LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO
El terrorismo a nivel mundial cobró fuerza a raíz de los atentados suicidas del 11 de septiembre de 2001 cometidos por los miembros de la red islamista radical-Yihadista, Al Qaeda, quienes derribaron las torres gemelas del World Trade Center de Nueva York y destruyeron su entorno, además de causar graves daños a las instalaciones del Pentágono en Virginia. En estos dantescos actos de violencia, los terroristas suicidas causaron la muerte de cerca de 3,000 personas, incluyendo 19 de ellos y 6,000 heridos.
Los atentados del 11 de septiembre han sido los de mayor magnitud de la época moderna y fueron el episodio que precedió a la invasión de Afganistán, el 7 de octubre de 2001, por parte de las fuerzas del OTAN y las de la Alianza del Norte, con apoyo de la ONU, ante la negativa del régimen del Talibán, que gobernaba esa nación, de entregar a Osama Bin Laden, fundador de Al Qaeda, organización paramilitar Yidahista que se define como un movimiento de resistencia islámica en el mundo, que opera a través de células terroristas antioccidentales.
Bin Laden, de convicciones musulmanas sunitas, alineó a sus grupos terroristas con los talibanes y en 1998 destruyeron las embajadas estadounidenses en Nairobi, Kenia y la de Darel Salam en Tanzania, provocando 213 víctimas, 11 de ellas mortales, respectivamente.
Asimismo, el 12 de octubre del 2000, Al Qaeda llevó a cabo un ataque suicida contra el buque de guerra de EUA, USSCOLE, en las costas de Yemen, en donde resultaron 17 marineros muertos y 39 heridos. La filosofía del terror de Al Qaeda se vincula con el dogmatismo y fanatismo, que no reconoce la validez de creencias y valores diferentes al que esa organización pregona. Su actitud terrorista se origina en una convicción inflexible de una forma de vida que no permite a terceros expresar sus diferencias. Las convicciones absolutas de Al Qaeda se traducen en pasión y fanatismo que derivan en actos violentos; este fanatismo aprueba el auto sacrificio y la matanza indiscriminada de terceros.
La interpretación rigorista del Islam justifica el uso de la violencia para alcanzar objetivos políticos, el más importante, el establecimiento de rígidos sistemas regidos por los preceptos tradicionales de la Saharia (la ley religiosa del Corán), evitando todas las prácticas originadas en influencia externa no islámicas. En este ámbito, el término fundamentalista se comenzó a usar en los países occidentales para referirse a las características del sistema político que se había establecido en Irán en 1979, después del derrocamiento del Sha Reza Pah Levi, y el inicio de la revolución islámica a través de la cual los clérigos iraníes llevaron un cambio de régimen con el objetivo principal de restablecer una sociedad guiada por los principios y valores islámicos chiitas; en Irán se determinó que las autoridades religiosas serían las encargadas de dirigir a la sociedad y que no existiría una separación entre esfera religiosa y la política.
El fundamentalismo en Irán significó volver a los principios islámicos que habían sido abandonados por el Sha. Igualmente, en los ochentas apareció el término integrista como sinónimo de fundamentalista para retomar las raíces de la primigenia comunidad islámica establecida por el profeta Mahoma en el siglo VII. Volver al pasado, como solución a problemas del presente, quienes utilizan la fuerza para retornar al pasado, se denominan Yihadistas o fundamentalistas islámicos. Así, en las Madrazas (escuelas religiosas) se alecciona a los alumnos para realizar actos terroristas en aras de una Guerra Santa, la Yihad, que han declarado contra los infieles, e incluso contra los musulmanes moderados que no siguen al pie de la letra los principios de la Saharia; de aquí que las acciones de violencia de los radicales dominan hoy día en el escenario de 50 guerras en diferentes países.
En el contexto del fundamentalismo islámico existe una corriente, el Salafismo (pureza) que no acepta la fuerza del terrorismo para el establecimiento de una sociedad islámica. El Islam se ha presentado al mundo como una religión que busca la paz, no obstante, esta visión resulta irrelevante ante la posición radical de esa fe que impone regímenes teológicos que a la menor violación de la Saharia impone a los infractores crueles castigos, entre los que se incluyen la pena de muerte; en este sentido, destaca el carácter misógino de un sinnúmero de reglas contenidas en la Saharia; y en general, en la filosofía del Islam.
El terrorismo de los fundamentalistas islámicos al final de cuentas representa un arma política de su ideología o filosofía religiosa. En este marco, cabe destacar que la mayor parte de los atentados terroristas se registran entre las dos principales corrientes del Islam: chiitas y sunitas, en Irak, Afganistán y Pakistán, principalmente, aunque el Occidente judío y cristiano también es un objetivo de los extremistas; las células Yihadistas de manera creciente siembran la muerte en Occidente; estas causaron los atentados del 11 de marzo del 2004 a cuatro trenes de la red de cercanía de Madrid en los que murieron 191 personas y 200 quedaron heridas; asimismo, atacaron el 5 de julio del 2005 al sistema de transporte público del metro de Londres y la red de autobuses de esa ciudad, con resultado de 56 muertos y 700 heridos Al Qaeda también ha atentado en la Isla de Bali, en Indonesia, donde provocó más de 200 muertos, la mayoría jóvenes australianos y 240 heridos. En Indonesia, nación que alberga el mayor número de musulmanes, 240 millones, la lucha contra el terrorismo alcanzó un punto de inflexión cuando la policía asaltó un campamento de entrenamiento de terroristas; en las montañas de Aceb, en el Norte de Sumatra, zona en la que impera la ley islámica; en el operativo se abatió a 100 sospechosos de terrorismo. En India, en noviembre del 2008, se suscitaron diez atentados coordinados en Bombay y otras ciudades; hubo 188 muertos y cerca de 300 heridos: ¿y qué decir de los ataques patrocinados por Irán a la embajada de Israel en Argentina en marzo de 1992: 29 muertos y 242 heridos y a la Asociación Mutualista Israelita de Argentina en Buenos Aires, en julio de 1994: 85 muertos y 300 heridos.
Igualmente, la violencia terrorista islámica contra Israelí es cotidiana; miles de muertos en 65 años de existencia del Estado. El terrorismo fundamentalista islámico es en el presente la principal amenaza para la paz mundial.
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