MAURICIO MESCHOULAM
Ha sido el Pentágono, y no la Casa Blanca, quien de manera oficial ha culpado al ejército chino por el 90% de los ciberataques a los que diversas empresas, organizaciones y agencias estadounidenses están siendo sujetas. Con ello, se abre un frente adicional en las disputas que las dos superpotencias tienen que resolver en su complejísima relación. Esto no era lo que Obama tenía precisamente planeado. China es quizás actualmente el adversario más importante de Estados Unidos. Sin embargo, en estos momentos su colaboración en diversos temas es absolutamente indispensable. Además, China es el principal acreedor de Estados Unidos, y uno de sus principales socios comerciales. Todo eso hace que la relación Beijing-Washington sea un ejemplo de aquello que Keohane y Nye (1979) llamaban la interdependencia compleja. ¿Cómo debe entonces reaccionar Obama ante la cruda evidencia de la responsabilidad de estos ciberataques?
La ciberguerra
Este tema ya había sido abordado en el blog. Recupero algunas líneas de lo que escribimos en ese entonces:
Un amplísimo reporte de una firma de seguridad cibernética llamada Mandiant, detalla las potenciales ligas del ejército chino con un 90% de ciberataques efectuados en contra de diversas empresas e instituciones estadounidenses que van desde la Coca Cola hasta Lockheed Martin. Entre las organizaciones víctimas hay compañías dedicadas a tecnología, satélites o comunicaciones, así como armamento, plantas químicas, hospitales o universidades. No se trata exclusivamente de robo de información o espionaje, sino de la capacidad de manipular e intervenir en el manejo de infraestructura crítica dentro de Estados Unidos.
Toda esta investigación apunta a una misma ubicación en Shanghai: el edificio de la unidad 61398 del ejército chino. Desde ese sitio opera la denominada “Comment Crew”, o “Grupo de Shanghái”, el responsable del 90% de estos ciberataques.
Sin embargo, debido a que Beijing no reconoce responsabilidad alguna en dichos ataques, la Casa Blanca había elegido mantener la cautela en sus acusaciones para evitar: (a) El riesgo de que se sacara a colación los casos de ciberataques en los que el propio gobierno estadounidense ha sido implicado; y (b) El riesgo de complicar las relaciones con China en un momento sumamente delicado en materia geopolítica.
No obstante lo anterior, también advertí que Obama se vería presionado por parte de las decenas de compañías, organizaciones y agencias que han sido atacadas virtualmente, para hacer que los chinos detengan lo que se está convirtiendo en un tema sumamente sensible.
La decisión de acusar oficialmente a China
La decisión por tanto fue hacer que fuese el Pentágono, no la Casa Blanca, quien acusara al ejército chino de su responsabilidad en los ciberataques. De esa forma, Obama intenta conseguir una puerta de escape -ya veremos si lo logra- para no entrar en un enfrentamiento abierto con Xi-Jinping en este momento tan complicado. ¿Por qué?
EU-China: geopolítica
El diseño de política exterior que ha implementado la administración Obama desde hace algunos años no incluye una confrontación con China. Quizás quien mejor lo ha expresado hasta el momento fue el exsecretario de defensa estadounidense Leon Panetta. Apenas el año pasado, estando en Beijing dijo con claridad que la contención de China no era uno de los objetivos de Washington. La razón no necesariamente es porque en el fondo los Estados Unidos no quisieran contener a Beijing, sino porque en la fase histórica que viven ambas superpotencias, esto muy difícilmente podría lograrse.
China se encuentra en una etapa expansiva, no solo en lo económico (al margen de vaivenes recientes), sino también en lo geopolítico. Ello le ha generado, y probablemente le seguirá generando, choques con varios de sus vecinos. El más importante de estos es el que ha tenido con Tokio a raíz de la disputa por las islas Diaoyu/Senkaku, pero ese no es el único caso. Mientras tanto, Washington está implementando una política de repliegue relativo. Justo por ello, le resulta crucial encontrar en Beijing un espacio de negociación adecuado con el objeto de proteger los intereses de sus aliados, pero intentando que las relaciones con China no se tensen más de la cuenta.
Esto es esencial entre otras cosas, no porque China y sus vecinos necesariamente vayan a protagonizar una guerra próximamente, sino porque al sentirse desprotegidos, los países de la región están detonando una carrera armamentista, muy probablemente sin precedentes y de muy peligrosas consecuencias.
EU-China: Interdependencia
Obama no solo necesita cooperar con China en temas geopolíticos. La relación de estas dos superpotencias se encuentra hoy mucho más entrelazada que en otros momentos de la historia.
El intercambio comercial entre ambas naciones ha crecido alrededor de 5 veces en la última década convirtiendo a China en uno de los principales clientes y proveedores de los Estados Unidos. China es además el acreedor número uno de Washington, lo que produce relaciones de interdependencia que no siempre son bien entendidas. Beijing necesita que Estados Unidos mantenga los niveles necesarios de solvencia para pagar sus compromisos. Asimismo, la bonanza económica estadounidense representa un mercado más amplio para los productos chinos y más inversiones en su territorio. A su vez, el tesoro estadounidense ha utilizado una y otra vez los recursos frescos que llegan de Beijing y no parece tener demasiadas alternativas que seguir emitiendo bonos, incluso sabiendo que un gran número de estos serán adquiridos por el principal rival geopolítico de Washington.
Como vemos, hay muchos temas en el que ambas naciones se necesitan, y para los que requieren una comunicación fluida, además de espacios abiertos para negociar.
Lo complicado es que todo ello no disipa la rivalidad que existe entre las dos superpotencias y la desconfianza que esto produce al interior de los aparatos burocráticos y militares de cada una de ellas.
Es por eso que todos estos temas deben ser tratados con pinzas. Por un lado, Obama está enormemente presionado para mostrar su músculo y detener los ciberataques. Pero por otro lado, el presidente estadounidense hoy necesita como nunca de la colaboración con China. ¿Cómo debe hacer para responder a ambas cosas a la vez?
Por lo pronto evitó que las acusaciones oficiales procedieran de la Casa Blanca y mandó al Pentágono a hacer la tarea sucia. Pero, ¿le funcionará ese truco o estamos frente a una colisión mayor entre Washington y Beijing?
¿Usted qué piensa?
Twitter: @maurimm
Fuente:.eluniversal.com.mx
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