BECKY RUBINSTEIN F.
En las afueras de Cracovia, a unos 50 km, está Wadowice, pueblo natal de Juan Pablo II; muy cerca están las minas de Sal de Wieliczka y en la Catedral de Wawel los visitantes hacen ronda frente a la imagen de la Divina Misericordia o de la Virgen Negra. Sobre la colina homónima se encuentra el río Vístula. Y en la llamada Catedral real de San Estanislao y San Wenceslao están enterrados Ladislao el Breve y su hijo Casimiro III, el Grande, reyes de la dinastía Piast que gobernó hasta 1370 y que le dio estabilidad a Polonia.
Simón Dubnow, en el Manual de la Historia Judía, hace referencia a Casimiro el Grande (1333-1370) quien, se preocupó por elevar a un nivel superior la vida de los ciudadanos de su reino y por mejorar, en general, la situación de toda la población. Se le conoce –nos advierte Dubnow- como “Rey de los Campesinos”, de quien se dice “encontró una Polonia de madera y dejó una de piedra” por los ricos edificios que construyó sobre construcciones endebles y pasajeras.
Se cuenta también que en el segundo año de su reino, Casimiro confirmó en Cracovia las “leyes de Boleslao” relativas a los judíos, que más tarde fijó leyes tendientes a regular las relaciones entre los judíos y el resto de la población.
Más aún, “se ocupó del bienestar interno de las comunidades judías”. Una leyenda relata el amor que el monarca sintió por Esterke la judía, hija de un sastre de Opoczno, a quien instaló en su palacio y le dio dos hijas, a quien la madre educó dentro de la tradición hebrea y dos varones Pelka y Namir, educados bajo la religión de Cristo.
Esterke, por desgracia, fue asesinada durante el gobierno de Luis “el Húngaro” (1370-1382) quien obligó a la grey judía a convertirse al cristianismo, o bien a exiliarse. Por fortuna dicho monarca no reinó mucho tiempo. A su muerte, su hija Yadwiga se casa con el rey lituano Jagellón, convertido en rey de Polonia y lituano (1386).
Hoy en día, con el slogan “Tras los pasos del Papa Viajero” -es decir, del ya mencionado Juan Pablo II, ha proliferado el Turismo en Cracovia donde “Rutas reales, comunistas y judaicas confluyen al sur de Polonia”. En cuanto a la Cracovia judía, cabe mencionar que durante la Segunda Guerra Mundial gran parte de los sucesos ocurrieron en Cracovia, capital del movimiento nazi en Polonia: durante la ocupación nazi, el Castillo de Wawel fue residencia del abogado nazi Hans Frank, Gobernador General de Polonia.
Según Monika Hanusiak incontables muebles y piezas de arte fueron saqueados durante aquellos años. A diferencia de la capital húngara y otras ciudades europeas, Cracovia logró salvarse de los bombardeos. Plac Nowy, al centro del antiguo barrio judío, deja adivinar el perfil de la zona. En Kazimierz, a 20 minutos a pie del centro, existen siete sinagogas, las más importantes se encuentran en la calle Szeroka, la Vieja Sinagoga y la Sinagoga Remuh, también sede del antiguo cementerio judío.
La ruta judía incluye la calle Meiselsa, donde Spielberg filmó una de las escenas de “La lista de Schindler” (1993).
Antes de la segunda conflagración (1939-45) vivían en Cracovia sesenta mil judíos, una cuarta parte de la población.
Al viajero se le invita acercarse al Museo de Arte Contemporáneo de Cracovia, que abrió en el barrio de Podgorzé, a unirse a un recorrido de “temática comunista,” o abrirse a la posibilidad de ver con son sus propios ojos las huellas de “Auschwitz”. Sesenta kilómetros separan a Cracovia de Auschwitz-Birkenau…
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