ELY KARMON
Desde el África Oriental a la Occidental, ciudadanos iraníes y libaneses han sido detenidos por su implicación en acciones terroristas relacionadas con Hezbolá. ¿Qué trata Hezbolá —e Irán- de construir en África y por qué?
La catarata de recientes resoluciones de los tribunales condenando a ciudadanos iraníes y libaneses acusados de terrorismo no es nada más que la punta del iceberg de una creciente red de Hezbolá tanto en el África Occidental como en la Oriental. Irán ha amenazado con éxito a diferentes países fuera de África para que no persiguieran ni denunciaran a agentes iraníes y de Hezbolá involucrados en operaciones terroristas dentro de sus territorios; ¿podrá Nigeria invertir esta tendencia y negarse a contemporizar?
La conexiónkeniata
Irán ha acrecentado sus intentos de crear una esfera de influencia en África. Junto a su interés por una mayor participación en el terreno económico, político y cultural, se encuentra una estrategia paralela y mucho menos benévola: desarrollar en ciertos estados africanos las bases para una más amplia actividad terrorista y subversiva a través del continente, centrada en objetivos judíos e israelíes.
El 20 de junio de 2012, dos ciudadanos iraníes, Ahmad AbolfathiMohammad ySayedMansourMousavi, fueron detenidos en Nairobi, Kenia. Tenían en su poder 15 kilos de explosivos; otros 85 kilos más que habían embarcado rumbo a Kenia nunca fueron hallados.
Pese a que en el momento Teherán afirmó que los dos iraníes habían sido falsamente acusados por “ciertos círculos y medios de comunicación extranjeros (que estaban) intentando socavar” las buenas relaciones entre Irán y Kenia, estos fueron condenados el mes pasado por un tribunal keniata a cadena perpetua por posesión de explosivos para su supuesto uso en atentados con bombas en Nairobi y Mombasa; las autoridades locales sugirieron que planeaban atacar intereses israelíes, estadounidenses, británicos o saudíes en Kenia.
Nigeria: ¿Nuevo centro de operaciones de Hezbolá?
Más recientemente se ha hecho evidente que Nigeria, la nación más poblada de África, se ha convertido en un reducto para la actividad terrorista de Irán y Hezbolá. Las señales de que Nigeria emergía como localización de potencial interés se remontan a 2004, cuando según fuentes israelíes, un diplomático iraní fue detenido como sospechoso de espiar la embajada israelí en la capital de Nigeria, Abuya.
Este febrero, el Servicio de Seguridad Estatal de Nigeria (SSS) detuvo a AbdullahiMustaphaBerende y a otros dos nigerianos acusándolos de pertenecer a una célula terrorista, entrenada en Irán, que tenía planeado atacar objetivos estadounidenses e israelíes.
Los iraníes habían dedicado tiempo y esfuerzo relevantes en la preparación de los miembros de la célula. Berende viajó por primera vez a Irán en 2006, donde estudió en una universidad islámica y volvió de nuevo en 2011 en busca de entrenamiento en armas y explosivos. Con el fin de facilitar atentados, sus contactos iraníes le requirieron para que recabara información sobre lugares públicos y hoteles frecuentados por americanos e israelíes, según dijo en una declaración la portavoz del SSS, Marilyn Ogar. Berende admitió ante la prensa haber espiado en favor de Irán y que recibió 30.000 $ para llevar a cabo sus planes. Envió a sus socios iraníes fotografías de la Casa Chabad, en Lagos, y de las oficinas de USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional) y les indicó que debían atacar al antiguo gobernante militar Ibrahim Babangida, así como al líder espiritual, el Sultán de Sokoto, a fin de “desestabilizar el Occidente”.
Como de costumbre, Irán negó que hubiera organizado una célula espía dirigida a objetivos estadounidenses en Nigeria.
Sólo unos meses más tarde, el 13 de mayo de 2013, AzimAghajani, un iraní, y su cómplice nigeriano fueron condenados a cinco años de prisión por su implicación en una trama para introducir de contrabando un cargamento de armas en África Occidental, tras haber desestimado el juez del caso la pena máxima a cadena perpetua. El asunto comenzó cuando las fuerzas de seguridad abrieron 13 contenedores en el puerto de Apapa,en Lagos, en octubre de 2010, y descubrieron un alijo que incluía cohetes de artillería de 107 mm, cartuchos para fusil y otras armas. El cargamento tenía como destino Gambia. La ONU y el gobierno de EE.UU. vinculan a Aghajani con la Fuerza Qudsde la Guardia Revolucionaria Islámica, una unidad de élite secreta que actúa contra intereses extranjeros, a través de la Behineh Trading Co., que organizó el envío de armas encontrado en Nigeria.
El ritmo de las detenciones siguió acelerándose. Apenas unas semanas más tarde, en la segunda quincena de mayo de 2013, las autoridades nigerianas arrestaron en la norteña ciudad de Kano a cuatro hombres libaneses sospechosos de ser miembros de la Hezbolá libanesa. Los soldados descubrieron un depósito de armas que escondía 11.433 cartuchos de munición de 7,6 mm, 76 granadas de uso militar, un fusil SMG, nueve pistolas, 17 fusiles de asalto AK-47, 44 cargadores, 103 paquetes de cartuchos de TNT, granadas antitanques de 50 mm, piezas de artillería de 123 mm, cuatro minas terrestres antitanque, 21 granadas propulsadas por cohete, un lanzacohetes, 16 cargadores y un tubo lanzacohetes. Las armas y la munición se ocultaban bajo varias capas de hormigón y estaban guardadas, cuidadosamente envueltas, en refrigeradores, barriles y bolsas. Se pretendía utilizarlas contra instalaciones israelíes y occidentales en Nigeria.
