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viernes 22 de noviembre de 2024

El juego compulsivo en la Comunidad Judía de México: ¿un vicio o enfermedad?

ELENA BIALOSTOCKY PARA ENLACE JUDÍO

Por respeto a los jugadores compulsivos y a quiénes les apoyan en su lucha, no mencionamos los nombres ni mostramos la cara de quienes, amablemente, nos dieron sus testimonios.

El juego se ha convertido en una enfermedad preocupante para la Comunidad Judía y en general para todo aquel que, por diferentes circunstancias, cae en sus garras.

“Ésta es una enfermedad brutal que te lleva a tres lugares: a la cárcel, a los hospitales o a la muerte ¿Por qué lo entendí? Porque pedí la ayuda. Yo pensaba que esto era simplemente un vicio y que de inicio lo hacía por evitar tiempos de soledad: hace 14 años me separé del papá de mis hijos y los fines de semana que mis hijos empezaban a irse con su papá yo no tenía más que sentimientos de sufrimiento y de dolor porque mis hijos no estaban conmigo y como mamá no sabía cómo manejarlo; empecé a asistir a los casinos con la intención de pasar el tiempo.

El juego tiene una manera muy cruel de endulzarte y de meterte para que termines estando la mayoría del tiempo de tu vida adentro de un casino o en alguna apuesta porque de principio te permite tener ganancias y pues ya que estás endulzado con esas ganancias, pues evidentemente quieres, en mi caso personal, más. […] Esta enfermedad tiene dos patas: una es la obsesión y otra es la compulsión; la obsesión se instala en el pensamiento y la compulsión en la acción. Si yo tengo en mi pensamiento la obsesión por el juego, una vez que yo inicie jugando, no va a haber forma ni manera ni poder humano que me quite de estar picando un botón. Lo primero que te roba la enfermedad es el sano juicio: empiezo a hacer cosas que estando en un juicio sano no haría como dejar de comer, dejar de dormir, empezar a robar, empezar a faltar a mis responsabilidades en el trabajo, como ama de casa, como esposa, como madre. Es decir, el programa me regresa a una vida normal para pensar y vivir de forma diferente la enfermedad, la adicción, mientras me mantenga yo jugando, me lleva a un camino de destrucción […]”

El juego es una enfermedad, que puede ser tratada, siempre y cuando la persona pida y quiera la ayuda. El jugador compulsivo debe de reconocer primero que está enfermo: no se puede tratar a una persona que no acepta su patología.

Javier González H., quien es el director de “Centro Samadhi”, grupo de autoayuda de personas con problemas de juego, ubicado en la ciudad de Chihuahua.

“Una persona cuando ya está metida en este problema del juego, puede llegar a cometer acciones diversas según varios factores por ejemplo una persona que tiene mucho acceso a dinero, pues obviamente va a perder más dinero que la que tiene menos acceso a dinero. Las personas que están casados con hijos, van a dañar mucho más a sus seres queridos, que el que está soltero. Pero vamos a tomar algunos ejemplos de lo que puede llegar a ser un jugador compulsivo en plena actividad: número uno, acabarse su dinero propio si es que lo tiene; comenzar, después, a usar los mecanismos de financiamiento más obvios como lo son tarjetas de crédito, préstamos a familiares y amigos; cuando esas opciones se agotan se recurre a empeños, a vender cosas, artículos valiosos como relojes, televisiones, carros, etc; luego después cuando se agotan esos recursos, también es muy común que se acuda al prestamista con intereses muy altos, que les dicen usureros; después es muy posible que las personas acudan al robo, al fraude, a la manipulación, al chantaje… Todo en aras de conseguir dinero para seguir jugando.

Es increíble porque la mayoría de los jugadores compulsivos, la gran mayoría, son personas con un nivel sociocultural importante, quiero decir, somos personas con educación, formados con valores y principios universales y a pesar de todo, vamos en contra de eso. […]

Otra cosa, es el suicidio, lamentablemente porque el juego compulsivo a nivel mundial, es la adicción que más índice de suicidio tiene porque el juego efectivamente genera un vacío inmenso, tal vez a veces pensamos que es imposible de llenar. Pero lo que yo he aprendido de mi experiencia personal y ahora en la experiencia clínica que tengo y que también observo es que el vacío que me dejó el juego fue llenado poco a poco, yo no puedo mentir y decir que fue de manera inmediata, fue poco a poco, paulatinamente y con mucha paciencia, con el amor de tu familia, con el poder percibir la satisfacción de que ya no los estás lastimando, de que ya no les mientes, de que día a día haces lo correcto. Entonces, eso, empieza a generar una especie de satisfacción grandísima, inmensa.”

Llegó un momento en que no pudo más, tocó fondo y es cuando su familia buscó ayuda. Al no encontrar un lugar adecuado, en la República Mexicana, lo llevaron al extranjero a una clínica para internarlo.

