¿Qué tienen en común Barbra Streisand y Adolf Hitler? Lo más probable es que nada, pero ambos están relacionados de alguna forma con algunas de las leyes que se pueden apreciar en el comportamiento de los usuarios de Internet.

El carácter global de Internet, unido al anonimato, hace que en ocasiones se salte las leyes de cualquier país (no vamos a entrar ahora en las ventajas y desventajas de esto aunque, desde luego, es estúpido demonizarlo por ello). Sin embargo, hay una serie de leyes, reglas o normas que se cumplen con asombrosa frecuencia. En general, estas leyes de Internet surgieron de la observación del comportamiento de los usuarios y, a pesar de ser anteriores a la era de las redes sociales, son perfectamente aplicables a éstas.

Ley de Godwin

Posiblemente, la más famosa de todas. Enunciada por Michael Godwin, el abogado de la Electronic Frontier Foundation del que toma el nombre, dice que “a medida que una discusión online se hace más larga, la probabilidad de una comparación que involucre a los nazis o a Hitler se aproxima a uno”.

La también conocida como Ley Godwin de analogías nazis nació a principios de los 90 (el propio Godwin cree que fue en 1990), cuando todavía no habían nacido la mayoría de herramientas en las que se puede comprobar su exactitud hoy en día. Pero no sólo está vigente la ley, sino también sus corolarios, como el primero, el corolario de Morgan:

Tan pronto como ocurra esta comparación, alguien comenzará una discusión paralela relacionada con los nazis

Pero probablemente el corolario más sorprendente, por lo acertado, sea el de Van der Leun, que consideraba que “a medida que mejore la conectividad global, la posibilidad de que haya nazis auténticos en Internet se aproxima a uno”. No obstante, otros de estos añadidos no son más que bromas hechas por los compañeros de Godwin.

Mauro Entrialgo, un dibujante de Vitoria, creó una ley similar en su blog Plétora de Piñatas del diario Público. Aunque el Teorema de Hilolargo es menos conocido que la Ley de Godwin, también se puede considerar una de las leyes de Internet, pues se cumple con frecuencia.

Efecto Streisand

En 2003 se publicó una imagen de la mansión de Barbra Streisand en Malibú. El fotógrafo quería denunciar la degradación que sufría la costa, pero a la actriz no le gustó que apareciese su casa, así que trató de hacer que se eliminasen estas fotografías. Esto, como era de esperar, hizo que se hiciesen todavía más famosas y puso nombre a un error que no deja de repetirse.
En la era de Internet no tiene sentido tratar de censurar mediante amenazas, especialmente si la información cuya publicación se quiere evitar es totalmente lícita. Uno de los ejemplos más recientes es el del secuestro de la revista satírica El Jueves por un supuesto delito de injurias o calumnias a la corona.

El juez del Olmo, como Streisand unos años antes, demostró un profundo desconocimiento del funcionamiento de Internet (y del proceso de elaboración de una revista, ya que pidió que se destruyese el molde de la portada). Al ordenar su desaparición de los quioscos logró que la portada se reprodujese constantemente en Internet. Por otro lado, consiguió dar mucha publicidad a la revista, por lo que hubo un gran número de muestras de apoyo que se oponían a lo que consideraban censura.

Como dato curioso, antes de la demanda de Barbra Streisand contra Kenneth Adelman, el fotógrafo que incluyó su mansión en una colección de unas 12.000 fotografías, la imagen de la casa de la actriz se había descargado en seis ocasiones y dos de estas descargas las realizaron los abogados de Sreisand. Un mes después, más de 420.000 personas habían visitado la web donde estaba alojada.

Regla 34

Si existe, hay porno de ello. ¿No te lo crees? Prúebalo. Pero nunca subestimes a Intenet. Ni a la industria de la pornografía, que en 2005 fue capaz de generar entre 13.000 y 14.000 millones de dólares. A pesar de que hoy la cifra ha bajado mucho (principalmente debido a los sitios gratuitos), todavía supera los 5.000 millones.

Pero lo importante no es el dinero que ha aportado la pornografía, sino que gran parte del material con el que se logró se ha almacenado en Internet. Y eso sin contar las aportaciones desinteresadas que se pueden encontrar en sitios como Deviantart.

Obviamente, se trata de una exageración y no hay porno de absolutamente todo, pero sí es cierto que cualquiera puede contribuir a hacer que esto sea realidad. Y, en cualquier caso, ilustra el poder que tuvo esta industria, una de las que más duramente ha criticado la ‘piratería’ en Internet.

En realidad, la regla 34 forma parte de un conjunto de 48 normas aparecidas en la Encyclopedia Dramatica en torno a 2006. La conocida regla 34 es, en realidad, la segunda de la que hay constancia, ya que la primera de todas es “no hables de las reglas 2 a la 33”. También aparece la única excepción aceptada de esta norma (en el puesto 35): “la citación de la regla 34“.

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Doscientos cuarenta y un millones quinientos cuarenta y tres mil novecientos tres. Lo más probable es que este número no te diga nada, pero si haces una búsqueda del mismo en Google Imágenes encontrarás un resultado peculiar y, posiblemente, inesperado.

El motivo por el que esto ocurre no está muy claro, pero parece que todo comenzó en Flickr y que más tarde hubo quien pensó que sería gracioso hacer que al buscar un número aleatorio y sin ningún tipo de relación con el acto fotografiado todos los resultados fuesen de este tipo de imágenes. Lo consiguió.

Fuente: Alt1040