas para soltarlas en la mesa al leer las plagas. O al leer la plaga de los primogénitos, embadurnan la puerta con Kétchup. ¡Mi bobe se desmayaría!
¡Ni hablar del tema de productos kosher! ¿Recuerdan cuando nos saludábamos deseándonos un “freilajn un size Peisaj”, un Peisaj alegre y lleno de dulzura? Bueno, hoy kosher o glat kosher ya no es suficiente, debe ser “mehadrín” plus y en esa carrera de estricta santidad nos desviamos del sentido del jag. Así el judaísmo se vuelve ritualista pero carente de espiritualidad o ética.
Pero eso es tema de otro día. Por ello creo que un Pesaj reducido a lo ritual, no es el mensaje de la Torá ni la propuesta del Dios de Israel.
El artículo también menciona el fenómeno de las Hagadot alternativas, publicadas en videos y aplicaciones en Iphone. Por ejemplo la “Hagadá para el cordero liberado”, para los vegetarianos. O la “Hagadá de los 30 minutos”, que se explica por su título. O la “Hagadá para judíos y budistas”. Otra es la “Hagadá para la mujer liberada”, por y para ellas. La más reciente de Edgar Bronfman, ex presidente del Congreso Judío Mundial. El nombre de Dios se omite, y es “La energía” que dirigió al pueblo judío.
Insisto que no nos desviemos de la esencia del mensaje y que es memoria y acción. Nuestra obligación de actuar frente a la injusticia “porque fuimos esclavos en Egipto”, nuestra obligación de responder a los necesitados “porque vivíamos necesitados en Egipto”, y de ser amables con el extranjero “porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto”.
Pesaj busca sensibilizarnos con los problemas sociales que nos rodean, esforzarnos en lograr la libertad de tantas formas de esclavitud que hoy siguen vigentes y afligen a niños, mujeres, hombres, familias. Insiste en salir de nuestro propio Mitzraim y dirigirnos como individuos y como pueblo, como comunidad a construir una sociedad justa, receptiva, pluralista, comprometida.
Solamente cuando recordamos que nosotros mismos salimos de Egipto, que descendemos de errantes en busca de una Tierra Prometida, solo entonces el Seder tiene un sentido judío ético espiritual, y no exclusivamente ritualista.
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