Venezuela estaría más que dispuesta a recibir a Edward Snowden. Es más, parece desearlo, a juzgar por los elogios de su presidente Nicolás Maduro a la masiva filtración de documentos atribuida al ex agente de la NSA, que revela un plan de espionaje electrónico de Estados Unidos. El viernes en la noche el jefe de Estado coronó con el ofrecimiento de asilo humanitario al joven informático una semana durante la cual lo estuvo cortejando para que venga al país. “Queremos protegerlo de la persecución que se ha desatado por parte del imperio más poderoso del mundo”, explicó el mandatario en la parada militar con motivo del 202 aniversario de la declaración de la independencia de la corona española.
Maduro es, junto con el nicaragüense Daniel Ortega y el boliviano Evo Morales, uno de los tres mandatarios de América Latina que se han ofrecido para proteger a Snowden de lo que califica como una “persecución” de las “élites imperialistas”.
En un discurso muy encendido contra Estados Unidos, Maduro dedicó calificativos al “imperio” que evocaron los epítetos más sonoros de la era bolivariana. “¿Quién viola la ley internacional? ¿Un joven que ha decidido decir la verdad del espionaje contra el mundo o un poder como el de las élites imperialistas que espían al mundo entero?”, se preguntó el jefe del Estado venezolano. Poco después coronó con una alusión a la guerra civil en Siria su crítica más feroz contra Washington desde que asumió el poder en abril, e hizo recordar al primer Hugo Chávez, ese que en 2001 criticó con firmeza la ofensiva militar sobre Afganistán tras el atentado terrorista del 11 de septiembre. “¿Y quién es el delincuente mundial?”, volvió a preguntarse el delfín del comandante, “¿un joven de 29 años que denuncia planes guerreristas o aquel gobierno que lanza bombas y arma a la oposición siria para derrocar al legítimo presidente Bachar El Asad?”.
Durante su gira a Moscú y Bielorrusia el Presidente había asegurado que Snowden “no había hecho nada malo” y calificó sus acciones “como un acto de rebeldía”. La demora del vuelo del presidente Evo Morales parece haber doblado su apuesta por posicionarse como el líder antiestadounidense de la región, un puesto que dejó vacante Chávez con su muerte, de la que hoy se cumplieron cuatro meses.
El discurso desbarata de momento el armónico plan que Caracas había diseñado al procurar un acercamiento con Washington tras el controvertido resultado de las elecciones del pasado 14 de abril. Maduro había nombrado incluso un nuevo encargado de negocios —Calixto Ortega— y había reducido el tono antinorteamericano de su predecesor.
Nicaragua y Bolivia también ofrecieron sus territorios para recibir a Snowden, que sigue varado en Moscú, aunque con llamados más tibios. En Managua, el presidente Daniel Ortega se mostró dispuesto a recibirlo “si las circunstancias lo permiten”. No aclaró si había una petición oficial. Entretanto, el líder boliviano Evo Morales dijo el sábado en un acto que también le daría asilo “como justa protesta” a lo que le ocurrió el miércoles cuando regresaba de Rusia. “No tenemos ningún miedo”, agregó.
La oposición venezolana trató de convertir el anuncio en un argumento esgrimido por Maduro para tapar los problemas domésticos. Su líder, el gobernador Henrique Capriles Radonski, escribió en su cuenta de Twitter que el mandatario pretende ocultar “que se robó las elecciones” y agregó que esa oferta “no le da legitimidad ni hace que la gente olvide el desastre económico, la inseguridad y la escasez”.
De la oferta de Maduro se desprenden dos preguntas: ¿Cómo podría salvar Snowden la distancia que hay entre Moscú y Caracas sin pasaporte? “Eso es algo inédito. Es imposible salir sin la colaboración de Rusia”, dice la analista María Teresa Romero de la Universidad Central de Venezuela. Las esperanzas de Snowden han renacido con estos ofrecimientos, pero el problema es alcanzar la embajada venezolana en Moscú sin ser detenido. La otra interrogante es qué tan seguro podría estar el ex espía de la NSA en este país. Los precedentes no son muy auspiciosos. En 2005 y gracias a la complicidad de militares venezolanos, Colombia ingresó a territorio venezolano para capturar a alias Rodrigo Granda, el canciller de las FARC. En aquella oportunidad Caracas llamó a consultas a su embajador de Bogotá en lo que fue el inicio de la tensa relación que tuvieron Álvaro Uribe y Chávez.
Fuente: El País
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