Madonna ya no da conciertos los viernes por la noche. No es que a sus cincuenta y pico de años se canse más, sino que es el comienzo del Shabbat y seguramente está muy ocupada en su casa, prendiendo las velas cuando cae la noche.
—primera de dos partes—
Adondequiera que va, se la ve con un lacito rojo en la muñeca izquierda: eso, según dice, para protegerse del mal de ojo. En el hombro derecho presume un tatuaje con las letras hebreas Lamed, Alef y Vav, y, siempre iconoclasta, le gusta ponerse filacterias —tradicionalmente de uso exclusivamente masculino— en sus videos y conciertos. Ah, sí. Y sus amigos cercanos ya no la conocen como Madonna, sino como Esther.
¿A qué se debe todo esto? La respuesta es sencilla: Madonna ha pasado de ser la chica material a ser la chica Kabbalah. Pero Madonna no es la única. La lista de celebridades que se dicen seguidoras de la Kabbalah ostenta nombres del calibre de Lindsay Lohan, Ashton Kutcher, Demi Moore, Mick Jagger y Lucy Liu, por mencionar sólo algunas.
A todo esto, ¿qué es la Kabbalah? ¿Es acaso un tipo de culto similar a la cienciología que busca publicitarse por medio de las celebridades que lo siguen? ¿De dónde surgió el interés por esta rama del judaísmo que recientemente se ha puesto de moda? Si bien es cierto que lo que muchos conocen como Kabbalah tiene más un aspecto comercial emparentado con lo New Age, esta escuela de pensamiento tiene una historia mucho más compleja y profunda.
LA TRADICIÓN
La Kabbalah está presente en el corazón del idioma hebreo. Si uno visita Israel, se encontrará la palabra kabbalah por doquier, en numerosas situaciones cotidianas: al llegar a un hotel, uno se registra en la kabbalah o recepción; si uno visita el banco, debe consultar las horas de recepción, o kabbalat kahal… En fin, es una palabra que está arraigada en la cotidianidad.
Sin embargo, la Kabbalah de la que estamos hablando, la del contexto religioso, tiene su origen en un punto de suma importancia: la primera línea del tratado talmúdico de Avot, texto de donde se deriva la legitimidad del judaísmo. Según se describe en este tratado: «Moisés recibió [KiBeL] la Torah en el Monte Sinaí y lo transmitió a Josué…».1 Según los estudiosos, lo que Moisés «recibió» en esa ocasión es la Kabbalah —la tradición—, que en este contexto adquirió el significado particular de tradición sagrada de origen divino, basada parcialmente en las escrituras —la ley (halakhah), las reglas éticas, la exposición de versos de la escritura (midrash)—, y en parte transmitida oralmente de generación a generación.
Por extensión, en español cabalístico se entiende como algo misterioso, enigmático o sujeto a interpretación.
Por todo un milenio, éste fue el único significado religioso que tuvo la palabra kabbalah. Pero entre los siglos xii y xiii se añadió una variante, la esotérica. Un grupo de eruditos judíos europeos de la región de Provenza, y posteriormente de España, llegaron a la conclusión de que la lectura de la Torah escrita —es decir, el Pentateuco— era la más sencilla, pero no la verdadera, y que la tradición oral era en realidad una serie de instrucciones para revelar el significado último de la Torah. La Kabbalah se convirtió de este modo en una especie de mapa del significado secreto de la Torah, o, por decirlo de otro modo, el método para leer no sólo lo escrito, sino aquello que está en los espacios en blanco.
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Fuente: Algarabía
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