“Estoy orgulloso de la maravillosa comunidad judía mexicana que tenemos en México”: Ernesto Zedillo recibe el Honoris Causa en Israel

Hay muchas cosas de las cuales estoy orgulloso, pero una de las cosas que más me producen orgullo es la maravillosa comunidad judía mexicana que tenemos en México. Es poco conocida fuera de México, pero si nos fijamos en todos los buenos aspectos de la vida mexicana en los últimos 80 a 100 años, en cada ramo de la cultura, la ciencia o el gobierno se encuentra un miembro de la comunidad judía mexicana- y juega un papel importante. Eso, para mí, es muy interesante ya que es una prueba de la universalidad del espíritu humano. Ellos son judíos, no todos practicantes, que se preocupan por el Estado de Israel, han contribuido de forma modesta y se cuentan entre los mejores mexicanos. Algunas personas dicen que eso causa conflicto, pero se puede ser un buen mexicano y también un buen judío.

Pocas personas están excepcionalmente calificadas para hablar sobre una variedad de temas que abarca el programa cuantitativo de la Fed y la legalización de la marihuana, pero Ernesto Zedillo no es cualquiera. Después de haber servido como presidente de México de 1994 a 2000, el economista ,educado en Yale llevó al país a través de la crisis del peso, de vuelta al crecimiento y al reembolso completo del paquete de rescate de EE.UU.

A los 61 años de edad abraza la economía global y es un firme defensor de la protección de los derechos económicos de los países en desarrollo para asegurar que tengan un trato justo. Pero también apoya la innovación tecnológica de la economía global, aunque esto no significa que sea, personalmente, un partidario de la tecnología . “Tom Friedman y yo estuvimos de acuerdo en tres cosas que nunca haríamos: fumar cigarrillos, usar Facebook y Twitter”, bromea fuera del Centro de Convenciones de Jerusalén.

Zedillo fue a Israel para celebrar el 90 cumpleaños del presidente Shimon Peres y recibir un Doctorado Honoris Causa de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Los líderes económicos de Israel son cada vez más criticados por sus políticas impopulares. Como economista y político ¿cómo equilibrar medidas drásticas necesarias que son poco populares y al mismo tiempo mantener el apoyo del pueblo?

Tuve mucha suerte porque nunca he tenido el tiempo ni la oportunidad de tocar música para las masas. Cuando llegué a la presidencia, tenía que hacer lo que era necesario para evitar el colapso – económica, política y moral – del mi país.

Yo simplemente pensé y usé el poder que la gente me dio en el proceso electoral para tomar las decisiones que tenía que tomar. En ningún momento me importó la popularidad o los índices de aprobación- porque me habría deprimido.

Y para ser honesto, ésta es la manera de hacerlo. Cuando terminé mi gestión, un amigo vino a verme y me mostró un gráfico que marcaba que mi índice de aprobación al final fue muy alto, alrededor del 70 por ciento. Pero cuando miré más de cerca, vi también mi índice de aprobación en abril de 1995, y ¡creo que era inferior a la tasa de inflación del país! Y le dije a mi amigo: ¿Sabes en qué momento pensé que era más importante que ser presidente de México, ¿cuál fue mi momento de mayor orgullo como presidente de México? Fue en abril de 1995, cuando yo estaba pidiendo a mi gente entender que teníamos que subir el IVA del 50 por ciento, teníamos que subir el precio de la gasolina, teníamos que recortar el gasto del gobierno en 3 puntos porcentuales del PIB. Yo sólo tenía lágrimas que ofrecer a mi pueblo, pero éste fue mi mejor momento, no cuando terminé (mi gestión) y tuve su aprobación.

Es un buen recordatorio de que los ajustes son pequeños. Pero la gente ( en Israel) sigue bastante descontenta con nuestro ministro de Hacienda.

Creo que se debe mantener el rumbo, simplemente hacerlo, y con el tiempo estará bien. El Sr. Lapid es un buen hombre.

Israel tiene el partido verde “Green Leaf” que pugna para la legalización de la marihuana. Muchos economistas dicen que la criminalización de las drogas en los Estados Unidos ha alimentado conflictos en México. ¿Cuáles son sus pensamientos sobre el tema?

