BECKY RUBINSTEIN F.
Para Cornelia Funke “Son los adultos los que tienen que entender mejor la vida”.
Y para entenderla mejor, nos ofrece historias que trascienden por su calidad inigualable; dirigida tanto a niños como a adultos. De ahí su deseo de encontrar palabras para los demás; de ahí sus ansias de que el hombre enseñe a sus hijos a amar.
¿Y quién es Cornelia Funke?, se preguntará más de uno.
Cornelia es alemana, escritora de literatura para niños y jóvenes, nacida en el año de 1958 en Dorsten, Westfalia.
Desde pequeña –se nos dice- gozó de gran creatividad. Apasionada por las estrellas, se soñó astronauta; también piloto y hasta se imaginó entre pieles rojas.
En Hamburgo obtuvo el título en Educación Teórica y por muchos años se dedicó a la ilustración de libros infantiles. Corazón de tinta, libro que nos compete, fue bellamente ilustrado por la autora que se soñó astronauta, piloto y aventurera y quien pronto se convirtió en autora de sus propios textos.
El Señor de los ladrones la catapultó a la fama. Lejos de dormirse en sus laureles escribió El jinete del dragón, Cuando Santa cayó del cielo, así como Trilogía de Tinta de la cual, Corazón de Tinta forma parte. Sus textos han sido traducidos a veinte idiomas.
En el 2005 Cornelia se traslada a Los Ángeles con su familia, donde continúa escribiendo y publicando. Por cierto, algunas de sus obras, como Corazón de Tinta fueron llevados a la pantalla grande (El informador, Cristina Rey, domingo 29 de noviembre de 2009).
¿Y quién es Capricornio, el antagonista de Corazón de Tinta?
Un personaje que hace tartamudear a la tía Meggie –una incansable lectora- quien al inicio de la trama, para nada imaginó el influjo de dicho personaje malévolo en su vida.
Embebida en sus libros, la poco aventurera Meggie, de pronto ve aparecer al más malo de los cuentos, a Capricornio, responsable del caos y la vorágine que pronto atrapará a su sobrino, Mo y a la pequeña Elinor, amante de libros por antonomasia, y a ella misma; caos y vorágine que convirtieron en víctima a la madre de Elinor, a la que creen muerta, y de la que pronto tendrán noticias.
Capricornio , de acuerdo a referencia, ansía escuchar la voz del padre de la niña, seguro de sus habilidades de contador de historias sui géneris, quien logra animar lo inanimado, poseedor de un libro , Corazón de tinta, que el malvado y ambicioso Capricornio desea tener en sus manos para cambiar la historia a su albedrío.
La tía Elinor, sin conocer aún al susodicho Capricornio, con fina ironía, pregunta a qué se dedica ese tal Capricornio cuando no está robando libros o raptando padres, pregunta concreta, pistas al fin sobre el pensar y el sentir de la anciana sobre la malévola personalidad del enemigo, que poco a poco, a través de la trama, se va concretizando
(Funke, Cornelia, Corazón de Tinta, “Y más hacia el sur”, 126)
De Capricornio, nos enteramos a través de Dedo Polvoriento, su compinche, que posee dos cuarteles generales y algunos escondites secundarios, por si en alguna parte el suelo se torna resbaladizo bajo sus pies o algunos de sus hombres, necesita desaparecer durante cierto tiempo. Por lo general pasa los meses cálidos arriba, en el norte, y sólo en octubre viaja al sur (127)
Dedo Polvoriento, por su parte, atiza la curiosidad de la tía, al contar sobre la naturaleza del pueblo de Capricornio: “Las gentes de aquí son supersticiosas, como en todas partes”. Y luego agrega: “La historia más popular afirma que detrás de esa colina de allí mora el diablo en persona.” (140)
Y el diablo es, al parecer, Capricornio quien enseña a robar, a saquear y asesinar a los niños que los hombres de su pueblo secuestran para dichos menesteres diabólicos, pueblo descrito con tintes tenebrosos en cuya plaza “cuatro faroles dibujaban sombras amenazadoras sobre el empedrado.” (147)
Meggie, lectora asidua, basándose en los malos consabidos de los cuentos, reconstruía en su mente al tal Capricornio, paradigma de maldad.
Había intentado imaginárselo cien veces, qué digo mil, invocando para ello la ayuda de todos los personajes malvados que había encontrado en sus lecturas: garfio, de nariz torcida y flaco; Long John Silver, siempre con una sonrisa taimada en los labios; el indio Joe con su cuchillo y su grasiento pelo negro, con quien se había topado en tantas pesadillas /”Misión cumplida”, 149)
Sin embargo, advierte Capricornio, la persona ataviada con una bata roja, era completamente distinta. Era, sin duda alguna, un ser fantasmagórico, adecuado alpueblo que lo vio nacer, crecer y delinquir:
Capricornio era un hombre alto y enjuto, parecía como si hubieran tensado su piel sobre sus huesos. Su tez era pálida como el papel y llevaba el pelo cortado a cepillo. Meggie no habría acertado a decir si era gris o rubio claro.
