Las neuronas espejo, el amor y cómo transmitir la cultura: José Gordon

En el Primer Encuentro Latinoamericano de Comunicación de Comunidades Judías, realizado en el Centro Deportivo Israelita, una de las conferencias magistrales fue la de José Gordon, cuyo contenido romántico dejó suspirando a muchas de las damas y a uno que otro caballero.

Enlace Judío presenta en exclusiva la ponencia completa de Gordon en vídeo y un extracto de la misma en texto:

“Yo he tenido la oportunidad en mi ejercicio profesional de estar en contacto con algunos de los grandes escritores israelíes y de poder comunicar su mundo y no les quiero contar la cantidad de veces que se me acerca gente de otra cultura desconocía que existía esta calidad de literatura israelí y que te dice: “oye, esto es fantástico. No sabía el nivel de humanismo, el nivel de complejidad, el nivel de percepción tan fina que existía en la cultura israelí” ¿por qué? Porque tenían las neuronas espejo atrofiadas por la propaganda o por lo que ustedes le quieran llamar. Pero le quiero decir que la noticia va en ambos sentidos, entonces también tenemos atoradas ciertas neuronas espejo en relación a otras culturas, entonces no hay nada como asomarnos de veras a una gran obra de arte para entender el alma del otro. Y justamente, no puedo dejar de plantearme que si estamos hablando de comunicación y cultura no podemos dejar de estar en Guadalajara, en la Feria Internacional de Libro que se va a llevar a cabo el 30 de noviembre en donde vienen los más grandes exponentes de la cultura, arte, cine y literatura israelí, música; les quiero decir  que vienen, entre otros, David Grosman, uno de los grandes escritores israelíes, Etgar Keret que ya ha estado en México […] estamos de veras de tener el contacto con estos personajes que abren otra sensación completamente distinta de lo que quiere decir el otro porque para nosotros, nosotros somos el otro para las otras culturas; así como la otra cultura también es el otro para nosotros y más nos vale empezar a entrenar nuestras neuronas espejo y la mejor forma de hacerlo es precisamente a través del arte: no conozco un camino más directo y créanme que he pensado de cómo romper prejuicios, los prejuicios y los estereotipos es lo más desafortunado que puede ocurrir con alguien. Nada más piensen llámese de cultura judía y otro tipo de culturas ¿quién de ustedes no se ha sentido como un animal de zoológico cuando ven que el otro te encasilla y dice “ya sé cómo piensas”? Y uno dice: “¿de verdad cree que en dos minutos entendió lo que es todo mi mundo?” y esto es lo que a veces hacemos sin querer con los otros, con gente que incluso conocemos como amigos y que de repente ni siquiera nos damos cuenta a quién tenemos enfrente, entonces otro de los puntos fundamentales en el ejercicio de la comunicación y de la cultura es tener un respeto importantísimo por la persona que te está viendo, leyendo y que va a interactuar contigo. Hay más inteligencia de la que nos imaginamos y el problema es que a veces tenemos muchos prejuicios y un prejuicio es: ¡Ah! La cultura debe de ser aburrida,  por lo tanto no se puede comunicar.

En este camino hemos tenido la oportunidad de hacer varios ejercicios interesantes y uno de los más recientes lo llevamos a cabo en un proyecto que se llama “Imaginantes”  que ustedes han conocido de este proyecto unas cápsulas breves de un minuto que justamente tratan de capturar ese instante que nos fascina de la imaginación del otro, cuando realmente descubrimos por qué Cortázar es Cortázar más allá de los prejuicios y estereotipos, porque llega el momento en que empezamos a decir: “¡Ah! Cortázar es Cortázar” y luego no lo leemos porque pensamos que es un gigante, pero que debe ser aburridísimo en el fondo y empezamos con esta serie de problemas diciendo: “Uh, no… Es que eso es cultura, no tiene nada que ver conmigo” y justamente lo que yo trataba de hacer es precisamente un ejercicio de compartir, y ahí estamos con otra palabra clave en esta charla. La palabra compartir que viene precisamente de cuando nos enamoramos de algo, de una obra de arte, la vamos a ver dos veces, con fin de compartirla con un ser querido ¿quién de aquí no ha ido dos veces o tres veces a ver una película, con tal no más de sentir la función de las neuronas de la empatía de la persona que la está viendo junto a nosotros.  Es decir, algo ahí ocurre en donde la felicidad se multiplica. Y bueno… Lo interesante de este ejercicio es que teníamos ciertas resistencias, por supuesto, había gente que nos decía: “pero ¿cómo va a entender la señora de las quesadillas a Julio Cortázar? O ¿cómo va a entender a un autor tan complejo como Salvador Elizondo? Y yo decía: “es que creo que podemos hacer una historia, un relato, en donde nos demos cuenta de por qué los grandes son grandes, y por qué queremos compartir ese instante en el que se enciende el poco de la imaginación del otro y en este proceso, a fin de cuentas, logramos que tanto el Canal 22 y Fundación Televisa sobretodo, lograron patrocinar esta serie de cápsulas y que salieran al aire en televisión abierta y empezamos a desterrar algunos mitos muy importantes.

“Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja.

Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.” – Julio Cortázar, Rayuela. 

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