Abrimos “Osama” (RBA), una novela cuyo simple título es como una gigantesca señal de PELIGRO parpadeando en mitad de cualquier librería y, ¿qué es lo que encontramos? A un detective privado que holgazanea a la espera de que alguien le contrate, a un escritor de novelas pulp llamado Mike Longshott al que una enigmática mujer intenta localizar y a un personaje de ficción creado por Longshott que protagoniza una serie de novelas bautizada como “Osama Bin Laden: Vigilante”. Casi nada.
Esto no es más que el punto de partida de una novela que, haciendo malabares con la fantasía, el thriller, la ficción pulp y las novelas de Philip K. Dick, encaja novelas dentro de otras novelas, juega con los universos paralelos, explora cómo nos relacionamos con la violencia, desmonta y recompone en género fantástico y traza, desdibujando el muro que separa realidad y ficción, el paisaje mental de una época sacudida por el terrorismo.
“Por muy extravagante que sea una novela, la realidad suele ser aún más extraña”, defiende Lavie Tidhar (Israel, 1976), autor de «Osama» y nuevo ariete de la ciencia ficción. Y lo dice con pleno conocimiento de causa: Tidhar, trotamundos vocacional, estaba en Dar es Salaam y Narobi durante los atentados de Al-Qaeda a las embajadas americanas en 1998 —«me alojé en el mismo hotel que los terroristas en Nairobi», desvela—, en Londres durante los antentados de 2005 y esquivó por los pelos un ataque en Sinaí en 2004, experiencias que ya relató en la novela corta “My Travels With Al-Qaeda” y que ahora sitúa en el centro de “Osama” disfrazándolas de pulp.
El «eje del mal»
“Me fascina el pulp, toda su iconografía. Y en este caso, ‘La Guerra contra el Terror’ fue construida con este tipo de narrativa pulp, con su ‘eje del mal’ y sus misteriosas armas de destrucción masiva que todo el mundo sabía que no estaban allí”, explica el hombre que dejó a a George R. R. Martin y Stephen King con un palmo de narices al birlarles el World Fantasy Award a la mejor novela de 2012.
“Alguien me señaló el libro podría haber sido una fantasía épica, ya sabes, con magos y elfos y todo eso, y habría funcionado, la metáfora todavía habría estado allí. Bueno, tal vez … Pero me gustan las historias de detectives y me gusta cómo estas permiten hacerse pregunta”, apunta.
Las preguntas son, de hecho, parte esencial en la obra de un escritor que centrifuga conceptos como la identidad, “la forma de dar forma a las historias”, y la muerte de los héroes para cuestionar el mundo que nos rodea y tratar de recomponer el presente. “Hay demasiados libros, ya sean de género o de literatura general, que evitan hablar sobre el ahora. Son una escapatoria, ya sea a una tierra llena de dragones, a una época histórica segura, o a los demonios de un hombre de clase media estadounidense. Yo creo que tenemos que hablar sobre el mundo y cuestionarlo”, asegura.
Y el modo que Tidhar tiene de cuestionarlo es estirar los márgenes de la realidad, picotear de la ciencia ficción para “desafiar el status quo”, deslizar atentados reales dentro de las tramas novelescas de Longshott y, sobre todo, no ceñirse a ningún canon concreto para dar forma a esta provocativa historia que bebe de Philip K. Dick y Peter Hoeg, sí, pero también de “La trilogía de Nueva York” de Paul Auster y de autores españoles. “Gran parte de la influencia de ‘Osama’ está en autores como Pérez Reverte y Vázquez Montalbán, que te enseñan como coger un género y tratarlo de un modo completamente diferente”, desvela.
Fuente:abcdesevilla.es
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