Interpretación y comentario
Nuestra parashá está llena de contradicciones, así como nuestra vida. Por un lado, en la segunda parte de la misma leemos acerca de las órdenes de Dios a Moshé sobre los sacrificios. Hay una larga descripción -que tal vez puede llegar a cansarnos- de los sacrificios que el pueblo de Israel debía ofrecer diariamente, en Shabat, Pesaj, la fiesta de las Primicias, el día del Estruendo del Shofar, Iom Kipur, Sucot y Shmini Atzeret (Números 28-29). Por otro lado, la parashá incluye narraciones especiales: el final del relato de los celos de Pinjás (Números 25:11-18) y el relato sobre las hijas de Tzlofjad (Números 27:1-11).
Por un lado, en la parashá hay una visión de rutina y de algo constante, que se expresa en la lista de los sacrificios. Frente a esta visión, hay algo único y sorprendente, que se expresa en los relatos de Pinjás y de las hijas de Tzlofjad.
Lo constante – los sacrificios en la época del Gran Templo de Jerusalem, o los rezos y los preceptos de nuestra época- da el marco rutinario a nuestra vida judía. Pero esta rutina, aunque vital, puede aturdir nuestros sentidos si se hace sólo como parte de la obligación de cumplir un precepto, o sea, sin kavaná, sin intención. Por otro lado, lo único y sorprendente tiene un potencial de matizar la rutina y enriquecer la vida, pero sólo si está dentro de límites claros.
Analicemos dos acontecimientos de nuestra parashá: Pinjás recibe, aparentemente, aprobación a su acción de celos en las palabras de Dios al inicio de la parashá: “Habló Adonai a Moshé diciendo: Pinjás, hijo de Elazar, hijo de Aarón el sacerdote, ha hecho retroceder Mi furor de sobre los hijos de Israel al celar él Mi celo en el seno de ellos; y no exterminé a los hijos de Israel por Mi celo. Por lo tanto, di: He aquí que Yo le confiero a él Mi Pacto de Paz. Y será para él y para su descendencia en pos de él, pacto de sacerdocio perpetuo, a cambio de lo que ha celado por su Dios y ha expiado por los hijos de Israel”. (Números 25:10-13). Como se puede ver en la impresión del texto bíblico, la letra “vav” de la palabra “shalom” está cortada, no está completa. Parece que esto viene a indicar que la acción de Pinjás no es un hecho que debe volver a repetirse para lograr la paz. Y así, hubo entre Nuestros Sabios quienes argumentaron que Pinjás no actuó según la voluntad de los sabios del pueblo, sino por sus propios celos. Sus acciones son únicas y quien actúa por celos, como Pinjás, merece ser censurado.
En contraposición al relato de Pinjás, se encuentra en nuestra parashá el relato de las hijas de Tzlofjad. En la larga lista de relaciones de parentesco que separa a los relatos de Pinjás y de las hijas de Tzlofjad, hay dos versículos que se distinguen: “Pero Tzlofjad hijo de Jefer no tenía hijos sino hijas; y el nombre de las hijas de Tzlofjad era: Majla y Noa, Jogla, Milka y Tirtza” (Números 26:33).
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