El misterio del submarino nazi de las islas Cíes

Durante la fase más sangrienta de la Segunda Guerra Mundial, los temidos submarinos nazis recurrieron clandestinamente a las costas gallegas para intensificar su tenaz batalla por hundir o destruir cualquier buque aliado que desafiara cruzar el Atlántico. Los puertos de Vigo y Ferrol eran vitales para el objetivo de Hitler de aislar y asfixiar a Gran Bretaña y la resistencia en Europa. Los necesitaba como base para mercantes y petroleros alemanes de avituallamiento y abastecimiento de combustible y alimentos para los llamados U-boots, lo que permitía alargar sus cacerías sin cuartel al no tener que regresar a sus bases en Francia o Alemania.

Según documentos oficiales, los sumergibles alemanes establecían contacto con los buques nodriza bien en los propios puertos, con el beneplácito de las autoridades franquistas, o en las rías gracias a embarcaciones de motor que se reunían con ellos en puntos convenidos. Incluso existieron rumores -por otra parte absurdos- que afirmaban que habían llegado a entrar hasta los amarres en Rande, en la ría de Vigo, para cargar wolframio, el preciado material que Berlín necesitaba para mantener su maquinaria de guerra. La primera operación en Galicia se produce el 18 de junio de 1940 cuando el submarino U-43, que hundió 23 barcos durante la contienda, entra en Vigo y se coloca al costado del mercante «Bessel» para recibir 101 toneladas de gasoil durante cuatro largas horas. Dos días después, el U-29 repite la operación, aunque en ese caso sólo puede cargar 35 toneladas.

Para evitar suspicacias, los suministros se trasladan a la noche y, por ejemplo, entre noviembre y diciembre de 1941 distintos submarinos, como los U-574 y U-434, llenan sus bodegas del mismo modo. En el caso de estos dos últimos, su objetivo era prepararlos para destruir un convoy aliado procedente de Gibraltar. Sin embargo, la fortuna no les acompañó. El U-434 resultó gravemente dañado durante el ataque y fue capturado por los británicos, que interrogaron a la tripulación. El secreto quedó al descubierto al reconocer los alemanes que se habían reabastecido en «Bernardo», nombre en clave del puerto vigués. Los servicios de espionaje aliados redoblaron su vigilancia en tierras gallegas, que pronto se convirtieron en un verdadero nido de espías. Las protestas de Londres y Washington obligaron al régimen de Franco a impedir el reabastecimiento en puerto y, por tanto, los buques nodriza alemanes se transformaron para aprovisionar en alta mar pero lo más cerca posible de las rías y costas gallegas.

Pesqueros al rescate

Durante el resto de la guerra mundial, la ampliación del radio de acción de los bombardeos británicos redujo considerablemente la libertad de movimiento de los temidos submarinos nazis, muchos de los cuales fueron hundidos o gravemente averiados. Decenas de supervivientes fueron rescatados por pesqueros gallegos y aquellos sumergibles dañados que pudieron navegar intentaron refugiarse en puertos como el vigués para desembarcar marineros, agentes secretos de la Abwehr o, simplemente, entregarse.

Este es el contexto que marca esta historia. Desde entonces, la fantasía y el sueño de muchos ha sido encontrar restos de esos submarinos nazis. De los hombres que los navegaban y de los tesoros que supuestamente transportaban. Algo que ha permanecido elusivo todos estos años. Hasta ahora… al parecer. Según testigos presenciales, una expedición de expertos y científicos civiles y militares a bordo del buque oceanográfico Ángeles Alvariño descubrió el pasado mes de agosto al sur de las islas Cíes un pecio histórico que «por su relieve y dimensiones» podría tratarse de uno de esos sumergibles alemanes de la Segunda Guerra Mundial. La noticia ha sido recibida, curiosamente, con enorme desdén. Las fuentes oficiales lo desmientes. A pesar de ello, el periodista Alberto Otero, autor de la exclusiva, se reafirma en su completa veracidad. En declaraciones a ABC, Otero reitera que, según fuentes conocedoras del hallazgo -entre ellas testigos presenciales de la travesía-, miembros del Instituto Hidrográfico de la Armada en Cádiz llevan meses analizando y procesando las imágenes sonar captadas durante los rastreos frente a la costa gallega a fin de averiguar la antigüedad del naufragio.

Presionado al respecto, Otero solamente reconoce un desliz que argumenta por la necesidad de proteger su exacta localización para evitar que sea esquilmado por piratas y cazatesoros. «En la noticia mencioné que el pecio se encuentra a 50 millas al sur de las islas Cíes, sumergido a más de 500 metros de profundidad, pero en realidad está en una zona mucho menos profunda, a unos 60 metros y más cerca de la costa… aunque no puedo revelar dónde exactamente. Las autoridades lo saben», agrega el periodista gallego, aficionado submarinista que entre sus logros incluye la localización de los restos del submarino español «General Mola», veterano de nuestra Guerra Civil, cerca de esas mismas islas de la ría de Vigo.

Otero afirma que el Ministerio de Defensa ha clasificado como «secreta» la misión bautizada como «Ofión» y en la que participan la Fundación Estatal para el Fomento del Mar (Fomar); la Real Academia del Mar; el departamento de Navegación de la Escuela Naval Militar de Marín; la Escuela Superior de Ingenieros Navales de Madrid; el Instituto Español de Oceanografía (IEO) y el Instituto Hidrográfico de la Armada en Cádiz, especializado en la interpretación de imágenes y datos subacuáticos. Al parecer, de acuerdo con las mismas fuentes, se prevé que entre septiembre y octubre se divulguen los resultados preliminares de la investigación sobre lo encontrado en aguas gallegas.

