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jueves 21 de noviembre de 2024

El perillós pintallavis

Pilar-Rahola

PILAR RAHOLA

Nunca entenderé la patológica obsesión que tienen las religiones con la mujer. No fue menor en los tiempos más salvajes del cristianismo, ni tampoco en las ortodoxias judías y en el islam esta obsesión llega al paroxismo. Pese a que la mujer tiende a un nivel profundo de espiritualidad y su pulsión de creer es intensa, la mayoría de los dioses la han discriminado ferozmente. Será porque la idea de Dios ha sido fabricada por hombres? Debe serlo, no en vano casi todas las divinidades-excepto los matriarcados antiguos-han sido el reflejo de las sociedades misóginas que las crearon.

Y así nos ha ido a lo largo de los siglos. Nietzsche se preguntaba si era el hombre un error de Dios o Dios un error del hombre, y es evidente que la pregunta sigue sin respuesta. Pero sea un el error del otro y viceversa, lo cierto es que en esta ecuación la mujer ha sido el punto y aparte, y relegada secularmente ha conformado el sector social más maltratado por la historia. Sin duda con los niveles de discriminación interactuando sin piedad: raza, pobreza, guerras … Pero siempre detrás y / o bajo el hombre.

A pesar de ello los dioses avanzan con las sociedades de las que son reflejo y es cierto que la mayoría de religiones han ido conciliando los derechos femeninos en el credo atávico, aunque tanto en el cristianismo como en el judaísmo quedan asignaturas por resolver. Esto, sin embargo, no se da en el Islam que, lejos de avanzar hacia la igualdad, ha iniciado un terrible retroceso que, además, concilia la riqueza y el avance tecnológico con la pura esclavitud femenina.

El hecho de que muchos países musulmanes permitan casar niñas de 9 años o garanticen la mutilación genital en los hospitales ya es una metáfora de esta locura. Pero, además, todas las ideologías que nacen a merced del credo islámico remontan a la mujer a la condición feudal, y en las diversas revoluciones que se van produciendo no hay buenas noticias para el sexo femenino.

El último en mover pieza es Turquía, país que de forma lenta y sutil ha iniciado un viaje sin retorno al islamismo. Las noticias llegan a trompicones, algunas más preocupantes y otras más pintorescas, pero todas caminan hacia la segregación, de ahí la preocupación de muchas mujeres turcas que ven peligrar seriamente el gran legado de Atatürk.

El último es la prohibición de que las azafatas de Turkish Airways utilicen pintalabios y esmalte rojos, en línea con el discurso islamista, aunque, de momento, el intento de obligarlas a vestir con faldas hasta los tobillos se ha frenado . Pero tiempo al tiempo, porque el cuerpo de la mujer es una de las dianas contra las que los gurús del dios integrista lanzan sus flechas. Siempre es lo mismo, el dominio de la mujer, su posesión, su anulación y con ella el retraso de las sociedades que las discriminan. Porque detrás de una mujer esclava no hay un dios protector, hay una sociedad enferma.


Fuente:pilarrahola.com

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