ESTHER SHABOT
Al momento de escribir este artículo, pocas horas después de finalizada la jornada electoral para elegir nuevo Presidente en Irán y con 20% de los votos contabilizados, el único clérigo competidor, calificado paradójicamente como el más moderado de los seis candidatos contendientes, mostraba ser el puntero. Se trata de Hassan Rohani, quien por lo pronto concentraba 50% de las preferencias, lo cual es indicador de la inconformidad popular con el statu quo prevaleciente, ya que de hecho Rohani representa la línea menos sometida al gran líder supremo, el ayatolá Khamenei. Destaca también que Saed Jalili, el candidato más apegado a las posiciones del ayatolá y quien funge como negociador oficial del programa nuclear iraní, está por ahora en el tercer lugar de las preferencias, con tan sólo 12% del voto a su favor.
Rohani, de 64 años de edad, fue entre 2003 y 2005 el negociador del programa nuclear de su país, pero renunció pocas semanas después de la primera elección de Ahmadinejad como Presidente, luego de una serie de discrepancias serias entre ellos. Se sabe además que Rohani es un seguidor del ex presidente Hashemi Rafsanjani, quien ha sostenido la necesidad de moderar las posturas iraníes en lo referente a sus relaciones internacionales, incluido el tema nuclear.
Durante la campaña electoral, Rohani ofreció “una interacción constructiva con el mundo” con objeto de aliviar el efecto devastador que las sanciones internacionales han tenido sobre el país. Textualmente declaró: “No permitiremos que continúe lo habido en los ocho años pasados… años que han producido sanciones de las que (quienes gobiernan) están orgullosos… yo emprenderé una política de paz con la que nos reconciliaremos con el mundo.”
La sobrevivencia de Rohani ante la estructura de poder encabezada por el ayatolá Khamenei y el Consejo de Guardianes fue posible gracias a que mantuvo un bajo perfil en los últimos tiempos, no obstante que en las elecciones pasadas apoyó al candidato Hussein Mousavi, líder del Movimiento Verde y quien fuera sometido en 2011 a arresto domiciliario por su activismo en la denuncia del fraude electoral con el que Ahmadinejad consiguió renovar su Presidencia en 2009. ¿Significa esto que en caso de que Rohani gane la Presidencia la vida política de Irán cambiará significativamente? La experiencia previa aconseja ser cautelosos al respecto. Ya antes de Ahmadinejad Irán tuvo un Presidente reformista y con tendencias conciliatorias —Muhamed Khatami— y sus logros fueron más bien modestos en cuanto a apertura en la sociedad iraní y ciertamente nulos en el tema del programa nuclear. El férreo dominio del líder supremo contuvolas intenciones reformistas de entonces y nada asegura que dicha estructura no sea capaz de volver a actuar en la misma forma.
Sólo que en esta ocasión el país y el mundo ya no son los mismos. Durante los debates de los candidatos en la campaña los términos más frecuentes en los discursos de éstos fueron “estado catastrófico de la economía”, “inflación desbocada”, “caída del poder de compra”, “desempleo masivo”, “colapso monetario”, “retroceso económico”, “corrupción”, “mal uso de los fondos públicos”, “injusticia social”, “desperdicio de recursos” y, sobre todo, “crisis”, refutando así la siempre rei-terada afirmación del ayatolá Khamenei de que el país prospera en paz y armonía. Que la mayoría de los candidatos haya recurrido a estas descripciones es elocuente de un profundo descontento ante el estado de cosas prevaleciente en Irán.
Y también juegan sin duda un papel en el futuro del país la incertidumbre derivada de los cambios regionales registrados en los últimos años: las revueltas en diversos países del mundo árabe; la guerra civil en Siria, cuyo régimen es el más estrecho aliado de Teherán; la animadversión cada vez más clara de la casi totalidad del conglomerado musulmán sunnita internacional hacia las ambiciones y las acciones del gobierno de Irán; y el consenso creciente en Occidente acerca de la necesidad de poner freno a las aspiraciones hegemónicas iraníes que han hecho de la exportación del terrorismo uno de sus más recurridos instrumentos. Así las cosas, siempre queda la posibilidad de que lo que ocurrió al reformista presidente Khatami, no se repita tal cual con Rohani.
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