Cuando volvió, recuperado pero a sabiendas que siempre sería un jugador compulsivo, investigó y decidió abrir un centro de internamiento en nuestro país. En Enero de 2010 se abrió la clínica que dirige. Cuenta con 14 camas, instalaciones de primer nivel con personal capacitado para atender a los pacientes, personal de limpieza, de administración, cocina y todo lo necesario para la comodidad del internado”.

Al preguntarle acerca de la cantidad de pacientes judíos que llegan, comentó que son muchos, que la mayoría son del poniente de la ciudad de México y es adonde vive la mayoría de la Comunidad. Javier admira a la comunidad judía: el apoyo y ayuda que brinda a sus miembros no se puede encontrar en ningún otro grupo con el que ha tenido la oportunidad de convivir.

“Isaac” (no es su verdadero nombre) lleva el grupo de autoayuda en Polanco: ” El juego no es una enfermedad en la que se puede aislar a la comunidad judía del resto de los habitantes del país. En este rubro cómo en muchos otros, somos todos iguales y de la misma manera podemos caer- y caemos- en muchos de los vicios y adicciones a los cuales se está enfrentando la humanidad”.

“El jugador, desgraciadamente, tiene que mentir para continuar con su adicción. Hay por ahí una regla que dice que tú te puedes dar cuenta si tienes un problema de juego, si le mientes a las personas que quieres en cuanto a los tiempos que dedicas a apostar y a los montos que dedicas a apostar; si tú mientes en esas dos cosas, seguramente tienes un problema de juego. Yo trabajo en mi recuperación todos los días. Yo no digo que “era” un jugador compulsivo, yo digo que “soy” un jugador compulsivo. Tengo muchos años sin hacer una apuesta, tengo muchos años en recuperación, pero no puedo decir que “era” un jugador porque si yo digo que “era” un jugador, quiere decir que hoy ya no lo soy y si ya no lo soy, quiere decir que puedo entrar a jugar a cualquier casino o puedo jugar un Melate, o puedo jugar a lo que sea. […] Mucha gente no sabe que el juego hoy en día es una enfermedad, es una enfermedad y se debe manejar como tal. Es una enfermedad que no se cura, pero se puede controlar […] las adicciones, las enfermedades, no son de echarle ganas, son de someterse a un tratamiento y el tratamiento es venir a grupo a hablar, sacar lo que tengo. Entender que lo que tengo es una enfermedad más fuerte que yo. De las adicciones nadie puede salir solo”

“No estoy a favor ni en contra de los casinos: el juego se origina desde que somos pequeños. A mí me llevó a que faltara el dinero en mi casa, para los gastos diarios, colegiatura: llegué a tener que vender mi casa y nos fuimos a vivir a casa de mis suegros. Fue a través de los años que toqué fondo y fue cuando ayudé a la fundación del primer centro de Autoayuda. Primero nos reuníamos en un cuarto que nos facilitó Ramat Shalom, y con el tiempo nos pasamos al local en donde hasta la fecha nos encontramos”.

¿Qué sucede con la pareja de un jugador?También tuvimos la oportunidad de platicar con la ex esposa de un jugador compulsivo: “Cuando conocí a mi esposo, me comentaron que tuviera cuidado, pero yo pensé lo iba a poder manejar. Sólo el tiempo me demostró que no podía; comenzaron las mentiras, las llegadas tarde a la casa, la falta de interés en salir a divertirnos y el no ir de vacaciones, aduciendo que no estaba bien el negocio, cuando la verdad era el exceso de juego. Trató de dejar su adicción varias veces y dos veces recayó. A la tercera, me decidí por el divorcio, con el apoyo de mis suegros y familia. Mi esposo fue internado en la Clínica Samanhi, de Chihuahua. Ya estoy separada y por divorciarme, más tranquila y retomando mi vida”

“Una persona que está enferma, que tiene una adicción, tiende a ser mentiroso, a ser controlador y se les da como si hubieran nacido con eso; son especialistas en hacerte creer lo que ellos quieren; si tú estás viendo que el piso es verde y ellos te están diciendo que es azul, te van a convencer de que es verdad, yo llegaba momentos en los que decía << pues sí, sí es verde>> […]

Yo creo que esa clínica le salvó la vida porque el juego, dicen, es la peor de las adicciones. Caes en todo, estás jugando y prendes el cigarro y pides la copa y luego ya conociste a un narcotraficante y entonces se hace un círculo donde andas cayendo en todos los vicios”.

Les proporcionamos los datos del Grupo de ayuda a jugadores compulsivos en Polanco:
Plaza Polanco
Jaime Balmes Núm. 11 Local 105
email: [email protected]
Tel: 555 433 1942

En Chihuahua:
email: [email protected]
Teléfonos: (614) 236 7712, (614) 236 7711
Celular: (6143) 427 1173

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