La hora de la verdad

SALVADOR SOSTRES

Unas soldados israelíes de 18 años se han hecho unas fotos en sujetador y en tanga y las han colgado en Facebook. Los mandos de las Fuerzas de Defensa de Israel se han apresurado a advertirles que no es el comportamiento que se espera de ellas como soldados y en la base tuvo lugar una amplia actividad informativa para explicar este asunto y evitar que se repita en el futuro. Según explica Sal Emergui en su crónica, los oficiales son conscientes del “peligro” que supone la irrupción de las redes sociales en la actividad militar en una era en que los soldados, sean hombres o mujeres, tienen un fusil y un smartphone.

Hechas las lógicas advertencias y advertidos los evidentes peligros, hay que subrayar que las chicas pueden ser soldados, con total normalidad, en el ejército israelí; y que estas chicas concretamente, continúan con vida, en libertad y dentro del ejército, sin que por su desliz hayan sido ejecutadas, ni juzgadas, ni repudiadas, ni expulsadas.

No me imagino a un país islámico o islamista aceptando, con tanta naturalidad, a chicas en sus ejércitos. No me imagino tampoco que pudieran continuar en las fuerzas armadas de cualquiera de esos países después de haber protagonizado semejantes fotografías; ni que continuaran libres, ni con vida.

El feminismo, y la izquierda en general, que tanto presumen de preocuparse de la situación de la mujer en el mundo, que tanto dicen velar por la integridad y la libertad de la mujer en el mundo, y que tantas lecciones se atreven a dar en este sentido, y que con tanta agresividad insultan y atacan a los que discrepamos de sus totalitarias estrategias; el feminismo, las y los feministas, y los izquierdistas en su conjunto, que con su determinismo atroz suelen considerar que el hombre, por el simple hecho de existir, es un asesino en potencia, resulta que cuando se tienen que posicionar en el conflicto entre árabes e israelíes caen en todo los tópicos y todas las bajezas de antisionismo más tronado y demencial.

El feminismo y el izquierdismo oficiales, siempre tan mezquinos con Israel y tan propensos a los palestinos y a la mayoría de sus vecinos, toda clase de regímenes tan totalitarios como asesinos, ¿qué tienen ahora que decir? Nada.

El feminismo y el izquierdismo oficiales no tienen como objetivo la defensa de la dignidad de las mujeres, que por cierto, las que son inteligentes y capaces, no necesitan ningún “-ismo” que las defienda, y menos unos tan lamentables. El feminismo es un movimiento ideológico y sectario más de la vieja y resentida izquierda que busca generar una absurda e irreal comparación y competición entre hombres y mujeres.

El feminismo oficial es la manera que tienen de ganarse el sueldo las y los feministas oficialistas, bien sea desde la política o desde el periodismo, desde el asociacionismo o el activismo. Un discurso basado siempre en los mismos lugares comunes y en la misma y alarmante falta de elaboración intelectual.

Pero a la hora de la verdad, cuando se trata de dar la cara, cuando se trata de demostrar que es sincero el interés por la vida y la libertad de la mujer, lo que prima es el sectarismo, la miseria moral y el resentimiento, como todas estas lideresas feministas, Lidia Falcón la primera, que tantas tonterías dicen y escriben sobre Israel, y que tanto defienden a las tiranías vecinas. En este caso concreto y sin que sirva de precedente, hay que reconocer que una feminista como Pilar Rahola tiene un discurso a la altura de las circunstancias. Es una doble excepción: la de que una feminista sea razonable con Israel y la de que Pilar Rahola consiga ser razonable.

Las y los feministas y la izquierda en general supuran tanto odio por todas partes, y tanto resentimiento social, que son incapaces de observar el mundo sin los prejuicios de su sectarismo. Por eso creen que los derechos de los trabajadores los protegen los sindicalistas, y no los empresarios. Por ello hablan tanto de los derechos de la mujer y luego son capaces de negarle a Israel el derecho a defenderse ?y por lo tanto a existir-; o de dar aquel irresponsable y cínico apoyo a las revoluciones de la mal llamada primavera árabe, que en la mayoría de los casos acabó con los islamistas al poder, los peores enemigos que tienen en el mundo la libertad, la vida y la mujer.

Hasta en la propaganda más vulgar hay que tener un mínimo de coherencia y de credibilidad. La izquierda es algo que siempre ha ignorado. Y así le va.

Fuente:elmundo.es

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