No es la primera vez que Obama está en nuestro país. Ya había tenido encuentros con Felipe Calderón, el ahora ex Presidente de México y catedrático de Harvard. Sin embargo, y a pesar de los tradicionales temas de la agenda bilateral (comercio, migración, energía, educación y seguridad), la agenda estaba marcada por la lucha contra el narcotráfico emprendida en el 2006.
En estos momentos, si bien ambas naciones señalan que el tema fundamental de la reunión será el económico, en la importancia estratégica de la relación bilateral debe considerarse el tema migratorio. El debate sobre la llamada Reforma Migratoria se ha intensificado en Estados Unidos y México no puede ser ajeno a la discusión.
Tanto el mandatario Obama, de quien se atribuyó que su reelección dependió del 70% del voto latino, como su homólogo Enrique Peña Nieto, quien pretende ampliar su agenda internacional, tendrán que seguir de cerca la agenda bilateral, sí en términos de la economía, pero también de la mano de obra y de una tercera nación que se está conformando entre el país más poderoso y México.
Esa tercera nación que conforman matrimonios, familias, industrias, economía, lenguaje, música, pintura y artistas que podría desarrollarse mejor.
La reforma migratoria no es para los latinos, mucho menos para los mexicanos, pero hay una proporción mayoritaria de la que los connacionales pueden salir beneficiados en sus trabajos, sus carreras profesionales, su integración familiar, sus vidas en general. Beneficio que, a la vez, llega a México por el intercambio comercial, cultural y hasta económico con los más de 17 mil millones de dólares por remesas que envían a sus familiares y que se consideran la segunda fuente de ingresos del país.
Se dice que hoy en día ya son 33.7 millones de mexicanos en Estados Unidos (más de lo que es la población venezolana en su país o de peruanos en el Perú) y no se ve aún un interlocutor claro para los connacionales. Existen grupos comunitarios, unos fragmentados, otros más consistentes buscando alianzas y otros más de liderazgos nacionales, pero aún así no es algo meramente doméstico. Nos debe importar o al menos deberíamos saber lo que pasa en Estados Unidos, nuestro vecino.
La propuesta sobre la posible Reforma Migratoria todavía tiene un largo trecho en el debate. Fue presentada el pasado 18 de abril por una comisión bipartidista de ocho senadores que establece posible directrices para que unos 11 millones inmigrantes indocumentados que buscan regularizar su situación en el país puedan obtener permisos de trabajo y seguir una serie de pasos para lograr la ciudadanía estadounidense en unos 10 años.
Es cierto, un cambio en la política migratoria del vecino del norte es un tema doméstico, pero los que llegan a Estados Unidos o son mexicanos o son centro y sudamericanos que han cruzado por nuestro país para llegar a cumplir el famoso “Sueño Americano”.
Otros más no logran llegar porque incluso han sido secuestrados, explotados, torturados o asesinados por grupos criminales en México. Ese, que es un problema muy nuestro porque ocurre en nuestro territorio, también debería involucrar a los gobiernos de naciones expulsores de migrantes, así como de los Estados Unidos, pues las medidas que toman unos u otros deben ser integrales y coordinadas.
A la vez, el tema de la seguridad pasa por la frontera entre México y Estados Unidos donde además de pasar bienes comerciales y drogas de manera ilegal, pasan personas sin documentos que al llegar a Estados Unidos son víctimas de patronos que los explotan con la amenaza de la denuncia y la deportación si se quejan de los bajos pagos o de condiciones negativas en el trabajo.
Ahora bien, falta añadir la fuerza de los números. Los inmigrantes mexicanos conforman más del 55% de la población indocumentada en Estados Unidos, que se calcula en unos 11 millones de personas actualmente. Y si hablamos de los 52 millones de latinos que viven en Estados Unidos en general, cerca del 35% son de origen mexicano nacido en México y el 65% restante en Estados Unidos.
De acuerdo con un estudio del Pew Center, después de la década de los 80, el crecimiento en la población mexicana provino principalmente de la emigración desde México. Sin embargo, esa tendencia, se revirtió entre el 2000 y el 2010, período en el que el número de nacimientos superó a la inmigración como principal factor del crecimiento poblacional. Después de los mexicanos, el siguiente grupo de extranjeros está conformado por un total de dos millones de chinos.
Obama en México tocará los temas tradicionales de la agenda con el mandatario Enrique Peña Nieto, pero ya sea por políticas públicas, por solidaridad, por interés o por número, los temas deben ser realmente bilaterales. Compartimos más allá de una geografía o una estrategia contra el tráfico de las drogas, una especie de tercera nación entre los dos países.
Fuente: Sin Embargo
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