Herederos judíos recuperan cuadro robado por nazis

La decisión pone fin a cuatro años de polémica: los herederos de un comerciante de arte judío lograron que la ciudad alemana de Colonia les devolviera un valioso cuadro del pintor austriaco Oskar Kokoschka, al considerarlo un nuevo caso de robo de arte durante el régimen nazi (1933-1945). Se trata de “Portrait Tilla Durieux”, un cuadro valorado en tres millones de euros y propiedad del museo Ludwig desde hacía décadas. El propio museo anunció que será devuelta a los herederos de Alfred Flechtheim (1878-1937). El museo ofreció a la familia comprar la obra, pero la propuesta fue rechazada. La ciudad siguió por lo tanto la recomendación de la comisión que se encarga de analizar posibles robos de arte por parte de los nazis y devolvió la obra de forma definitiva.

“Por supuesto respetamos la voluntad de los herederos, aunque lamentamos mucho tener que desprendernos de una obra tan valiosa en nuestra colección”, señaló el director del museo Ludwig, Philipp Kaiser. El cuadro de Kokoschka formaba parte de la colección permanente del museo desde su fundaación a mediados de los 70. El cuadro pintado en 1910 fue comprado en 1934 por Josef Haubrich, un coleccionista de Colonia, al secretario principal de Flechtheim, Alexander Vömel. Tras el fin de la Segunda Guerra, Haubrich cedió la obra en 1946 a Colonia.

La comisión mediadora estudió el caso y determinó que Flechtheim se vio forzado a vender el cuadro ante la hostigación del régimen nazi por su condición de judío. El museo, por el contrario, se negaba a devolverlo argumentando que Flechtheim había pasado apuros económicos en la última fase de la República de Weimar y que había utilizado los ingresos que obtuvo por la venta del cuadro para saldar sus deudas.

Tras la decisión de la ciudad, los herederos anunciaron que exigirán la devolución de otras obras, en parte pertenecientes a la colección Haubrich. Según su abogado, Markus Stötzel, hay 35 “casos sospechosos” en museos de toda Alemania. Entre ellos figura una obra de Paul Klee y una naturaleza muerta cubista de Juan Gris, ambos en la colección del museo NRW de Düsseldorf.

El régimen nazi confiscó o forzó la venta de valiosos objetos de arte que estaban en poder de comerciantes y coleccionistas judíos. El enorme botín amasado con ese expolio sistemático pasó tras la guerra a coleccionistas privados y museos. Su rastreo y devolución continúa hasta hoy (dpa).

Fuente: DW

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