Szewach Weiss: «Quizá esté en sus manos que sobreviva la memoria del Holocausto»

Szewach Weiss tenía apenas cuatro años cuando los nazis invadieron Polonia el 1 de septiembre de 1939. Él vivía en la ciudad de Boryslaw (hoy Ucrania), en una zona de alta implantación social y cultural judía. Su familia regentaba una tienda de comestibles y tal que el resto de los judíos del lugar vio cómo su vida se venía abajo con la llegada de los alemanes.

Weiss y parte de su familia consiguieron escapar gracias a la ayuda de algunos vecinos, vivieron en las alcantarillas, se escondieron como pudieron y al finalizar la guerra lograron llegar a Israel, apenas cuatro años antes de que en 1948 se constituyera como estado. Por el camino, como en tantos casos, habían quedado otro buen número de familiares asesinados de una u otra manera por los nazis.

De los seiscientos mil judíos que pusieron las piedras del nuevo Israel, cerca de trescientos cincuenta mil eran judíos polacos como Szewach Weiss. La mitad del primer parlamento del país también estaba formada por ellos, y también judío de origen polaco era Ben Gurion, el padre político de la nueva nación israelí.

Altos cargos

Con el tiempo, Szewach Weiss se convirtió en un reputado político e intelectual israelí, autor de cientos de ensayos, con puestos de altura como ser presidente del parlamento, el Knéset, y también presidente del Instituto de la Memoria del Holocausto (Yad Vashem), además de hombre muy cercano al aseinado Isaac Rabin y a Shimon Peres, adalides de la paz con los palestinos.

Weiss habla emocionadamente del pasado, mientras dibuja sin parar en un cuaderno del hotel. Recuerda y cuenta historias acerca de la vida de los judíos en España (su lugar de residencia más importante hasta 1492), y relata la bella leyenda sobre aquellos exiliados que desde nuestro país viajaron a Polonia en caravanas: «Al paso de una de esas caravanas sonó la voz de Dios y dijo: Po Lan ia, que traducido es aquí descansa Dios y también es prácticamente la palabra Polonia».

Polonia, madre del nuevo Israel

Y explica también la gran presencia de judíos polacos en el nacimiento de Israel: «Polonia está preñada del estado de Israel, en gran medida es su madre». Igualmente recuerda con humor su encuentro con Juan Pablo II en el año 2000: «Fue una experiencia inolvidable, mientras los demás políticos y estadistas hablaban en inglés, el Papa y yo estábamos cotilleando en polaco». Y por supuesto, no se olvida de su hermano del alma, Isaac Rabin: «Antes de ser asesinado, con mi mechero se encendió su último cigarrillo. Guardo ese mechero desde entonces, y cada vez que lo veo se me llenan los ojos de lágrimas. Fue un héroe de la paz».

Era un niño cuando llegaron las siniestras botas de los alemanes marcando el paso de la oca, pero en su corazón, el olvido no ha hecho su ingrata tarea: «Lo recuerdo todo, hasta mi primer amor en el jardín de infancia, una niña preciosa que se llamaba Vela, a la que mataron los nazis. Recuerdo también perfectamente la tienda de comestibles de mi padre, recuerdo los colores de los envoltorios de las chocolatinas, el olor de los perfumes y los dentríficos, las cenas familiares de los viernes, recuerdo a mis abuelos y mis tías que fueron también asesinados. Pero sobrevivimos, porque el ser humano es muy fuerte, y porque además de mucha suerte hubo gente que nos cobijó y nos ayudó a escapar. Fueron nombrados Justos entre las Naciones».

Igualmente, seguía siendo un niño cuando llegó a Israel, casi como un protagonista de aquella película llamada «Éxodo», de Otto Preminger, protagonizada por Paul Newman. «Me sorprendió muchísimo el calor y la falta de árboles, aunque también recuerdo que las naranjas se podía coger directamente del propio naranjo. Y también recuerdo una experiencia muy dolorosa. Al poco de llegar, vi una caravana de árabes que huían, que emigraban, porque pensaban que la vida allí se iba a poner muy difícil para ellos, y pensé también en mi propia historia, en nuestra propio historia, cuando nosotros también deambulábamos así, como ellos».

Luchador por la paz

Szewach Weiss es un veterano luchador por la paz con los palestinos, sin embargo, asegura que «no sé si llegaré a vivir la paz, por lo menos espero que la vean mis hijos. Pero la verdad es que veo que hay peores posibilidades que hace veinte años. Tampoco sabemos cómo acabará la primavera árabe, ni qué pasará en Siria, y presumiblemente Hamás vuelva a ganar las elecciones y seguirán pensando en no reconocer al estado de Israel. Supongo que esta situación no será eterna, pero ahora no soy muy optimista».

Szewach Weiss no ha olvidado, afortunadamente, su memoria del horror, como la de tantos otros, sigue viva. Hora es de preguntarle si cree que Europa es presa de la amnesia con respecto al dantesco Holocausto. «Hoy en día, hay más conocimiento que hace veinte o treinta años. La literatura, la música, el cine… han seguido manteniendo viva la memoria del Holocausto, y quizá lo que hace falta es que todo esto que ahora sabemos se incorpore a la educación. Yo soy hijo del Holocausto y llevo en mi corazón esta memoria para transmitirla. En diez años, no quedará ya ningún superviviente de aquello, no sé qué pasará cuando yo haya muerto, quizá la permanencia de esta memoria esté en vuestras manos, pero de una u otra manera perdurará».

Fuente:abcdesevilla.es

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