Turquía ha empezado su segunda semana de protestas contra el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan con nuevos enfrentamientos entre manifestantes y policía en la madrugada del domingo al lunes en varias localidades del país. Un taxista ha arrollado a un grupo de manifestantes y ha matado a uno de ellos en una autopista de Estambul, según la Asociación de Médicos Turcos, informa Reuters. Las fuerzas de seguridad han lanzado este mediodía gases lacrimógenos para dispersar a un millar de manifestantes reunidos en una céntrica plaza de Ankara, mientras los sindicatos han convocado una huelga general para el martes.
El primer ministro ha culpado esta mañana a “elementos extremistas” de haber organizado la protesta. Erdogan llamó a la calma antes de emprender un viaje de Estado -a Marruecos, Argelia y Tunez- que le mantendrá fuera del país durante cuatro días. “El hecho de que el AKP[Partido de la Justicia y el Desarrollo, formación política de Erdogan] haya incrementado sus votos en tres elecciones consecutivas y haya ganado también dos referendos muestra que el pueblo de este país ha abrazado al partido”, dijo Erdogan. Mientras, esta mañana la Bolsa turca ha perdido un 5%.
Por tercera noche consecutiva, se vivieron estallidos de violencia en la zona de Besiktas en Estambul, en Ankara -la capital- y en otras ciudades como Esmirna, un centro turístico en la costa. Agentes antidisturbios usaron cañones de agua y enormes cantidades de gas lacrimógeno contra los manifestantes. La policía detuvo a 1.500 personas en Ankara durante la noche, según una diputada de la oposición, y la violencia en las diferentes protestas provocó cientos de heridos, según los propios manifestantes.
El centro de Estambul sigue literalmente tomado por miles de ciudadanos, que han cortado con grandes barricadas casi todos los accesos al parque Gezi y a la plaza Taksim, origen y centro de las protestas. Entre Taksim y Besiktas, ubicado a orillas de Bósforo, había este mediodía al menos 14 barricadas, las últimas ya más pequeñas, montadas por los manifestantes para intentar impedir un regreso de la policía al centro de la ciudad. En las calles y avenidas que llevaban a Besiktas, grupos de voluntarios y operarios municipales limpiaban la zona de restos de los enfrentamientos del domingo.
Más de mil personas, la mayoría jóvenes, ocupaban este lunes el parque Gezi en un ambiente festivo. Había varias tiendas de campaña y la gente cantaba “¡Erdogan dimisión!” y aplaudía. Grupos de voluntarios habían organizado un puesto para distribuir comida y bebida donados. Ofrecían también agua y vinagre para protegerse del gas lacrimógeno y vaporizadores con agua y antiácido para tratar sus efectos en los ojos y en la piel. Equipos de médicos también voluntarios llevaban tratando a gente desde la noche.
“Queremos que Erdogan dimita y nos vamos a quedar aquí el tiempo que haga falta, nadie está pensando en irse a casa”, asegura Gokce Gunac, una estudiante de periodismo de 27 años.
“No es una guerra política, no queremos que los partidos [políticos] intervengan, no queremos que la gente se olvide que esto era por los árboles y para defender nuestras libertades”, explica Gunac, que además es miembro del equipo nacional turco de esgrima.
La protesta fue surgiendo de forma espontánea tras la violenta respuesta policial contra unos pocos manifestantes que querían evitar la demolición del parque Gezi, sobre el que el Gobierno quería reconstruir un cuartel militar histórico de la época otomana para que funcionara como zona comercial. Y se ha convertido en una protesta generalizada contra el “autoritarismo” del Gobierno y, en especial, del primer ministro Erdogan, según los manifestantes. La Plaza Taksim y el Parque Gezi llevan ocupados por los manifestantes desde el sábado por la tarde.
En la ciudad de Esmirna, al oeste, un grupo armado con bombas incendiarias atacó el domingo por la noche una sede del AKP. Según la agencia Dogan, los bomberos lograron apagar el fuego, que destruyó en parte el edificio. En Ankara detuvo a cientos de personas en un centro comercial.
Pero es en Estambul, donde el movimiento comenzó el lunes 27 como una sentada contra los planes urbanísticos del Gobierno para una de las pocas zonas verdes del centro de la mayor ciudad de Turquía, donde las protestas han vuelto a ser más fuertes por cuarto día consecutivo, especialmente en el barrio de Besiktas, donde están de las oficinas en la ciudad del primer ministro. Los manifestantes hicieron barricadas con adoquines, señales de tráfico y materiales de construcción. La policía volvió a usar gases lacrimógenos para impedir que la gente se acercase a las oficinas de Erdogan, aunque un hombre llegó a utilizar una pequeña excavadora para intentar aproximarse al edificio. En una mezquita cercana, un dispensario improvisado atendía a los heridos en las manifestaciones.
Fuente: El País
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