ANA JEROZOLIMSKI
¿Qué le desea a Israel en su cumpleaños y para el futuro?”, preguntó el martes por la noche una periodista del Canal 2 de la televisión israelí al Presidente Shimon Peres que le había concedido una entrevista especial por el 65º aniversario de la independencia nacional.
“Que siga siempre renovando, buscando, trabajando”, respondió Peres con su típica energía, aclarando de inmediato: “Si miramos hacia atrás, tenemos mucho de lo que estar satisfechos. Pero cuando se mira hacia adelante… ¡que Dios no permita estar satisfechos!. Tenemos todavía mucho que hacer”.
Las desventajas, en Israel, han servido de motor. Quizás pues, la forma correcta de plantearlas sea que Israel es como es, con todos sus problemas, tanto a pesar de sus dificultades como precisamente debido a ellas.
Por la falta de agua, es un campeón de la desalinización y el riego por goteo que tanta agua ahorra. Por las guerras que le han sido impuestas y por la necesidad de luchar contra el terrorismo, es que su ejército es considerado de los mejores del mundo y sus servicios de rescate y ayuda de emergencia de los de más alto nivel. En los últimos días, médicos en Boston comentaban poco después de las dos explosiones junto a la final de la maratón, que equipos de Israel les habían capacitado tiempo atrás para manejarse debidamente en la eventualidad de una situación de catástrofe que requiera atención simultánea a numerosas víctimas.
Y no menos importante es que por su actitud de vida, Israel comparte su sapiencia y experiencia con los demás. El brazo más largo de Israel no es solamente su capacidad operativa militar inclusive fuera de fronteras (el ejemplo más claro que se recuerda fue el rescate de rehenes israelíes secuestrados en un avión de Air France a Entebbe, Uganda, el 4 de julio de 1976) sino también ese reflejo israelí de saltar casi automáticamente a ofrecer ayuda cuando alguna tragedia golpea fuera de sus fronteras. En Haití lo recuerdan bien. La impresionante ayuda que Israel brindó en el lugar del terremoto, permitió a sus enviados especiales tener seguramente una de las más impactantes experiencias de su vida , cuando la población local rodeó el sofisticado hospital de campaña que habían instalado en el lugar , entonando al unísono y a viva voz”¡Israel, Israel, Israel!”, en señal de agradecimiento.
¿Acaso todas estas buenas cosas significan que el cuadro es perfecto? En absoluto. ¿Qué todo está bien e Israel no tiene algo qué corregir? Para nada. Pero aún con la brusquedad de mucha gente y los malos modales de demasiados, de políticas equivocadas de su distintos gobiernos y de decisiones que enfurecen unas veces a unos y otras a otros , qué lejos está la demonización que hacen los enemigos de Israel, de su esencia misma.
Las numerosas fallas que deben ser corregidas, conviven con hechos nobles y virtudes que por cierto no son obvias en ningún país del mundo, con o sin conflictos de por medio.
Mucho se discute en los últimos años sobre la política a seguir , por ejemplo, en el tema de los infiltrados africanos que entran ilegalmente a Israel desde el Sinaí , en búsqueda de refugio algunos, de trabajo muchos otros. Se ha criticado la falta de la investigación ordenada necesaria para poder determinar quiénes son refugiados que tienen derecho a asilo político -al que Israel estaría obligado, al menos en forma temporaria, por ser firmante de las convenciones correspondientes de las Naciones Unidas-y quiénes sólo buscan empleo , con lo cual Israel no tiene ninguna obligación.
Y al mismo tiempo, junto a los infiltrados que hemos entrevistado en Tel Aviv y que nos cuentan de la problemática de que no tengan permiso ordenado ya que ello les impide trabajar, están todos los que al mismo tiempo reconocen que estarían muertos de no ser por la forma humana con la que los trataron los soldados israelíes al llegar ellos a la frontera tras cruzar el desierto en territorio egipcio.
Y mientras siguen sin resolverse el conflicto con los palestinos, a nadie le parece extraño que pacientes palestinos puedan recibir tratamiento en hospitales israelíes. Y aunque árabes ciudadanos de Israel manifestaron en el día de la Independencia con banderas palestinas diciendo que para ellos la fecha es “nakba” (catástrofe), en las playas de la parte sur de Tel Aviv, aledañas a Iafo, numerosas familias árabes disfrutaban de horas libres y jóvenes musulmanas con la cabeza cubierta se movían libremente, como debe ser, por lo cual estimamos que no temían que nadie las ataque al identificarlas como árabes.
Esto no hace olvidar los casos de ataques de vándalos extremistas a árabes por el solo hecho de ser árabes, que en los últimos tiempos se multiplicaron y encendieron una clara luz roja de alerta. Siguen siendo la excepción y no la regla (lo contrario sería terrible para Israel). Si no fueran una aisladísima excepción, no habríamos visto en la playa de Tel Aviv a esas madres árabes con sus hijos pequeños jugando tranquilamente en la arena o caminando por el hermoso parque frente a la costa, cercadel conocido “Dolfinarium”.
Recientemente, en un informe que analizó diferentes parámetros de vida en los países miembros de la OCDE, quedó claro que Israel es uno de los que mejor lugar ocupa en cuanto a la felicidad de su gente. Y evidentemente, no se refería solamente a los días de celebración nacional.
La primera reacción casi inevitable es de asombro: ¿qué tienen para estar tan contentos?
Desde Irán los califican de “microbios” y “cáncer” y prometen destruirlos , en su frontera norte Hezbolá tiene 65.000 misiles que cuando decida disparará hacia Tel Aviv, en Siria el arsenal químico podría caer en manos de Al Qaeda que ya está operando entre los rebeldes, en Gaza no ha desaparecido ni el régimen de Hamas que allí gobierna ni el arsenal de cohetes que suele ser utilizado contra el sur de Israel ..y en Cisjordania el Presidente palestino Mahmud Abbas aún no decide retomar negociaciones de paz. Como si fuera poco, este miércoles de mañana aterrizaron dos cohetes en la ciudad sureña balnearia de Eilat, que se estima fueron disparados en el vecino Sinaí, territorio egipcio.
Esto, claro, sumado a la carestía de la vida, a los altos precios de vivienda, al reciente anuncio de varias medidas económicas que serán aplicadas en el marco del nuevo presupuesto (aumento del IVA y recortes en varios ministerios que incidirán en el gasto diario del israelí promedio) y a lo gritones y discutidores que son los israelíes ..
Entonces… ¿cómo es que ocupan un lugar tan alto en la felicidad de su población?
La Profesora Zehava Salomon de la Universidad de Tel Aviv ha realizado una investigación sociológica del tema, llegando a la conclusión que es precisamente lo que llama “cultura de conflicto” lo que ha hecho que los israelíes sean conscientes de su potencial destrucción y que tengan una actitud ante la vida que les permite disfrutar a fondo cada experiencia. Nadie se levanta diciendo “hoy será estupendo si sale el sol y me doy un buen paseo ya que siempre existe el riesgo de que me muera”, pero al parecer la sensación de amenaza latente siempre está de fondo.
Eso no sólo hace posible que la gente aprecie las grandes y pequeñas cosas de la vida sino también que empuje con fuerza hacia adelante para que esa vida sea lo más fructífera posible.
De aquí deriva, entre otras cosas, el espíritu emprendedor de Israel.
Pero lo que hay detrás no es solamente el rostro de exitosos empresarios e inteligentes ingenieros de alta tecnología. Lo que hay detrás, más que nada, es un espíritu singular, que caracteriza al Estado de Israel.
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