La historia olvidada del Kotel (Parte II)

SETH J. FRANTZMAN

En 1967, el Muro de los Lamentaciones fue liberado en esas escenas ahora famosas de la Guerra de los Seis Días, y unos dos millones de judíos lo visitaron en las semanas de ese Junio. La zona del barrio marroquí musulmán junto al Muro fue derribado, y sus 339 hectáreas (838 acres) fueron requisadas por el gobierno. Varias casas musulmanas y una mezquita contigua a la rampa de Mughrabi que llevaba hasta al Monte del Templo, al sur del Muro, fueron demolidas en 1969 para así dar forma a la actual Plaza del Muro Occidental. El área a lo largo del muro se duplicó hasta unos 57 metros, y la zona de la oración se profundizó alrededor de 2,4 metros para revelar dos filas más de piedras herodianas.

Desde el principio, hubo tensión sobre lo qué debía ser ese lugar y qué tradiciones debían prevalecer. Poco después de su liberación, las mujeres fueron separadas de los hombres formando dos secciones para la oración.

Sin embargo, el esquema para el barrio judío creado en 1972 por los planificadores no mostraba la mehitza (separación de hombres y mujeres), sino que desconcertantemente mostraba una nueva entrada al Monte del Templo, al norte de la Muralla. Estos planes ilustran los estáticos sentimientos de las nuevas autoridades israelíes ante este lugar. La municipalidad de Jerusalén y los planificadores sentían que tenían una pizarra en blanco donde trabajar. Ellos quizá no se percataron de que los cambios sutiles realizados en el 1967 conformarían un inamovible status quo.

Poco después de la liberación, el rabino jefe sefardí Yitzhak Nissim exigió que la autoridad sobre el Muro pasara a depender del Gran Rabinato. Un rabino de origen tunecino, y ex coronel del ejército israelí, llamado Yehuda Meir Getz fue nombrado rabino del Muro Occidental.

La elección de Nissim reflejaba un deseo de incluir a un ex soldado conocedor de los caminos no religiosos del mundo, en lugar de a un rabino ashkenazi de una yeshiva haredi no sionista.

En 1968, unos miembros americanos del Judaísmo de la Reforma trataron de celebrar una sesión de oración mixta en el Muro, pero el evento se canceló en el último minuto debido a las protestas de la Secretaría de Servicios Religiosos. Un artículo de opinión en el diario Yediot Aharonot hacia escarnio de los estadounidenses: “¿Y si mañana una organización de hippies decidiera celebrar una orgía religiosa en el Muro con LSD y música psicodélica?“. Sin embargo, el Jerusalem Post editorializaba: “Ahora, antes de que los arreglos temporales cristalicen en “derechos” y “tradiciones”, es el momento para que aquellos que desean que el Muro se preserve como un monumento nacional hagan oír su voz, e insistan en que se conserve despejado de su antigua crudeza, abierto igualmente para la oración y la meditación“.

Sin embargo, como Simone Ricca observaba en el Jerusalem Quarterly: “El planeado simbolismo “nacional” atribuido al Muro y su uso real era ya evidente en 1974, cuando, después de unos años de creciente secularización en la conmemoración del Tisha B’Av, el carácter tradicional de la celebración resurgió, tal como se indicaba en los informes de prensaCon la desaparición de la “religión civil” y la narrativa sionista, el Muro fue reapropiado por las nuevas comunidades religiosas“. Así, en tan sólo unos pocos años, el apego sionista secular al Muro ya estaba siendo cuestionado y desbordado por una cultura más tradicional y/o ortodoxa para dicho lugar.

En diciembre de 1988, el New York Times escribía que cuando unas 50 feministas judías llegaron hasta el Muro portando una Torah, se produjeron “furiosas protestas“. El diario proseguía citando al rabino Getz como si hubiera afirmado que “una mujer que llevara una Torah sería… como un cerdo en el Muro de las Lamentaciones“. Nueve días más tarde, el diario publicaba una corrección: “La declaración fue realizada por un transeúnte desconocido, no por el rabino Yehuda Meir Getz“. La corrección de 1988 es interesante porque ilustra la fascinación de los medios de comunicación con respecto a una narrativa feminista frente alestablishment ortodoxo.

En este caso, el NYTimes se equivocaba totalmente, pero el deseo de ver esta controversia como un simple asunto en blanco y negro eclipsaba una comprensión histórica más matizada.

Para ilustrar como el Muro era utilizado antes de 1967, los visitantes podían ir a 100 metros al norte del lugar a una zona conocida como el “Kotel Hakatan“, o pequeño Muro. Aquí, próximo a la Puerta de Hierro del Monte del Templo, se hallaba una pequeña entrada a un callejón que corría a lo largo del muro herodiano. En la base, cerca del nivel del pavimento, estaban las grandes piedras herodianas. En los últimos años, los visitantes se han quejado de que las antiguas letrinas estaban siendo vaciadas en el lugar.

Hace varios años, el JPost informó de que un niño fue detenido por hacer sonar un shofar en el pequeño Muro. El Juzgado de Paz de Jerusalén dictaminó que la policía había actuado correctamente al detenerle por hacer sonar el shofar. El antiguo jefe de policía de Jerusalén, Mickey Levy, señaló que “no hay ninguna razón para hacer sonar el shofar allí, pues hay un montón de espacio en el Muro de las Lamentaciones para hacerlo“.
El Kotel Hakatan todavía tiene un status quo similar al del Muro Occidental antes de 1967, lo que nos permite una visita al pasado. Del mismo modo, no hay mehitza y no pueden utilizarse bancos.

Lipman, al comentar sobre la actual controversia señala: “Yo no estaba discutiendo [en la
 Knesset] que la mehitza (separación) debería echarse abajo… Se trata de un lugar público y pertenece a todo el pueblo judío, y es injusto que se establezcan normas si no estoy afectado… Es un error poner todas las exigencias de una sinagoga“.
Él sostiene que una solución podría encontrarse con el establecimiento de un comité que pudiera ayudar a establecer un entendimiento, y “espero que todas las partes puedan llegar a un compromiso“.
Fuente: JPost

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