02 de julio 2013.-Un sacerdote católico fue asesinado en Siria, según ha confirmado el propio Vaticano. El suceso tuvo lugar el pasado 23 de junio en el convento de la Custodia de la Tierra Santa y la víctima fue François Murad, un padre franciscano de 49 años que fue desalojado del convento de Gassabieh, cerca de Homs, al sur del país, cuando trataba de defender a las monjas que residían en el recinto. La agencia de noticias del Vaticano había informado anteriormente de que Murad había muerto decapitado. Fuentes locales han informado a la BBC de que los autores del asesinato son rebeldes, opositores al Gobierno de Bashar El Asad, pertenecientes al Frente Al Nusra, un grupo islamista que es considerado por las Inteligencias occidentales como el brazo de Al Qaeda en Siria.
Aunque Roma ha confirmado la muerte del religioso, los detalles del suceso son por ahora muy confusos. Distintas páginas web de información cristiana han difundido un vídeo de nueve minutos en el que se ve cómo un grupo de tres hombres, en el que se encontraría Murad, es llevado a un monte. Ante una multitud y usando un pequeño cuchillo, los rehenes son decapitados. Las imágenes, de enorme dureza, muestran una cabeza mostrada como un trofeo con gritos festivos de fondo. La grabación está datada el 23 de junio pasado.
Sin embargo, fuentes del convento de San Salvador de Jerusalén, sede de la Custodia Franciscana de Tierra Santa de la que dependía el sacerdote, confiesan que desde Siria les llegan testimonios que aseguran que Murad murió tiroteado dentro del convento. Al parecer, su compañero abandonó temporalmente la congregación para levantar un monasterio dedicado a San Simón Estilita, llevando para ello una vida ermitaña. Cuando su pequeña capilla fue bombardeada por las tropas leales a El Asad, a principios de junio, regresó con sus compañeros al convento de Gassabieh, donde supuestamente perdió la vida. Los franciscanos están investigando, junto con el Vaticano, la veracidad de las imágenes conocidas hoy, comparándolas con los testimonios que les llegan sobre el terreno.
El cardenal Leonardo Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales, pidió ya el pasado día 25 que el asesinato del padre François Murad “despierte las conciencias de las partes en conflicto” y de los “responsables de la comunidad internacional para hacer callar las armas y abrir un tiempo de reconciliación en Siria”, informó la agencia FIDES.
El padre Pierbattista Pizzaballa, el responsable franciscano en la región, denunció entonces que Siria se ha convertido en un campo de batalla, no solo entre nacionales sino también entre los países árabes y la comunidad internacional. “Recemos para que esta absurda y vergonzosa guerra termine pronto y los sirios puedan regresar a sus vidas normales”, ha repetido esta mañana.
La ONG Human Rights Watch ha examinado el contenido del vídeo y afirma, por su parte, que las imágenes fueron tomadas meses atrás, que no es una grabación reciente, y que el escenario no parece ser el norte de Siria. Sus informadores en el país, pese a todo, también corroboran que el sacerdote, fueran cuales fueran las circunstancias, murió días atrás.
Los franciscanos no habían estado, por ahora, en la diana ni del Gobierno ni de los rebeldes sirios. El Centro Católico de atención a los Medios en Damasco, muy próximo al régimen de El Asad, denuncia que se ha “acentuado” la persecución de los cristianos, casi dos millones de sirios, el 10% de la población, que profesa alguna de las 11 confesiones reconocidas en el país y practicadas en 33.000 parroquias. Hablan de quema de iglesias, profanación de templos y apropiaciones de bienes, “a manos de los rebeldes”, indican sus comunicados. Este centro y Sor Inés, la monja que lo dirige, están siendo acusados por asociaciones de base, como la Comunidad Cristiana Libre, de “falsear” la violencia de los opositores al Gobierno.
Yosef Agui, seminarista libanés que ha estado seis meses residiendo en Homs, sostiene que no ha sentido que haya una “violencia deliberada” contra los cristianos en Siria, pero reconoce que determinados grupos disidentes están aprovechando sus avances para “imponer su visión del mundo y de la fe” allá por donde pasan. En abril, por ejemplo, dos obispos ortodoxos –la profesión mayoritaria- fueron secuestrados cuando viajaban de Turquía a Alepo. El investigador principal de la ONU para Siria, Paulo Pinheiro, ha ratificado en sus últimos informes un matiz “cada vez más sectario” en el conflicto.
Fuente:elpais.com
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