MÓNICA G. PRIETO
Los líderes libaneses, políticos y religiosos, son grandes aficionados a las campañas mediáticas. Eso podría explicar el particular momento buscado por el salafista Ahmed al Assir, el clérigo suní que incrementa su base social gracias a una mezcla de populismo y ausencia de carisma entre el liderazgo suní, para publicar unas fotos de enorme contenido simbólico.
Horas después de que el secretario general de Hizbulá, Hassan Nasrallah, se dirigiese a sus seguidores en un mensaje televisado en el que prometía seguir defendiendo al régimen sirio con sus hombres y sus armas, el sheikh Assir publicitaba un reciente viaje realizado a Quseir, en la provincia siria de Homs, a donde envía a sus reclutas, voluntarios libaneses que se han alistado para desplazarse a Siria y combatir contra Hizbulá.
Combatientes del Partido de Dios chií libanés luchan en terreno sirio del lado del régimen, pero según su líder lo hacen “a título individual” para defender un grupo de aldeas libanesas situadas del lado sirio de la frontera. La oposición cuestiona que sean iniciativas privadas y acusa a la facción de Nasrallah de defender con las armas a la dictadura.
Según un clérigo chií opuesto a Hizbulá, al menos 138 combatientes chiíes libaneses han muerto en Siria, si bien la cifra es imposible de verificar. En los pasados días, informaciones sobre 30 funerales celebrados en Líbano daban una idea sobre la masiva presencia de combatientes de Nasrallah en Siria. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos ha recalcado que Hizbulá lidera a las fuerzas sirias en la batalla por el control de Quseir, una ciudad que constituye una ruta clave para el régimen de Damasco porque conecta la capital siria con el territorio libanés controlado por su socio chií. Diversos analistas y periodistas cercanos a Hizbulá han revelado que, además de la zona fronteriza, el partido defiende, junto a grupos armados iraquíes, el santuario chií de Sayyeda Zeinab en Damasco.
La obvia participación de Hizbulá en la guerra siria ha actuado como un revulsivo para la comunidad suní libanesa, que se ve reflejada en las muertes de los sirios asesinados por el régimen. Hace tiempo que Siria se convirtió en un conflicto sectario, y el Líbano, un país enormemente dividido por sectas y rencores de guerras pasadas, no es inmune a lo que pasa al otro lado de la frontera.
Tras dos años de silencio, los suníes del Líbano han comenzado a implicarse activamente en la batalla siria, en lo que parece ser una guerra entre libaneses librada en territorio extranjero. En las imágenes difundidas por el grupo de Facebook de Ahmed al Assir, el clérigo aparece atravesando una trinchera armado con un fusil de asalto y también encima de un carro de combate, junto a su hijo Abdel Rahman y varios rebeldes sirios. “He reunido el valor necesario y he ido a combatir a Siria, y me siento honrado de haberlo hecho”, ha declarado al canal LBC.
Si bien las imágenes podrían haberse tomado en cualquier otro lugar, esta periodista puede reconocer entre los acompañantes de Assir a un combatiente destacado en Quseir. En cualquier caso, dada la masiva presencia mediática del clérigo salafista en los medios libaneses su viaje debe haber sido extremadamente corto, por lo cual es improbable que se haya implicado realmente en combates.
Las fotografías refuerzan el llamamiento a la yihad o guerra santa que Ahmed Assir realizó hace algunas semanas, cuando anunció la formación de las Brigadas Libres de Resistencia y que ha llevado a algunos de sus seguidores a alistarse en su mezquita de Sidón con el objetivo de combatir en Siria del lado del Ejército Libre, la denominación que aglutina a los grupos armados que combaten para derrocar a Bashar Assad. Otro sheikh extremista, éste de Tripoli –la ciudad norteña libanesa considerada la capital del salafismo libanés- dio un poderoso discurso en su sermón de hace dos semanas, donde recordaba que “el pueblo de Quseir está siendo masacrado a manos de Hizbulá, por lo que declaramos la yihad para responder a su llamamiento [de ayuda]”. Salem al Rifai –miembro de la Asociación de Académicos Musulmanes e imam de la Mezquita Taqwa- arremetió contra los grupos suníes libaneses que le critican asegurando que sólo busca réditos políticos, y les pidió que denuncien la entrada de Hizbulá en Siria para “asesinar, desplazar y violar a los sirios”.
Además de los llamamientos a la yihad de estos dos religiosos, un grupo armado que se hace llamar Brigadas de los Combatientes de Akkar (provincia norteña del Líbano, suní) ha colgado un vídeo en las redes sociales donde se exige el repliegue de Hizbulá de Siria. “Si el partido del diablo no se retira de los territorios sirios, enviaremos una primera oleada de mártires para proteger a los suníes y nuestros lugares sagrados en Siria y Líbano”.
El ambiente yihadista que se ha instalado en el Líbano empeoró el martes por la noche tras el discurso televisado ofrecido por Hassan Nasrallah, donde elevaba el tono en defensa de Bashar Assad y amenazaba con una intervención total de sus fuerzas en Siria. “Si la situación se vuelve más peligrosa, Estados, movimientos de resistencia y otras fuerzas se verán obligadas a intervenir de forma eficaz en los enfrentamientos sobre el terreno”, aseguró el líder chií en clara referencia a su grupo. “Siria tiene amigos reales en la región y en todo el mundo que no permitirán que el país caiga en las manos de Estados Unidos, Israel o los takfiris”, dijo aludiendo a los extremistas suníes. “No abandonaremos a los libaneses residentes en Quseir que encaran las agresiones de los grupos armados y haremos lo que esté en nuestras manos para ayudarles a sobrevivir”, añadió sobre las aldeas libanesas chiíes esparcidas en los alrededores de Quseir.
En su largo discurso -50 minutos- el secretario general de Hizbulá también hizo una advertencia con cierto tono de provocación dirigida a los “grupos extremistas” destacados en las proximidades de Sayyeda Zeinab, y que según Nasrallah amenazan con destruir el templo. “Si semejante crimen ocurre, traerá graves consecuencias”, aseguró. Un ataque contra un símbolo religioso como Sayyeda Zeinab empeoraría, sin lugar a dudas, el conflicto sectario sirio como ocurrió en Irak tras la voladura de la Gran Mezquita de Samarra, que destapó la peor etapa de la guerra civil en la antigua Mesopotamia.
Fuente:cuartopoder.es
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