En junio, un Tribunal Superior de Abuya autorizó al Gobierno Federal para mantener bajo custodia a los cuatro libaneses detenidos, Mustapha Reda DarwishFawaz, Talal Roda, AbdullaTahiniyHussainNurudeenKossdi, con cargos por su presunta implicación en la importación ilegal de armas a Nigeria.
Fawaz utilizaba locales comerciales de su propiedad como un área inverosímilpara almacenar otras armas. Copropietario del Supermercado Amigo y del Parque de Atracciones Wonderland de Abuya, Fawaz había ocultado más depósitos de armas en uno y otro lugar. El SSS, que descubrió estas armas, solicitó permiso al presidente del país para demoler el supermercado, de un valor estimado en 50.000 millones de nairas nigerianas (unos 31 millones de dólares), con el propósito de registrar el terreno con más detenimiento en busca de otras armas ocultas. El Servicio Secreto creía que se usaba de manera recurrente como almacén de armas y tiene pruebas de que ingresos procedentes de la multimillonaria empresa minorista se han destinado a financiar el terrorismo.
El Presidente Goodluck Jonathan se reunió con los jefes de los servicios de seguridad el 10 de junio pasado, para evaluar las consecuencias de una crisis diplomática con Líbano provocada por la detención de los hombres de negocios libaneses y sus cómplices.
La presión sobre el gobierno nigeriano es ya evidente. Parece que “países simpatizantes de Hezbolá” persiguen la extradición desde Nigeria de los sospechosos para impedir que vayan a juicio en el país. Hezbolá, a través de sus patrocinadores en Irán y Siria, trató de persuadir al gobierno libanés para que interviniera. Líbano se decidió en contra de intervenir directamente y ha preferido solicitar la ayuda de Jordania para ejercer presión en favor de la extradición de los sospechosos.
La expansión de la red de Hezbolá en África Occidental
Otros cuatro países del occidente africano alojan agentes de Hezbolá activamente implicados en la financiación y logística de la organización. El 11 de junio de 2013, el Departamento del Tesoro estadounidense, encargado de seguir el rastro del dinero del terrorismo, identificó a cuatro libaneses, activistas de Hezbolá en África Occidental, como “Nacionales Especialmente Designados”.
Se describía a Ali Ibrahim al Watfa como “el vínculo permanente de Hezboláen Sierra Leona” y como responsable de una célula de la organización en el área de Freetown, encargado de coordinar la transferencia de fondos desde Sierra Leona a la Hezbolá libanesa.
Abbas LoutfeFawaz, “líder de Hezbolá en Senegal”, desarrolla su actividad en ese país desde 2006, valiéndose de los supermercados que posee y dirige en Dakar, con el propósito de recaudar fondos para Hezbolá y reclutar simpatizantes. Ha debatido con representantes de Hezbolá en Líbano sobre la posibilidad de enviar desde Senegal allí a ciudadanos libaneses, probablemente para recibir entrenamiento.
Ali Ahmed Chehade es el “encargado del Departamento de Relaciones Exteriores de Hezbolá en Costa de Marfil”. Se le vincula al Terrorista Global Especialmente Designado Abd Al MenhemQubaysi, un “representante personal” de Hassan Nasrallah, Secretario General de Hezbolá.
¿Cuánto tiempo más disfrutarán Irán y Hezbolá de su relativa impunidad?
Irán y Hezbolá siguen planeando y llevando a cabo atentados terroristas por todo el mundo, dejando ver una marcada preferencia por la creación de redes en países con poca experiencia acerca de su modus operandi. Suponen que es más probable que esos Estados actúen de modo más indulgente contra sus activistas y agentes, cuando se ejerza una fuerte presión diplomática o se amenace con una posible represalia.
En caso de una grave crisis diplomática o militar originada en tensiones derivadas del esfuerzo nuclear iraní, Irán y Hezbolá, su portavoz, podrían fácilmente utilizar el continente africano para atacar objetivos americanos y europeos en ese territorio o como plataforma para actuar en la propia Europa.
En el momento en que la Unión Europea se muestra indecisa sobre si calificar a Hezbolá, o al menos a su “rama militar” como una organización militar, no sorprende que países tales como India, Tailandia, Bulgaria o Chipre no se atrevan a exigir a Irán y a Hezbolá el precio diplomático y político que deberían pagar por su mortífera actividad. Europa está ofreciendo un mal ejemplo, no sólo para sus socios, sino para la comunidad internacional en su conjunto.
Mientras crecen los indicios sobre la capacidad y las intenciones de Irán y Hezbolá en el África Oriental y en la Occidental, todas las miradas se dirigen a Nigeria y a sus autoridades políticas y jurídicas a la espera de comprobar si resistirán la descarada presión que Irán, a través de Líbano, prueba a ejercer sobre ellas para que silencien y encubran las acciones terroristas planeadas, financiadas y ejecutadas en su territorio.
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