Los componentes son tan variados que la receta no se puede copiar, confiesa Yifat Alon, la consejera comercial de la Embajada de Israel en España, “pero hay mucho de lo que se puede aprender”, repone.
En su opinión, los factores que han convertido a Israel en el segundo ecosistema start-up a nivel mundial son los esfuerzos de inversión en innovación y emprendimiento; la relación fluida entre la Universidad y el mundo empresarial; y el decidido apoyo del capital privado.”Israel no sufre la crisis económica y eso solo puede tener que ver con nuestro apoyo a la innovación y el emprendimiento”, afirma.
Precisamente el gobierno extremeño se ha fijado en el modelo israelí para impulsar su propio “ecosistema start-up”. “Yo diría que Extremadura y España tienen más similitudes con Israel que con Estados Unidos o Singapur”, sostiene Alon. “Somos mediterráneos, estamos forjados en la cultura del contacto con la gente y somos menos formales”.
Israel, además, ha pasado por periodos parecidos al que atraviesa España en estos momentos. “Nosotros hemos pasado por muchas etapas de recortes y austeridad a lo largo de la historia, pero eso es lo que impulsa la innovación”. Alon cree que precisamente en los momentos difíciles es cuando se debe arriesgar para poder competir: “los momentos difíciles son muy buenos porque todo el mundo siente que tiene que hacer algo diferente. Las empresas tienen más necesidad que nunca de mejorar su competitividad. En los momentos fáciles se ponen menos recursos”.
Los principales expertos israelíes en innovación, start-up, capital riesgo y emprendimiento se reunirán el 23 de abril en Mérida y el 24, en Cáceres, para hablar de un modelo que nació hace 30 años. “El gobierno israelí inició hace tres décadas algunos programas que hoy en día están dando grandes resultados”, afirma Alon. “El principal fue el fondo de fondos, que permitió atraer capital riesgo. Cuando la medida empezó a dar muestras de éxito, el Gobierno decididó vender toda su participación para dejarlo al mercado privado”.
Extremadura ha decidido poner en marcha su propio programa de fomento del emprendimiento. Una iniciativa pública que en Israel nació acompañada del capital privado. “En Israel nunca se crearon iniciativas solo con dinero público”, cuenta. “El dinero privado tiene que creer en el riesgo”. El modelo del país, basado en una fórmula público-privada, evoluciona cada vez más hacia un proyecto privado únicamente. “Una vez que las cosas funcionan bien, el Gobierno tiene que abandonar gradualmente esta clase de programas. Todavía el Gobierno israelí da mucho dinero a las incubadoras y en subvenciones a la innovación, pero la gestión es privada. Son dos cosas diferentes”.
Pero para Alon, la clave no es solo la absoluta involucración del capital privado, sino también el acercamiento entre los mundos de la empresa y la investigación. “Eso significa que mucho de lo que se está haciendo en las universidades se traslada al mercado privado y genera recursos”. Y eso es algo de lo que Extremadura y España sí pueden aprender. “Se podría aumentar la financiación de aquellas universidades que se gestionen mejor”, propone. La lección parece fácil: “Hay que dar más a los mejores. Esta diferenciación es muy importante”.
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