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jueves 21 de noviembre de 2024

Crónicas Intrascendentes. Parte LXVI

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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

El Pensamiento de la Tercera Edad

Enlace Judío México|La tercera edad es una etapa de la vida de los individuos en la que se tiende a realizar una reflexión profunda de hechos cotidianos que muchas veces nos remontan a un pasado, en ocasiones remoto; este proceso, mientras no nos aferre a pasados ideales, suele ser positivo para aprender de errores que sirven para proyectar el futuro.

Esta situación la he vivido intensamente, a veces de manera dolorosa con la elaboración de Crónicas Intrascendentes, con las cuales he podido compartir experiencias con los lectores y tener un sentido de trascendencia; sin embargo, las Crónicas no han tenido una aceptación cabal en mi familia cercana, la cual considera que “ventilo” públicamente asuntos personales que afectan su imagen o sentimientos.

Acepto que en buena medida pueden tener razón, sin embargo, al mismo tiempo considero que tengo el legítimo derecho de libre expresión y que mis comentarios no son mal intencionados o con dolo. Al final de cuentas ellos tienen la oportunidad de expresar por escrito en Enlace Judío lo que piensen, no se trata de establecer un diálogo paradigmático (destruir para construir) sino, contribuir a tener un intercambio familiar y con terceros de ideas, experiencias y sentimientos para poder tener una ubicación existencial.

En este ámbito, dos colegas periodistas que compartían espacios editoriales en el periodo en donde escribo semanalmente una columna, han renunciado recientemente a seguir escribiendo sus artículos de carácter técnico (economía, política y aspectos sociales) para tener mas tiempo de escribir novelas, en donde seguramente pueden entremezclar situaciones de su vida personal.

En el relato de hechos cotidianos la semana pasada volví a la sinagoga de Acapulco 70, al rezo Maariv (tarde), que de acuerdo al calendario judío se cumplía un aniversario más del fallecimiento de mi padre (Iortzait). Salí con bastante anticipación de mi casa, no obstante, por la lluvia se descontrolaron los semáforos y el tránsito se complicó y llegue tarde a Shajarit. Ingenuamente abrí el cierre de la bolsa en el que llevaba mi Talit (manto con el cual se cubren los varones para determinadas ocasiones) cuando uno de los asistentes me indicó que el Talit no se utiliza en los rezos de la noche.

Me sentí avergonzado de “mi imprudencia” ¿Cómo era posible que hubiese podido olvidar algo tan elemental de la liturgia de la religión judía? Asimismo, en las Crónicas pasadas mencioné que no tenía Tefilim (Filactelias); mi hijo menor me dijo que en un cajón de mi closet estaban unas. Creo que estas dos situaciones son actos fallidos de un rechazo a algo, quizá a la intolerancia. Por lo demás, no recuerdo cuando y donde adquirí el Talid y las Filactelias; sin embargo, percibo que estos dos objetos simbólicos en la religión judía, son parte de mi esencia, una especie de herencia de una cultura milenaria a la cual pertenezco.

Otro suceso de la semana pasada que me hizo pensar de que a pesar de la coincidencia de preceptos entre la religión judía y la católica, sobretodo, porque esta última tiene sus raíces en la primera, también tienen diferencia en conceptos básicos como el de la muerte. Ciertamente, el miércoles pasado asistimos a la misa de cuerpo presente y al entierro del esposo de una querida amiga de mi esposa. El suceso fue profundamente triste por que seis meses atrás había fallecido en un accidente el hijo de ambos, de 23 años. En la religión judía se dispone que cuando muere una persona a la brevedad se le sepulte. En cambio, los católicos acostumbran velarlo, realizar una misa de cuerpo presente y enterrarlo, y posteriormente se realiza el novenario (nueve misas en la Iglesia). Creo que la misa de cuerpo presente prolonga el dolor de los deudos; en la de nuestro querido amigo fueron de gran impacto las expresiones de dolor de la viuda y sus hijas.

Asimismo, me sorprendió que durante la misa hubiera un canto religioso acompañado por una guitarra y en el entierro se despidió al difunto con aplausos, creo que estas son costumbres relativamente recientes, que respeto, empero, que a mi juicio restan solemnidad a actos tan trascendentes. Otra gran diferencia entre ambas religiones es que en el Catolicismo en los entierros, amigos y parientes llevan coronas de flores y en el judaísmo no. Pienso que ello implica dos concepciones profundamente opuestas, sin pretender emitir un juicio de valor.

La muerte es una etapa más en la existencia del hombre. Nuestro amigo fue una persona de nobles sentimientos que ayudó a mucha gente. ¿Por qué Dios le segó prematuramente la vida a él y a su hijo, creando vacío y dolor de por vida en sus seres queridos? Este es un enigma difícil de resolver; empero, me pregunto ¿esto es justo? Los familiares de los difuntos son gente de gran fe, y aunque se cuestionen por qué suceden hechos tan infaustos, los aceptan. A mi me cuesta trabajo entenderlo.

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