La película ha tocado una fibra y se ha convertido en el mayor éxito de taquilla local en la historia del cine mexicano, con 6,8 millones de entradas vendidas. Eso ya supera el récord previo de 5,2 millones para el filme de 2002 El crimen del Padre Amaro . El estudio de cine de Estados Unidos Warner Brothers ya ha comprado los derechos para hacer una versión estadounidense.
Se los puede ver rondando por las calles de los enclaves ricos de Ciudad de México en autos deportivos. Ellos llevan el pelo engominado hacia atrás y camisas de diseñador con los tres botones de arriba desabrochados. Ellas llevan bolsos lujosos y gafas de sol. Casi siempre van seguidos de un todoterreno negro lleno de guardaespaldas armados.
En México se los conoce como “Juniors”, los hijos de la élite del país, jóvenes cuyo amor por las marcas es superado sólo por su consentimiento y sentido de autoridad. Los juniors crecen para dominar los más altos niveles de los negocios y la política. Viven detrás de altos muros, vuelan en aviones privados y parecen prácticamente intocables, y desconectados de un país que lucha contra la pobreza y la violencia.
Por primera vez, sin embargo, los juniors de México están bajo la mira. En abril, Andrea Benítez, la hija de un político con buenas conexiones, apareció en un restaurante de moda en Ciudad de México sin reserva y montó un escándalo cuando no le dieron la mesa que quería. Por eso, procedió a llamar a los inspectores de Profeco, la agencia de protección del consumidor del gobierno, que resulta que estaba encabezada por su padre. Los inspectores cerraron el restaurante enseguida.
Pero lo que Benítez no tuvo en cuenta fue la creciente clase media mexicana, cuya intolerancia hacia los juniors está creciendo y que está usando los medios sociales para hacer algo al respecto. En cuestión de horas, la joven y su padre se convirtieron en blancos de una furiosa campaña en Twitter, donde los usuarios la llamaron #LadyProfeco. En cuestión de semanas, su padre —amigo del presidente Enrique Peña Nieto— fue obligado a renunciar.
El tag “Lady” se ha convertido en una especie de código para identificar a los videos virales que resaltan las malas maneras de las élites consentidas de México. #LasLadiesDePolanco, un video subido a YouTube en 2011, mostraba a dos jóvenes ebrias en el elegante vecindario de Polanco, en Ciudad de México, insultando a unos policías que las pararon por una infracción de tránsito. Las jóvenes les gritaron “asalariados” a los policías y se alejaron en su auto. El video causó tal indignación que las jóvenes luego fueron identificadas, pagaron una multa y se disculparon públicamente.
Algunos juniors se están metiendo en problemas por revelar demasiado en Facebook acerca de sus lujosos estilos de vida. El año pasado, diarios locales publicaron fotos de la hija del titular del sindicato de trabajadores petroleros del país viajando por el mundo en aviones privados con sus tres perros, Keiko, Boli y Morgancita. Las fotos, tomadas de su perfil de Facebook, desataron tantas críticas, que acabó cerrando la cuenta.
“Los ricos en este país se comportan como dueños del país. Y realmente lo son, en gran parte. Siempre han gozado de impunidad total. El que haya consecuencias negativas de lo que hacen es algo nuevo”, afirma Guadalupe Loaeza, una novelista que se ha dedicado a escribir sobre los juniors. “Es un inicio, pero todavía nos falta mucho”.
Entrevista con Gary Alazraki, un “Junior” en rehabilitación
Los dueños del país
En las últimas semanas, los mexicanos han llenado las salas de cine para ver una nueva película que toca el tema de los juniors de forma graciosa y sin piedad. Nosotros los Noblescuenta la historia de un empresario rico y sus tres hijos de veintitantos años que viven de la cuenta bancaria de su padre con todo tipo de lujos. Por eso, el padre trama un engaño para hacerlos creer que cayó en la bancarrota, obligando a la familia a mudarse a un barrio de bajos ingresos. Allí, los hijos deben hacer algo que no habían hecho nunca: conseguir empleos de verdad.