Cuando Basta abrió la puerta, alzó la cabeza. Sus ojos eran casi tan pálidos como su piel, incoloros y claros como monedas de plata…(150)
Y su voz, nos relata la autora, “impresionaba más que su rostro. Era dura y cavernosa y Meggie lo odió desde que pronunció la primera palabra.” (151)
Y la voz concordaba son sus bajas intenciones, con su hipócrita naturaleza: “Me encanta hacer promesas- grita a Dedo Polvorento- sobre todo las que no puedo cumplir.” (“El traidor traicionado”, 193)
“Tamaña maldad sacaba de quicio a Meggie (193) la conocedora del mal en los libros y cierta de la naturaleza demoníaca del tal taimado personaje. El malo entre los malos: un
demonio hecho y derecho.
No por casualidad Capricornio exclama cuando se ve asediado: ¡Les enseñaremos aquí y ahora lo que significa prender fuego a la morada del diablo! :pueblo maldito que hasta las serpientes evitan. Las paredes de la iglesia están pintadas con sangre y hombres negros, que en realidad son espíritus de muertos y llevan fuego en sus bolsillos, vagan por sus calles. En cuanto te acercas, te disuelves en el aire (“Mala suerte para Elinor”, 511)
Y de Capricornio, el epítome del Mal, nos enteramos que había encargado a un duende o a lo enanos, que son expertos en todo lo que procede del fuego y del humo, que crearan a la Sombra con la ceniza de sus víctimas.(“La Sombra”, 567)
Víctimas que encerraba, martirizaba y asesinaba como en el tiempo cuando reinaba la Inquisición o similares, como el propio Holocausto, fuente de ignominia durante la Segunda Guerra Mundial, que adivinamos en este párrafo: “En el centro de la plaza habían erigido una especie de estrado y frente a él una jaula, quizá para el monstruo que la hija de Lengua de Brujo tenía que traer leyendo en voz alta, o para los prisioneros (“Fuego”, 542)
Capricornio y sus secuaces no dudan en matar en contraposición a Fenoglio, el autor, inventor de la historia y sus personajes, quien se niega a matarlos, a pesar de su bajeza. Fenoglio, el hechicero a ojos de su criatura, le otorga el nombre de Capricornio, sinónimo de demonio. En su nombre lleva la esencia del Mal.
Tal vez así lo prefiguró su creador; tal vez, al otorgarle dicho nombre, le otorgó el poder infinito que ostenta el Señor de los Avernos.
Capricornio, es, sin duda alguna, el macho cabrío, dentro de la imaginería cristiana, según el Diccionario de los símbolos de Jean Chevalier , representación casi siempre de“Satán presidiendo el Sabbat” (224). Es, y cita Chevalier a Grillot de Givry, para quien “es el Mendes del Egipto decadente, combinación de fauno, de sátiro y del egipán, que tiende a convertirse en síntesis definitiva de la antidivinidad.” (224)
Al final, nos advierte la autora, “muere a manos de Sombra, por las palabras de Fenoglio y la voz de Mo” (599).
Muere gracias al poder benéfico de la palabra. Porque el mal, aunque sea de tinta, perece algún día. El fruto del malvado vientre de Mortola, también llamada Urraca – a quien su hijo negaba por su bajo origen- recibe su merecido gracias a las fuerzas del bien representadas por Meggie y Elinor, una jovencita en verdad muy valiente. Y
gracias a un imprescindible y nuevo personaje: Farid, quien nos recuerda el mundo posible de Las Mil y Una Noches, quien cambia su destino de mozalbete de los bajos mundos, a héroe.
Finalmente , el que se autodenomina “escritorsucho” resuelve con el poder de las letras el conflicto entre el bien y el mal, que creó sin imaginar su derrotero, su destino. Pero que culminó como en los Cuentos de Hadas: con la derrota del Mal, personificada por Capicornio quien, entre paréntesis, ve la luz primera, bajo el signo de Capricornio; de
ahí que “la vanidad” sea “uno de sus rasgos” (Secretos, 378)..
No en vano es equiparable con el mismísimo demonio, con Lucifer, cegado por la vanidad. No en vano, el hijo de un herrero –que maneja el fuego-. No por casualidad, la criatura inventada por Fenoglio- nace bajo el siglo de Capricornio, el del macho cabrío; no por casualidad es hermético, impenetrable, insaciable. Su padre lo azotó
hasta el cansancio para fortalecer su corazón, su madre, “amaba su corazón negro como la tinta” (282). Su corazón de piedra.
Bibliografía
Funke, Cornelio, Corazón de Tinta, 2ª. reimp., ed. México, Fondo de Cultura Económica, 2009.
Chevalier, Jean/ Gheerbrant Alain, Diccionario de los símbolos, Barcelona, ed. Herder,
1991.
Periódicos:
Cristina Rey, Voluntades, historias de éxito que trascienden, Domingo, 29 de noviembre de 2009, El Informador.
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