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jueves 21 de noviembre de 2024

Parashat “Pinjás”

Enlace Judío arashat “Pinjás”

Interpretación y comentario

Nuestra parashá está llena de contradicciones, así como nuestra vida. Por un lado, en la segunda parte de la misma leemos acerca de las órdenes de Dios a Moshé sobre los sacrificios. Hay una larga descripción -que tal vez puede llegar a cansarnos- de los sacrificios que el pueblo de Israel debía ofrecer diariamente, en Shabat, Pesaj, la fiesta de las Primicias, el día del Estruendo del Shofar, Iom Kipur, Sucot y Shmini Atzeret (Números 28-29). Por otro lado, la parashá incluye narraciones especiales: el final del relato de los celos de Pinjás (Números 25:11-18) y el relato sobre las hijas de Tzlofjad (Números 27:1-11).

Por un lado, en la parashá hay una visión de rutina y de algo constante, que se expresa en la lista de los sacrificios. Frente a esta visión, hay algo único y sorprendente, que se expresa en los relatos de Pinjás y de las hijas de Tzlofjad.

Lo constante – los sacrificios en la época del Gran Templo de Jerusalem, o los rezos y los preceptos de nuestra época- da el marco rutinario a nuestra vida judía. Pero esta rutina, aunque vital, puede aturdir nuestros sentidos si se hace sólo como parte de la obligación de cumplir un precepto, o sea, sin kavaná, sin intención. Por otro lado, lo único y sorprendente tiene un potencial de matizar la rutina y enriquecer la vida, pero sólo si está dentro de límites claros.

Analicemos dos acontecimientos de nuestra parashá: Pinjás recibe, aparentemente, aprobación a su acción de celos en las palabras de Dios al inicio de la parashá: “Habló Adonai a Moshé diciendo: Pinjás, hijo de Elazar, hijo de Aarón el sacerdote, ha hecho retroceder Mi furor de sobre los hijos de Israel al celar él Mi celo en el seno de ellos; y no exterminé a los hijos de Israel por Mi celo. Por lo tanto, di: He aquí que Yo le confiero a él Mi Pacto de Paz. Y será para él y para su descendencia en pos de él, pacto de sacerdocio perpetuo, a cambio de lo que ha celado por su Dios y ha expiado por los hijos de Israel”. (Números 25:10-13). Como se puede ver en la impresión del texto bíblico, la letra “vav” de la palabra “shalom” está cortada, no está completa. Parece que esto viene a indicar que la acción de Pinjás no es un hecho que debe volver a repetirse para lograr la paz. Y así, hubo entre Nuestros Sabios quienes argumentaron que Pinjás no actuó según la voluntad de los sabios del pueblo, sino por sus propios celos. Sus acciones son únicas y quien actúa por celos, como Pinjás, merece ser censurado.

En contraposición al relato de Pinjás, se encuentra en nuestra parashá el relato de las hijas de Tzlofjad. En la larga lista de relaciones de parentesco que separa a los relatos de Pinjás y de las hijas de Tzlofjad, hay dos versículos que se distinguen: “Pero Tzlofjad hijo de Jefer no tenía hijos sino hijas; y el nombre de las hijas de Tzlofjad era: Majla y Noa, Jogla, Milka y Tirtza” (Números 26:33).

La lista de las familias que es citada según los padres de cada familia (Números 26), es detallada con el objetivo de dividir la herencia de la tierra de Israel a las tribus y familias, y destaca el hecho de que las hijas de Tzlofjad no pudieron heredar porque la tierra iba a ser dividida sólo entre los hombres.
¿Qué hicieron las hijas de Tzlofjad? ¿Cómo tomaron la decisión de acercarse a Moshé, Elazar y los ancianos? El midrash completa el vacío del texto: “Se acercaron las hijas de Tzlofjad: Al escuchar las hijas de Tzlofjad que la tierra iba a ser dividida por tribus y no a las mujeres, se reunieron todas para consultarse. Dijeron: La misericordia de Dios no es como la de los seres humanos; los seres humanos sienten más misericordia hacia los hombres que hacia las mujeres, pero la misericordia de Dios es igual para todos, como está escrito: “Y Su misericordia sobre todas Sus acciones” (Salmos 145)“. (Sifrei Pinjás, 133).
El midrash cuenta que ellas se acercaron unas a las otras para consultarse, y basándose en la fe que tenían en el hecho de que Dios se apiada de igual manera de los hombres y de las mujeres, se dirigieron a Moshé de manera agresiva: “Danos a nosotras posesión entre los hermanos de nuestros padres”. Moshé se dirigió a Dios. La respuesta que recibió fue: “La hijas de Tzlofjad están diciendo lo correcto”. Y como consecuencia del pedido de las hijas de Tzlofjad, se determinó la ley para todas las generaciones: “Un hombre cuando muriere e hijo no tuviere, habréis de transferir su herencia a su hija”. Y esta ley se instituyó.
Y es así que la fe de las hijas de Tzlofjad en el hecho de que la misericordia de Dios es para todos de manera igualitaria, es la fe que motiva a mujeres y hombres de nuestra época a realizar esfuerzos para romper la rutina de las situaciones impuestas contra las mujeres. Claro ejemplo de ello son las actividades en favor de las mujeres a las cuales se les niega el guet, el divorcio, en las Cortes Rabínicas de Israel. Ojalá que todos podamos transformar lo único y sorprendente basado en la justicia a algo rutinario, como ocurrió con el caso de las hijas de Tzlofjad. Así sea Su Voluntad.
Fuente: Aurora Israel 

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