LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO
La proclama original de los judíos de que son el pueblo elegido por Dios, les creó rechazo y hostilidad desde los tiempos bíblicos. Las acciones antijudías cobraron vigor con el surgimiento del cristianismo cuyos principales líderes acusaron a los judíos de haber matado a Jesús; el odio a los judíos subió de intensidad cuando en España la Inquisición o Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición, institución fundada en 1478 por los Reyes Católicos “para mantener la ortodoxia católica en sus reinos”, decidió el 31 de marzo de 1492 la expulsión de los judíos de España.
Ciertamente, a través del Decreto de Alhambra, que promulgaron los Reyes Católicos, se dio a los súbditos judíos un plazo hasta el 31 de julio de ese año para elegir entre aceptar el bautismo o abandonar definitivamente el país, la Inquisición española se abolió hasta 1834, durante el reinado de Isabel II.
Durante 342 años los judíos fueron objeto de escarnio de la Iglesia Católica más allá de las fronteras de España. En los púlpitos de las iglesias cristianas, particularmente la católica, se fomentó el odio a los judíos, el cual como un cáncer maligno perdura hasta nuestros días; no en balde el Papa Juan II en Peregrinación a Jerusalén, insertó un mensaje en el Muro de los Lamentos evocando el perdón de los judíos. Juan Pablo II reconoció el papel de los judíos como mensajeros de Dios y se disculpó “por siglos de intolerancia y conducta atroz” de la Iglesia. Expresó que “estamos apenados profundamente del comportamiento de aquellos que en el curso de la historia han causado sufrimiento a tus hijos, y pedimos tú perdón, queremos comprometernos a una auténtica fraternidad con el pueblo judío”.
El estigma antijudío fue servido en bandeja de plata a los nazis quienes mataron a seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. Las dantescas escenas de exterminio en los campos de concentración europeos no tienen precedente histórico. La judeofobia en el presente, muchas veces disfrazada de antiisraelismo, sigue fluyendo en la sangre de muchos individuos en el mundo. En el fundamentalismo islámico el odio a los judíos alimenta el espíritu de la gente que profesa esta fe manera intolerante y radical.
En este contexto, en Polonia había 3.5 millones de judíos en 1939, alrededor de 10.0% de la población total de ese país en ese año. Sin embargo, sólo entre 40,000 y 100,000 judíos polacos sobrevivieron al Holocausto y poco a poco fueron abandonando esa nación; hoy día la presencia judía se reduce a 2,000 almas, sin embargo, en los jóvenes polacos, que han tenido poco o ningún contacto con los judíos, sobrevive un sentimiento antijudío. En este sentido, la encuesta de abril pasado, que por pedido de la comunidad judía de Varsovia, solicitó al Instituto Homo Homini, entre 1,250 alumnos de 20 colegios secundarios de esa capital, para conocer, sus sentimientos hacia los judíos; sorprendió por sus resultados: 40.0% de los alumnos manifestaron que no quieren tener judíos en sus aulas, y en general, 60.7% expresó que preferiría no tener compañeros judíos. Los resultados son explicables a la luz de que los polacos son profundamente católicos y el gen del antisemitismo se transmite en las iglesias.
En España, de una floreciente comunidad judía de 600,000 almas previo a su expulsión en 1492, hoy día viven entre 25,000 y 40,000 judíos en ese país de casi 50 millones de habitantes; no obstante, el antisemitismo ha estado latente en la cultura de España, ello a pesar de que genéticamente una tercera parte de los habitantes de la Península Ibérica descienden de judíos. En el presente se valora a España como el país más antisemita y antiisraelí de Europa; el antisemitismo es fomentado frecuentemente por los diferentes medios de comunicación y por la numerosa población musulmana que radica en ese país.
El español medio considera al judío como sinónimo de tacaño, de un hereje “que no va a misa”; este es el estereotipo de judío que ha fomentado la derecha católica; empero, también existe el antisemitismo de los que piensan “que Israel controla a EUA y que ambos son dos países que provocan la inestabilidad global. Por lo demás, la nueva izquierda, comparte con la de Francia, la idea de que Israel ha establecido un régimen de Apartheid para los palestinos, a los que frecuentemente se les violan sus derechos.
En general, el antisemitismo, el antiisraelismo, el cuestionamiento a la legitimidad de la existencia de Israel y el negacionismo del Holocausto se han convertido en parte integral de la vida cotidiana de un creciente número de grupos sociales en diferentes países en el mundo. En este sentido, el Informe sobre Prácticas de Derechos Humanos 2012 del Departamento de Estado de EUA, dado a conocer el 19 de abril pasado, constata estos hechos; en particular destaca numerosas declaraciones antisemitas vinculadas con el gobierno de Venezuela y los medios oficiales de comunicación de esa nación, al igual que en Ucrania, en las recientes elecciones, diferentes candidatos de partidos del gobierno y de la oposición utilizaron elementos antisemitas en sus campañas políticas.
La violencia de grupos islámicos fundamentalistas y de la ultraderecha en toda Europa se ha multiplicado, los actos de violencia se han dirigido particularmente contra las personas y propiedades judías. La instigación contra los judíos ha llegado a México a través de crepúsculos estudiantiles apoyados por movimientos islámicos radicales, ligados a terroristas; el riesgo es que estos últimos sigan uniendo esfuerzos con las bandas criminales que operan en la República.
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