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jueves 21 de noviembre de 2024

Complejidad del Mundo Islámico

OESTP-ISLAMOFOBIA-LEY

LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

El Islam radical cada vez cobra más fuerza a través de la Guerra Santa; la Yihad se ha expandido en el mundo durante las últimas cuatro décadas como una reacción a la violencia política empleada por los regímenes autoritarios en los países musulmanes contra su propia población, particularmente en Egipto, Irán, Irak, y Arabia Saudita. En este ámbito, se considera que la revueltas de la Primavera Árabe, no abrieron una causa para la modernización y democratización de diferentes naciones del Medio Oriente y el Norte de África, más bien, fueron el resquicio por donde se infiltró el extremismo de los movimientos que promueven la Yihad como una ideología de liberación para aquellos musulmanes que se sienten oprimidos por la sociedad en la que viven. Incluso, la revuelta Siria, que está en plena efervescencia, no está englobada en la Primavera Árabe, en virtud de “la especial relación del régimen de Bashar Al Asad con Irán, que desde el principio convirtieron los enfrentamientos no sólo en un asunto interno, sino en una lucha por el poder regional”; de aquí que los principales rivales de Irán, Arabia Saudita y Catar, sean la principal fuente de apoyo económico y militar para los rebeldes en Siria.

El Islam radical cada vez cobra más fuerza a través de la Guerra Santa; la Yihad se ha expandido en el mundo durante las últimas cuatro décadas como una reacción a la violencia política empleada por los regímenes autoritarios en los países musulmanes contra su propia población, particularmente en Egipto, Irán, Irak, y Arabia Saudita. En este ámbito, se considera que la revueltas de la Primavera Árabe, no abrieron una causa para la modernización y democratización de diferentes naciones del Medio Oriente y el Norte de África, más bien, fueron el resquicio por donde se infiltró el extremismo de los movimientos que promueven la Yihad como una ideología de liberación para aquellos musulmanes que se sienten oprimidos por la sociedad en la que viven. Incluso, la revuelta Siria, que está en plena efervescencia, no está englobada en la Primavera Árabe, en virtud de “la especial relación del régimen de Bashar Al Asad con Irán, que desde el principio convirtieron los enfrentamientos no sólo en un asunto interno, sino en una lucha por el poder regional”; de aquí que los principales rivales de Irán, Arabia Saudita y Catar, sean la principal fuente de apoyo económico y militar para los rebeldes en Siria.

Por otra parte, la Yihad sirve para contrarrestar la presencia de ejércitos de Occidente en países musulmanes: Arabia Saudita, Somalia, Bosnia, Afganistán, Chechenia, Irak y Líbano. La dinámica de la Yihad ha sido estimulada por los procesos revolucionarios y golpes de Estado dirigidos por islamitas como son los casos de Irán, Pakistán, Afganistán y Sudan, entre otros; sin embargo, los Yihadistas al mismo tiempo han enfrentado derrotas en esos países en Líbano y Argelia, motivo por el cual han re dirigido sus actividades hacia el terrorismo, buscando que las masas musulmanas, incluyendo a las de los residentes en países de Occidente, se radicalicen y se sumen a la Guerra Santa.

La creación de Alqaeda en Afganistán en 1998 es parte de ese proceso, además de promover la globalización de la Yihad para luchar contra corruptos que controlan a las mayorías de las naciones islámicas, el enemigo interno, que cuenta con el apoyo de Occidente; de aquí que los actos terroristas también estén contra este último. Así, la Yihad “no cederá en sus esfuerzos para liberar a los musulmanes de la perniciosa influencia de Occidente y para poder conformar un nuevo Califato en los territorios musulmanes”.

En la visión de los Yihadistas, la decadencia que muestra hoy día la sociedad islamita está vinculada a su alejamiento del Corán, esto debido al colonialismo y al neocolonialismo. Para salir del subdesarrollo en el que se encuentra la sociedad islámica, es necesario propiciar su renacimiento por medio de la islamización del Estado. La Yihad constituye un medio de control del Estado y también para su mantenimiento; la premisa es que el Islam no es sólo una religión, sino una forma de organización económica, social y política; en consecuencia, rechaza la separación de la religión del Estado.

En este contexto, la efervescencia de la violencia de los terroristas se ha acrecentado entre las diferentes corrientes del Islam, especialmente entre Suníes y Chiíes. Los primeros rechazan la forma en que los islamitas han vivido el Islam con posterioridad al cuarto Califa, Ali, cuando se produce la escisión de los Chiíes en el año 661 y proponen un retorno a la vivencia del Islam que existía en los tiempos del Profeta Mahoma y los cuatro primeros Califas; asimismo, defienden el esfuerzo de interpretación individual del Corán, desplazando con ello a los Ulemas (intérpretes del Islam). Por contra los Chiíes, consideran el periodo de esplendor del Profeta Mahoma y de su yerno Ali, y aunque valoran el esfuerzo interpretativo individual del Corán, igualmente es muy importante el papel de los Mulas y Ayatolas para interpretar los mensajes en el Islam ocultos del Corán.

Los conflictos entre musulmanes no se circunscriben a Chiíes y Sunníes; entre los palestinos existen diferendos que trascienden a la religión y abiertamente se refieren a luchas de poder; los palestinos de Cisjordania gobernados por la Autoridad Palestina, en general, no son extremistas, empero, su gobierno frecuentemente no respeta los derechos humanos de la población. Por su parte, los palestinos de la Franja de Gaza, están dominados por las huestes del movimiento terrorista Hamas, el cual invariablemente actúa con autoritarismo con la ciudadanía; son el pan de cada día los arrestos arbitrarios de opositores políticos y las torturas de los detenidos en cárceles. Las autoridades de Gaza aplican con mayor rigor la Saharia (Ley Islámica); incluso en mayo pasado un grupo de parlamentarios de la Franja de Gaza, afiliados a Hamas, propuso al Consejo Legislativo de ese territorio, un nuevo Código Penal conforme a las leyes de la Saharia, en el que se castiga el robo con la mutilación de la mano derecha y la Sodomía con cien latigazos y la posibilidad de cárcel por cinco años, entre otras penas. Por lo demás, prohíbe a sus residentes viajar a Cisjordania, territorio con el cual sostuvo una guerra hace seis años.

Una parte significativa de los 1,600 millones de musulmanes viven en la barbarie. Difícilmente la Saharia propiciará la mejoría de su nivel de vida y además causará violencia y dolor en el resto del mundo.

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