ANDRÉS ROEMER
Suponga que usted es un empresario del sector automotriz. Luego de observar que es muy importante para los compradores considerar el consumo de gasolina de los automóviles, usted decide, no sin antes una evaluación exhaustiva, invertir millones de pesos en el desarrollo de un motor que ahorre mucho más combustible que cualquiera de sus competidores. Después de varios años, la inversión rinde frutos en una nueva tecnología que permite disminuir el consumo dramáticamente. Usted espera patentarla para así asegurar el derecho de ser el único que produzca esa tecnología desarrollada y pagada por su empresa.
En general, consideramos que los monopolios no son deseables bajo ninguna circunstancia ya que reducen los precios y, por lo tanto, disminuyen nuestro bienestar. Pero pensémoslo dos veces, ¿podría ser un monopolio deseable? Justo de eso se tratan las patentes. Una patente es prácticamente un monopolio legal sobre un producto o una. ¿Por qué permitir este tipo de monopolios? Porque de otra manera ¿cuál sería el incentivo de las empresas para innovar? Imagine que luego de desarrollar su nuevo motor, otras compañías pudiesen copiar su tecnología sin costo, ¿por qué entonces invertir en desarrollarlo?
Resulta que la protección a la propiedad intelectual es un bastión importantísimo del desarrollo innovador. Mejoras tecnológicas que ofrecen más soluciones deben ser premiadas para que algún empresario decida desarrollarlas. Si no se ofrecen beneficios extraordinarios, la innovación estaría en manos de la filantropía tecnológica, lo cual resulta poco sensato.
Podríamos pensar que cualquier nuevo invento se merece una patente. En el caso de un nuevo motor, es relativamente sencillo, pero considere el caso de los medicamentos, las metodologías médicas de diagnóstico, las vacunas, o incluso los genes humanos. No siempre es tan fácil resolver qué debería ser patentable y qué no.
En 1990, la empresa de la rama médica Myriad patentó dos genes humanos, el BRCA1 y el BRCA2. Mutaciones en ambos genes están asociadas con un elevado riesgo de desarrollar cáncer de mama o cáncer de ovario. Esta patente, les permitió desarrollar un monopolio en el diagnóstico de estas mutaciones. Además, este desarrollo es controversial debido a que se patentaron compuestos químicos que contienen información que hace que nuestras células se desarrollen de determinada manera.
¿Cuál es la diferencia entre un motor y un gen? El motor se inventa y el gen se descubre. Uno en principio no debería ser capaz de tener un monopolio sobre algo que por naturaleza sucede, como los genes. Según el presidente de Myriad, su empresa gastó alrededor de 500 millones de dólares derivados de la investigación de estos genes. En este sentido, prohibir la patente de genes y demás compuestos biológicos, podría resultar un recorte significativo en investigación y desarrollo por parte de empresas de biotecnología médica. Mientras más beneficios potenciales existan, más inversión se observará por parte de las empresas para aprovecharlos.
Por otro lado, esto podría también resultar contra productivo. De permitirse la patente de genes, el desarrollo en tecnología genómica podría terminar trunco puesto que si cada gen tuviera dueño, nadie podría desarrollar nuevas tecnologías sin permiso del poseedor de la patente original del gen.
Para resolver la controversia, hace unos días la Suprema Corte de Justicia de los Estados Unidos decidió declarar inválida la patente sobre genes, por ser un gen un compuesto completamente natural y no una invención humana. Sin embargo, lo que sigue permitido es patentar “genes nuevos” desarrollados a partir de cortar y pegar cadenas de genes ya existentes. Esto, según la corte sí es una nueva invención.
Sobre la misma línea, cabe destacar los secretos industriales en la industria médica. Cuando Myriad desarrolló su metodología de diagnóstico, miles de mujeres acudieron a realizárselo. Todos los datos de los análisis fueron recabados por la empresa y puestos bajos su resguardo en calidad de secreto industrial. A pesar de que han publicado investigaciones derivadas del análisis de los datos que recabaron, toda la información sigue siendo de su propiedad y no puede ser consultada por nadie más sin su permiso. Si las bases de datos de Myriad fueran de dominio público, otras empresas podrían utilizarlas para desarrollar más tecnología más certera que beneficie a más personas y a precios seguramente más accesibles. El resguardo de datos médicos de pacientes como secreto industrial resulta controversial, entre otras razones, porque parte de la investigación utilizada por las empresas para sus desarrollos es financiada con recursos públicos.
El monopolio legal otorgado vía las patentes es sin duda alguna uno de los motores del desarrollo tecnológico. Sin embargo, las investigaciones ya no son puramente mecánicas y necesitamos nuevos criterios para evaluar los nuevos tipos de desarrollos que existen hoy, y que no existían hace 200 años. Hoy, el futuro del mundo se sustenta, en parte, en una industria de 100 mil millones de dólares como lo es la biotecnología. Así las cosas, ¿Cuál cree que podría ser un buen arreglo en el sistema de patentes para que el mayor de número de innovadores innove, al mismo tiempo que el sistema sea justo mientras se beneficie a la mayor cantidad de personas?
Fuente: La Crónica
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