El problema de las drogas es un problema, pero en el fondo, la cuestión es si se trata de un problema criminal o un problema médico de salud pública. A mi juicio, debe ser un problema de salud pública, o incluso un problema de Derechos Humanos.

Si empiezamos con esa premisa, creo que vamos a tener diferentes enfoques.

Primero tenemos que darnos cuenta de que las consecuencias médicas de las adicciones son diferentes dependiendo de la droga. No es lo mismo ser adicto a la heroína o al tabaco o al alcohol o a la marihuana, por lo que hay que tener políticas diferenciadas.

Dependiendo de la droga, es posible que usted quiera despenalizar el consumo y poner en marcha políticas para gestionar la cuestión de la oferta. Lo que realmente usted quiere hacer, desde la perspectiva del crimen organizado, es destruir el mercado negro.

Usted no quiere que el crimen organizado se beneficie de un mercado negro que ha sido creado por políticas equivocadas. ¡Es una agonía! El Estado quiere resolver un problema con buenas intenciones y crea un desastre en el que los criminales ricos utilizan su dinero y su poder para enriquecerse, promover la violencia; y a veces socavan el estado.

Estas políticas han sido un fracaso, y sabemos más de lo que sabíamos cuando se pusieron en marcha las políticas de hace 50 a 60 años. Podemos tener muchas políticas, pero creo que la despenalización del consumo de cualquier droga debe ser el número uno.

Poner a las personas enfermas en la cárcel porque son malas es erróneo. Eso contradice un derecho humano muy básico. Cuando alguien está enfermo, se coloca en el hospital, no en una cárcel. En ese contexto, creo que la despenalización del consumo y la producción de cannabis sería una buena política, pero es sólo una pequeña parte del problema- se tiene que hacer mucho más que eso.

¿Cuáles cree usted que son las principales tendencias y desafíos económicos que enfrenta el mundo?

En el corto plazo, al menos, los países desarrollados tienen que unirse para superar totalmente la crisis que se inició en 2008 y que, francamente, todavía permanece y perdurará. Si nos fijamos en la tasa de desempleo en los EE.UU. y Europa, y si nos fijamos en prácticamente cualquier otro indicador, está claro que no podemos ver una victoria. Una depresión se impidió, pero lo que hemos tenido es un largo proceso de recesión y una recuperación muy modesta. Si el bajo crecimiento o crecimiento negativo, en términos de Europa, continúa por mucho tiempo, los fundamentos para el éxito del mercado y la economía mundial se pondrá en duda; cuando eso suceda, estaremos en riesgo real de ver una reacción a la economía de mercado.

Algunas fuerzas pueden ser desatadas que nos podrían dar marcha atrás en los procesos que creo que han sido muy importantes para lograr la prosperidad, para combatir la pobreza.

Es muy urgente que los países desarrollados se espabilen y conciliar dos cosas que pueden parecer contradictorias en el corto plazo: hacer lo que sea necesario para alcanzar la velocidad de escape de la senda de crecimiento, pero al mismo tiempo producir programas creíbles, que son políticamente muy tóxicos, para restaurar la salud fiscal.

¿Cree usted que la tendencia está cambiando en la austeridad como política para la recuperación?

Hay que encontrar un equilibrio. Creo que fue un error en el corto plazo para los EE.UU., por ejemplo, permitir el “sequester”.

¿Hay algo más que quiera agregar?

Quiero hacer un comentario. Hay muchas cosas de las cuales estoy orgulloso, pero una de las cosas que más me producen orgullo es la maravillosa comunidad judía mexicana que tenemos en México. Es poco conocida fuera de México, pero si nos fijamos en todos los buenos aspectos de la vida mexicana en los últimos 80 a 100 años, en la cultura, la ciencia, el gobierno, se encuentra un miembro de la comunidad judía mexicana que juega un papel importante. Eso, para mí, es muy interesante ya que es una prueba de la universalidad del espíritu humano. Ellos son judíos, no todos religiosos, que se preocupan por el Estado de Israel y han contribuido de forma modesta y, a la vez, son entre los mejores mexicanos. Algunas personas dicen que causa conflicto, pero se puede ser un buen mexicano y también un buen judío.

Fuente: Jerusalem Post/ Traducción: May Samra

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