Escenas de humor muestran cómo Javi, el hijo mayor, se lamenta porque su tarjeta American Express Black y su BlackBerry han sido cancelados y consigue un trabajo como conductor de un minibus por las caóticas calles de Ciudad de México. La hija, Barbie, trabaja de mesera en una cantina. Cuando se entera de que el personal comparte las propinas, se queja: “¡Pero no estamos en Cuba!”. El menor, que coqueteaba con el budismo y el yoga, se convierte en cajero bancario.
En la película, la redención les llega cuando los tres aprenden a vivir como mexicanos comunes y corrientes.
La película ha tocado una fibra y se ha convertido en el mayor éxito de taquilla local en la historia del cine mexicano, con 6,8 millones de entradas vendidas. Eso ya supera el récord previo de 5,2 millones para el filme de 2002 El crimen del Padre Amaro . El estudio de cine de Estados Unidos Warner Brothers ya ha comprado los derechos para hacer una versión estadounidense.
“El compás social está cambiando hacia un consenso de que la forma en que se comportan estas personas no es honrosa y no es cool”, afirma Gary Alazraki, el guionista y director de 35 años de la película.
El propio Alazraki es un junior en recuperación, cuyo padre probablemente sea el ejecutivo publicitario más exitoso de México. Alazraki comenzó a cambiar durante sus días en la Universidad del Sur de California, donde salía con una chica que “no estaba impresionada por los jóvenes que tienen la tarjeta de crédito de papi”. Decidió dejar de vivir del dinero que le mandaban y comenzó a trabajar. Al regresar a México, su padre quería que él y su hermano vivieran en la casa familiar. Al igual que muchos empresarios que se han hecho a sí mismos, su padre quería evitar que sus hijos tuvieran que prescindir de nada.
“Mi padre me dijo: ‘Tenemos una sirvienta, un refrigerador lleno, te lavaremos la ropa. ¿Por qué meterte en eso y separar así a toda la familia’”, recuerda Alazraki. “Le dije que no quería estar cómodo. Mis competidores que van a lograr tener éxito lo están pasando mal ahora, y si no paso apuros como ellos… nada me dará impulso”.
El joven se apartó de sus amigos juniors, cada vez más consternado por su comportamiento. Ya está trabajando en la secuela de la película.
Mientras tanto, han empezado a surgir otras señales de cambio. Un nuevo sitio web lanzado en 2011 para burlarse de los juniors —Mirreybook.com, en referencia a “mi rey”, como llaman a sus hijos muchos mexicanos de clase alta— tiene 87.000 seguidores en Facebook y otros sitios. “Lo hicimos para burlarnos de ellos, pero pronto nos dimos cuenta de que muchos querían estar en el sitio, como reconocimiento de su estatus”, dice Pepe Ceballos, un emprendedor de 30 años.
Hace unas semanas, Jorge Emilio González, presidente del Partido Verde de México, fue detenido por conducir ebrio. Uno de los juniors más conocidos del país, heredó el partido de su padre a los 29 años. En el país, se lo conoce como “El Niño Verde”, pese al hecho de que ahora ya tiene 41 años.
González, en su Mercedes negro, le dijo a la policía que había tomado “solo cuatro tequilas”, según oficiales en el lugar. Se negó a hacer la prueba de alcoholemia y dio un nombre falso. Luego dos de sus guardaespaldas armados les ofrecieron US$180 a cada uno de los cuatro policías, para que lo dejaran ir. Cuando no funcionó, los guardaespaldas intentaron liberarlo por la fuerza.
“No saben con quién se están metiendo”, le gritó González a la policía mientras lo metían en el coche patrulla, declaró a los diarios el agente Antonio Caracheo. El arresto salió en la portada de los diarios y desató una renovada polémica cuando se supo que el abogado de González logró liberarlo después de unas pocas horas, mucho menos que el día completo que establece la ley.
Para cerrar el caso, González volvió a comparecer dócilmente para cumplir con el castigo. Un legislador de Ciudad de México nominó a Caracheo, de 32 años, para una medalla policial.
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