Rastreos confirmados

A partir de aquí todos son desmentidos. La Armada afirma que la «información es falsa». El estatal IEO lo define de bonito cuento de aventuras, un «guión de película tipo 007 que está bien pero en otro contexto», y el secretario general de Fomar, Enrique Lechuga, marino ya retirado, declara sin rodeos que es «incierto. No se ha encontrado nada». Sin embargo, en todos estos desmentidos hay algo que no cuadra del todo. El Ministerio de Defensa no se atreve a desmentir la existencia de «Ofión», proyecto supuestamente clasificado como secreto cuyo objetivo es la localización de galeotes o embarcaciones hundidas en aguas profundas; Fomar habla de que la participación de la Armada «no es oficial porque no pertenece al convenio», y el Hidrográfico de Cádiz mantiene silencio sobre la interpretación de los datos obtenidos por el buque oceanográfico Ángeles Alvariño en las rías gallegas.

Por si fuera poco, todos coinciden en que el barco, especialmente dotado con radares y equipos para identificar cualquier objeto en las profundidades marinas, navegó por esas aguas y en esas fechas próximas a las que menciona Otero, quien obtuvo las rutas de los rastreos de fuentes oficiales portuarias. Aun así, se mantienen las discrepancias. El supuesto descubrimiento se habría obtenido durante tres días de navegación que el buque oceanográfico realizó los días 2, 3 y 10 agosto por la ría de Vigo, cerca de las islas Cíes, aprovechando un viaje de pruebas, ya que todavía no había sido entregada oficialmente al IEO. Según Otero, embarcaron dos militares uniformados que, como enigmáticos invitados, permanecieron encerrados en una sala donde se visionan las imágenes captadas por los equipos de rastreo subacuático, y desde la que daban ordenes al puente de mando de las rutas que debían seguirse. El barco se paró en varias ocasiones: una a 20 millas al oeste de Cíes y otra en la bocana sur de la ría de Vigo, entre las Cíes y Baoina. El día 10 volvió a zarpar rumbo suroeste y en un punto situado a 50 millas de estas últimas islas el sonar captó una serie de imágenes sorprendentes: donde la documentación militar apuntaba la posible existencia del pecio del legendario galeón del siglo XVIII Santo Cristo de Maracaibo, ahora las imágenes dibujaban lo que parecía ser un submarino nazi.

Juan Acosta Yepes, jefe del área del Medio Marino del Instituto Español de Oceanografía, asegura que el Alvariño no realizó ninguna prueba de ecosondas ni equipos acústicos los días mencionados (2, 3 y 10 de agosto) porque se encontraba «pertrechándose» en los Astilleros Armón -donde había sido construido-. Sin embargo, asegura que los días 27, 28, 29 y 30 de agosto (hasta las 20.30 horas) se llevó a cabo una campaña de pruebas de equipos acústicos (ecosondas multihaz, sistema sísmico y sonar de barrido lateral), tanto dentro de la ría como en el margen externo, con «la misión principal» -son sus palabras exactas- de comprobar el correcto funcionamiento de los nuevos sistemas. Para ello, embarcaron dos técnicos de la empresa fabricante noruega Simrad que dirigieron las pruebas a diferentes profundidades. Al mismo tiempo, reconoció que se «aprovechó» el viaje para realizar pruebas en unas áreas de la plataforma continental, de 20 a 200 metros de profundidad, en las que, mediante estudios teóricos realizados por Fomar, pudiera encontrarse el galeón Santo Cristo de Maracaibo. Con este objeto, se embarcaron algunos invitados, como Enrique Lechuga, y «miembros de la Armada, interesados en este tema».

Vigo, refugio alemán

A falta de confirmación oficial, lo que sí existe es abundante información que demuestra que aunque Vigo no era una base oficial de submarinos nazis, sí un refugio para sus militares, espías y tripulaciones que, por ejemplo, utilizaban el Colegio Alemán, situado en la actual calle Pi y Margall, como lugar de descanso y tránsito. Por otra parte, está confirmado que varios submarinos nazis se hundieron entre Cíes y La Guardia. Entre ellos, los sumergibles U-566 y U-134, ambos del modelo VIIc de 67,1 metros de eslora y 6,18 de manga, capaces de descender hasta los 200 metros de profundidad.

Si queremos creer a los que sostienen que se habría localizado un sumergible nazi, lo más previsible es que se tratase del U-566, que nada más zarpar de Francia hacia el Mediterráneo en su decimoquinta patrulla, fue avistado el 24 de octubre de 1943 por un bombardero británico Wellington que lanzó seis cargas que le causaron importantes averías que le impidieron sumergirse. Su capitán, Hans Hornkohl, ordenó barrenarlo y la tripulación saltó a varias balsas neumáticas. Posteriormente, los 49 oficiales y marineros fueron rescatados por el pesquero Fina que, irónicamente, los trasladó a Vigo donde fueron entregados al cónsul alemán que, inmediatamente, gestionó su regreso a Francia. Oficialmente, el U-566 se hundió a 41º12’N – 09º 31’W, Quizá pronto sabremos si esta información es exacta o no.

Fuente:abc.es

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