ANA JEROSOLIMSKI
Semanario hebreo. Uruguay
Una piedra, claro está, no es un tanque ni tampoco un F-16. Pero puede matar. Y muchas piedras ya lo han hecho.
Recordamos el tema no porque se señale ahora ningún aniversario especial de la así llamada “intifada de las piedras”- la primera, que estalló en diciembre de 1987 y que puede parecer a la distancia “pacífica” únicamente si se la compara con los atentados terroristas suicidas que caracterizaron a la segunda, con bombas y explosivos en ómnibus, paradas, restaurantes, discotecas y cafés.
Lo traemos a colación ahora porque esta semana un tribunal militar israelí declaró culpable de “asesinato” a un palestino de la zona de Hebrón que hace aproximadamente un año y medio tiró piedras hacia el coche en el que viajaban dos civiles, Asher Palmer de 25 años y su hijo Yonatan de 12 meses, hizo así que el hombre pierda el control de su vehículo, el cual se dio vuelta, muriendo ambos al instante. Cuatro meses después de la tragedia, nació la hija que la pareja estaba esperando. Su madre la cría sin su esposo, que ya no está.
Los incidentes de pedreas, que suelen verse como expresiones de ira popular y de protesta “del pueblo”, puede que sean meras travesuras inconscientes cuando son protagonizados por niños, pero ya no cuando son jóvenes y mayores los responsables. En esos casos, difícilmente pueda pensarse que la intención sea otra que matar o al menos herir.
Pero el tema, claro, no pasa sólo por las intenciones que podemos atribuir a quienes tiran las piedras, sino por los resultados concretos en el terreno.
Hace pocas semanas, una israelí iba en su coche cerca de la ciudad de Ariel en Samaria con sus tres hijas. Un grupo de palestinos estaba lanzando piedras en la dirección contraria, logrando hacer que el conductor del camión al que pegaron pierda el control, saliéndose de su senda y chocando con el auto de la mujer que iba enfrente. La madre y dos de sus hijas sufrieron heridas leves pero la menor, de sólo tres años, aún corre peligro de muerte.
Los ejemplos de gente matada por piedras son numerosos. Varios de los datos, compilados por el Portavoz de las Fuerzas de Defensa de Israel, son ilustrativos.
El 29 de enero de 1983, Esther Ohana, de 21 años, murió cuando una piedra lanzada por un palestino hacia su coche cerca de la aldea Daharía le pegó en la cabeza.Dos semanas después de estar internada en coma, falleció.
El 6 de octubre del 2000, Jean Bachor de 54 años murió a causa de las piedras lanzadas hacia su coche cuando viajaba de Haifa a Rishon Letzion. Las piedras rompieron el vidrio del auto y le pegaron en el pecho. En aquel caso, los árabes eran ciudadanos israelíes de Jiser a –Zarka.
El 7 de mayo del 2001, Kobi Mandell (13) y Yosef Ishran (14), fueron muertos a pedradas en las afueras del asentamiento de Tekoa. Sus cuerpos fueron hallados en una cueva, cubiertos de piedras. Los responsables nunca fueron encontrados.
El 2 de junio del 2001 , Yehuda Haim Shoham (un bebé de 5 meses) murió por las heridas sufridas por piedras con las que fue atacado el coche de sus padres cerca de la aldea Isawiya. La familia estaba en camino de regreso de una visita a parientes en Raanana hacia su casa en el asentamiento de Shilo cuando un palestino tiró una piedra grande hacia el auto, rompiendo el vidrio de adelante e impactando sobre el bebé.
Y el 23 de setiembre del 2011, el caso antes recordado, del padre y su hijo bebé muertos en la zona de Hebrón al volcar su coche por piedras lanzadas hacia ellos.
Según informa el ejército israelí, en lo que va del 2013, hasta hace algunos días, se han registrado 1195 incidentes de pedreas. No se les da la atención debida y pasan a menudo casi sin ser reportados, hasta que muere alguien. Es cuestión de puntería…no de intención.
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