Doble rasero

ROLAND J. BEHAR

Lamentablemente, cuando de Israel se trata, es usual que estén presentes una de las famosas tres “D” que magistralmente identificó Sharansky: Demonización, Deslegitimación y Doble Rasero. En este artículo me ocupa un caso evidente de doble rasero aplicado al Estado de Israel y no a ningún otro país en el mundo, por algún organismo internacional, o por la Unión Europea.

Los territorios de la antigua Palestina, muchísimo antes conocidos como los reinos de Judea, Samaria e Israel, están en conflicto. Quizás este conflicto se resuelva algún día si prevalece el criterio de los hombres y mujeres de buena voluntad que habitan esa región y no el de los terroristas.

Otros territorios de naciones con fronteras establecidas y soberanamente reconocidas también están en conflicto.

Casi siempre, como en el caso de Israel, se trata de territorios diminutos, en comparación con la mayoría de los países. Para poner algunos ejemplos les menciono el caso de la isla de Banc du Geysir, también conocida como Arrecife de Santo Antonio y las Islas Glorioso, disputadas por Francia a Madagascar y Coromo. Gran Bretaña contiende el Archipiélago de Chagos con Mauricio.

Existe un conflicto recurrente desde que España arrebató a Marruecos las islas Chafarinas y Perejil, las zonas del Peñón de Alhucemas, el Peñón de Vélez de la Gomera, Ceuta y Melilla. Por otra parte, en la misma Europa y sus alrededores aparecen otras contiendas territoriales como la de Grecia y Turquía por el Mar Egeo, la histórica disputa por el Peñón de Gibraltar entre España e Inglaterra, la constante discusión sobre la soberanía del Lago Constanza entre Alemania, Suiza y Austria, además de otros conflictos entre Croacia y Serbia, Irlanda e Inglaterra, España y Portugal y otros más. Incluso existen disputas territoriales entre Estados Unidos y su fraternal vecino Canadá. Los bienes producidos en estos territorios no están sujetos a la obligación de declarar su procedencia geográfica dentro del país.

La Unión Europea pretende, en un esfuerzo por contemporizar con los países árabes y la Autoridad Palestina, imponer una medida que obligue a Israel a notificar, en las etiquetas, la procedencia de los productos elaborados en los territorios de la Margen Occidental del Jordán bajo soberanía israelí.

En primer lugar, esta política contra el Estado judío es discriminatoria ya que la Unión Europea no tiene políticas similares para las otras decenas de territorios que son objeto de las controversias internacionales.

El momento no podía ser más desfavorable e inoportuno, ya que desvía la discusión y las energías que podrían emplearse en apoyar medidas objetivas que impulsen el reinicio de las negociaciones directas entre el gobierno de Israel y la Autoridad Palestina, con el objetivo de lograr la paz entre dos estados independientes.

Los principales perjudicados si esta política es aprobada por la UE serán precisamente los árabes palestinos, muchos de los cuales trabajan o son apoyados por estas empresas israelíes radicadas en dichas áreas.

Decenas de miles de árabes palestinos trabajan para estas empresas israelíes, ganan mucho más que los que lo hacen para la Autoridad Palestina (principal empleador en la Margen Occidental). Esta medida no solo los afectaría a ellos mismos, sino también a sus familias, que sufrirían un enorme golpe financiero como consecuencia de esta política. Entiéndase que entre ese grupo humano prácticamente sólo trabajan los hombres.

Por otra parte, estos encopetados señores de la Unión Europea, que tan celosos se muestran con el destino de los palestinos, se niegan a reconocer a Hezbolá como una organización terrorista pese a su flagrante complicidad con el régimen sirio en las masacres perpetradas contra la población civil que ya suma casi 100,000 muertos, cientos de miles de heridos y más de un millón de desplazados.

Es imprescindible que los países occidentales acaben de entender que con el apaciguamiento y contemporizaciones no se detendrá a los terroristas.

Debe darse la prioridad a la prohibición de organizaciones como Hezbolá y Hamas, cuyos objetivos son alterar la seguridad y la estabilidad en la región y, más allá, cuyo papel continuo impedirá que la paz se logre en el Medio Oriente. La mayor contribución que la Unión Europea puede hacer es adherirse a los esfuerzos del secretario de Estado Kerry y a los de aquellos que desean ver un reinicio de unas negociaciones que conduzcan a la resolución de tan prolongado conflicto. ¿A Ud. no le parece? A mí sí.

Fuente: El Nuevo Herald

 

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