Prominentes mujeres en la judería medieval

El hallazgo de la Genizah del Cairo en el s. XIX (a raíz de los trabajos de renovación que se iniciaron en 1890) fue un acontecimiento revolucionario, pues a pesar que este archivo documental era conocido desde mucho antes, el valor de su acervo literario e histórico fue recién reconocido e investigado en el s. XX. Una genizah es un depósito especial mantenido por las comunidades judías antiguas, anexo a sinagogas o cementerios, donde se guardaban aquellos textos categorizados como sagrados, por contener escrito en ellos el nombre de dios. Estos documentos incluyen tratados bíblicos o del Talmud, como también textos laicos como testamentos, cartas, solicitudes y dictámenes rabínicos sobre temas de diversa índole.

La Genizah del Cairo, construida en el año 882 d.C. contenía abundantes documentos invaluables, entre ellos una versión original en hebreo del Libro de la Sabiduría de Ben Sirah, tratados de Mishná firmados por Maimónides y poemas de Yehudá Halevi, verdaderos tesoros literarios de la judería medieval. Los registros privados, cartas, contratos y otros documentos, son pequeñas ventanas a la vida de la judería medieval, no sólo en el mundo islámico, pues además de textos en hebreo y árabe, hay documentos en lengua persa, español, griego, italiano e yiddish.

Una porción considerable de documentos de la Genizah del Cairo estaban escritos por mujeres, sobre los temas que les eran importantes, consultas sobre pertinencia o praxis religiosa, reclamos a rabinos y autoridades sobre una situación legal. Estos documentos dan cuenta del status de las mujeres en las comunidades judías de la época, como individuos letrados, independientes o semi independientes, capaces de desenvolverse en el mundo interactuando no sólo con sus familias, sino con autoridades comunitarias, sabios de tierras lejanas y con la sociedad gentil.

Además de amas de casa y madres de familia, muchas mujeres judías de la época trabajaban fuera del hogar en oficios relacionados al comercio de textiles; costureras, hilanderas, bordadoras, así como comerciantes de hilos, telas y vestimentas. Por ejemplo, la esposa de Abu al-Hasan, molinero, hija de un hazán, apela a la corte rabínica para estipular que su marido no tiene el derecho de obligarla a trabajar como costurera en casas ajenas, y que en caso de hacerlo, él no tiene el derecho de recibir ese dinero.

Karima al-Wuhsha (la deseada) la comerciante, fue una mujer prominente en la vida pública de El Cairo en el siglo XII. Su esposo se divorció de ella tras el nacimiento de una hija, luego tuvo un hijo fuera del matrimonio, por lo cual fue expulsada de la sinagoga iraquí en Egipto en Iom Kippur. Otros documentos narran sobre su éxito económico y también sobre su continua vinculación a la comunidad. El testamento de Karima deja legados a caridad y a instituciones comunitarias, incluyendo a la sinagoga iraquí, e instruye sobre los arreglos para un gran funeral. Luego de su muerte, los documentos siguen mencionándola al identificar a sus hijos y nietos.

Otros oficios descritos para las mujeres judías de la sociedad medieval incluyen partera, médica oculista, astrólogas, cuidadoras de casas comunitarias (como escuelas y sinagogas) y maestras. Un caso presentado a Maimónides trata de una mujer abandonada por su marido, que se gana la vida dirigiendo una escuela; el esposo regresa años después y le exige que deje la escuela y se dedique sólo al trabajo doméstico. La solicitud de la mujer insta a considerar que este hombre ha sido poco fiable en el pasado y que si ella renuncia a continuar con la escuela y pierde a los alumnos, le será imposible volver a encontrar clientela en el futuro si su esposo la vuelve abandonar. El dictamen de Maimónides indica que el marido debe ser obligado a divorciarla, y ella no debe recibirlo y debe renunciar a su porción marital (pues éstas son causales de divorcio), y que mientras ella se encuentre divorciada podrá disponer de sí misma, enseñar lo que le plazca y actuar como le parezca.

Las relaciones entre géneros también pueden ser revaluadas a la luz de algunos hallazgos de la Genizah del Cairo. Se encuentran entre los documentos abundantes ketubot de estilo talmúdico, escritas a nombre del marido, pero además se encuentra un tipo diferente de ketubah, llamado bilateral, según la costumbre de la tierra de Israel, en la cual se señalan obligaciones comunes mutuas entre los esposos, definiendo el matrimonio como una sociedad y se garantiza a la mujer la prerrogativa de iniciar el divorcio si la convivencia es imposible.

La educación femenina no era corriente, pero tampoco totalmente excepcional. Aquellas mujeres educadoras o comerciantes debían saber leer y escribir, en árabe probablemente, así como manejar rudimentos de matemáticas y contabilidad. La educación formal religiosa era un tema más bien exclusivo de los hombres, si bien las niñas y jóvenes debían ser instruidas en las bases religiosas que garantizara una adecuada vida familiar dentro de los preceptos bíblicos. La existencia de algunas de estas mujeres instruidas está atestiguada en los documentos de la genizah, como la hija de Samuel ben Ali, autoridad comunitaria en Bagdad, quien era experta en las escrituras y el Talmud, respetada maestra quien daba clases a hombres jóvenes en materias religiosas, a pesar de hacerlo a través de una ventana que separaba su presencia de sus alumnos. Qasmunah, posible hija del poeta Ismail ibn Baghdala o del rabino Samuel ha Naguid, escribió bellos poemas en lengua árabe, los cuales sobreviven hasta hoy en antologías medievales.

En el ámbito literario, la corriente hebrea Manama introdujo una serie de motivos misóginos en el canto y la poesía, lo cual es reflejo de cambios sociales y políticos acontecidos a partir del s. XIII en el mundo islámico, los cuales apuntaban a la pérdida de autonomía para las mujeres, leyes patriarcales más severas en la sociedad musulmana en la cual las comunidades judías se insertaban y una creciente tensión con el mundo cristiano europeo.

Son estos cambios históricos y la transición a la modernidad los que configuraron el modo en el que comprendemos hoy a las sociedades del pasado. Solemos asumir a las mujeres judías del pasado como buenas esposas y madres, en una continuidad directa con la tradición bíblica, desestimando la capacidad de transformación y cambio que aquí vemos plasmada por mujeres medievales, quienes a través de sus oficios, enseñanzas y rol público, se mantuvieron vinculadas a la vida comunitaria y secular en forma activa.

Fuente:eldiariojudio.com

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