RICARDO ALEMÁN
El pasado jueves aquí dijimos que eran muchas las evidencias que confirman que detrás del vandalismo desatado por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) en Guerrero, Michoacán, Oaxaca y el Distrito Federal, está el partido en formación, Morena; su ideólogo y propietario, Andrés Manuel López Obrador y su gerente y escudero, Martí Batres.
También aseguramos que grupos vinculados a Morena están detrás de la ola violenta desatada desde el 1 de diciembre pasado en el Centro Histórico del Distrito Federal, en escuelas y universidades como la UACM, CCH y asaltos a las rectorías de la UNAM y la UAM: todos ellos llevados a cabo con violencia extrema idéntica y por los mismos grupos financiados por el partido de López Obrador.
Y en medio del insulto y la intolerancia de fanáticos de AMLO, aseguramos que la desestabilización social es el trasfondo político del vandalismo; revuelta artificial que pretende no solo darle vida a Morena, sino convertirse en motor del movimiento político electoral para llegar con vida a julio de 2018. Y para ello AMLO y sus aliados “buscan un muerto”; un mártir en torno al cual construir su “movimiento”.
La furia del lopezobradorismo no se hizo esperar y fueron azuzadas jaurías que, babeantes, lanzaron toda clase de insultos al tiempo que reclamaron “¡pruebas!” como si no fuera suficiente lo que está a la vista de todos. Y no parece suficiente para los ciegos, sordos y desmemoriados.
Por eso recordamos que la mañana del 2 de enero de 2013, luego del acto en donde Martí Batres anunció que el 8 de enero iniciaría la campaña de afiliación a Morena, y que el 7 del mismo mes acudiría al IFE a solicitar el registro como partido político, Teodoro Palomino, líder fundador de la CNTE —y quien acudió al evento—, reveló el tamaño de la mancuerna AMLO-CNTE.
Palomino aseguró que de los 200 mil maestros de la CNTE, por lo menos 40% —unos 80 mil maestros— son desde ese momento “la mayor fuerza organizada de Morena”. No fue todo, dijo que otro 20% desertaría del PRD en los próximos meses y que todo ese universo de 100 mil maestros “trabajan en todo el país” para construir el partido Morena. También dijo que el ex fundador del PRD y líder histórico del magisterio, Jesús Martín del Campo “es el principal enlace entre Morena y la CNTE”.
Pero tampoco ahí terminó la revelación. No, Palomino fue más allá y explicó: “Al interior de la Coordinadora (de la CNTE), en la actualidad la dirigencia principal no está en el PRD; la dirigencia principal de la Coordinadora está con Morena”. Y reiteró: “El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) es ahora la fuerza más influyente en la Coordinadora (la CNTE) y al menos 40% de los maestros de esa organización trabajan en los estados para que la organización de Andrés Manuel se convierta en partido”.
Los que tengan dudas, pueden consultar el diario La Razón del 3 de enero pasado y la página electrónica Aristegui Noticias, de la misma fecha. Pero hay más. Casualmente los maestros de la CNTE que se afiliaron masivamente a Morena son de Guerrero, Michoacán, Oaxaca y el Distrito Federal; los estados en donde la CNTE y sus tentáculos violentos —las normales rurales y algunos grupos vinculados con guerrilleros— han desestabilizado la vida política, económica y social.
¿Pero qué creen? Una perla. Resulta que en el DF, la CNTE es controlada por un viejo líder magisterial, que Junto con Martín del Campo mantiene bajo su puño a los maestros disidentes de la capital del país: el oscuro Elio Ramón Bejarano Martínez, nada menos que hermano del pillo René Bejarano y parte fundamental de la dupla mafiosa Bejarano-Padierna.
Elio Ramón Bejarano Martínez es hermano menor de una numerosa familia de maestros —hijos de un humilde panadero michoacano avecindado en el DF—, todos vinculados al activismo magisterial. Resulta que poco después de la fundación de la CNTE, Elio Bejarano se alzó como líder de la Sección IX de la coordinadora; la del Distrito Federal. Desde entonces tiene una poderosa influencia en el llamado magisterio disidente.
Elio Bejarano colaboró con Elba Esther Gordillo, en alianza con Manuel Camacho y con el salinismo, para derribar a Carlos Jonguitud Barrios, golpe que llevó a la profesora —hoy defenestrada—, al SNTE.
En noviembre de 1999 Elio Bejarano encabezó movilizaciones de la CNTE en el Distrito Federal y lanzó a una turba contra la sede del Senado, en donde los manifestantes causaron daños y secuestraron a senadores, entre otros a la priísta María de los Ángeles Moreno. Bejarano fue enviado a prisión por destruir el original de la carta póstuma de Belisario Domínguez. Vandalismo idéntico al actual.
¿Así o más clara la mano de López Obrador en el vandalismo? Falta saber quién financia el vandalismo magisterial y a los asaltantes de la UNAM. También de eso tenemos las pruebas. Pero en otra entrega. Al tiempo.
Fuente:eluniversalmas.com.mx
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