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domingo 24 de noviembre de 2024

La lista de Landauer: el Bayern judío de 1932

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Enlace Judío México | La Bundesliga, la fenomenal competición liguera alemana, comienza la temporada 2013/14 con un apasionante Bayern de Múnich-Borussia Monchengladbach, uno de los clásicos de los 70 cuando ambos se pasearon (los bávaros para quedarse) por la élite del fútbol europeo mientras mantenían una tremenda rivalidad local.

Es la deferencia de la Bundesliga, competición que también cuida los detalles, para con su campeón de la temporada precedente, hacerle jugar el partido inaugural en viernes, el que concentra toda la expectación de la pretemporada. Y el Bayern, ahora con Guardiola, juega orgulloso del fin último del fútbol que se busca cuando se trata de clubes poderosos: ser campeón.

Desde el blog Vintage toca recordar al Bayern cuando fue campeón por vez primera de Alemania (aún no de la Bundesliga, instaurada a partir de 1963) antes de la Segunda Guerra Mundial, en 1932, cuando estaba muy cerca de producirse la nominación como canciller de Adolf Hitler. Este fecha de 1932 es determinante también en la historia del club bávaro, pues supuso la caída a los infiernos del mismísimo Bayern vencedor del Eintracht de Fráncfort por 2-0 en la final sin juicio de Núremberg de ese año.

Era el Bayern un club presidido por Kurt Landauer, judío, y eso suponía una afrenta para el nuevo régimen hitleriano. Así que pese a ser el campeón, las directrices eran claras: acabar con él. Retención en 1933 de Landauer y despido también de su trabajo como publicista en un periódico local, el ‘Münchner Neuesten Nachrichten’. Cinco años después, y en la noche del oprobio de los cristales rotos, deportación a Dachau, donde logró salir después de 33 días en atención a su pasado combatiente en la Primera Guerra Mundial y escapar a Suiza. Fue el prisionero número 20.009.

Kurt Landauer, a la izquierda, con en el presidente de la Federación alemana en 1955 (Imago).

El Bayern, mientras, poco menos que entraba en la clandestinidad, en contraste con el colaboracionismo del otro club de la ciudad, el TSV 1860 Múnich, y sus jugadores protagonizaron en 1934 una valiente pelea en Múnich con ‘camisas pardas’, los milicianos nazis.

Pero Landauer esperaba en el exilio a poder volver a su pasión, dirigir al Bayern, y los jugadores no le olvidaban. Al punto de que otro episodio volvió a poner en peligro la relación cuando los fubolistas de 1943 (ya lo habían hecho en 1940, aprovechando un partido ante el Servette en Ginebra), en unamistoso en Zúrich contra la selección de Suiza, se acercaron a la grada para saludar al exiliado Landauer. La Gestapo palideció con el gesto y amenazó con represalias, lo que era como para tomárselo bien en serio entonces. Tras la guerra, con la Alemania vencida abierta a nuevos impulsos regeneradores, Landauer regresa para afrontar su tercer mandato, entre 1947 y 1951.

Mito sólo reciente

Aún hoy, Landauer es un mito en vida para el Bayern, que mantiene la llama de su recuerdo en el museo del club en el Allianz Arena y no duda en prepararle homenajes a él y al equipo campeón del 32. Ahora sí. Porque fueron los judíos del Bayern, ese punto subversivo y transgresor que tranquiliza conciencias a veces en Alemania.

Pero este revisionismo es moderno, pues con la excusa de evitar más controversia el Bayern incluso ocultó durante décadas los rastros del legado de Landauer, rehabilitado tan sólo últimamente. En su muerte, en 1961, el club obvió toda referencia a la condición judía de Landauer o a su persecución por los nazis. La presión de los ultras del Bayern del grupo Schickeria, antirracistas, se cree que ha servido igualmente como el de la Federación Alemana de Fútbol para que la entidad abandone la timidez y recuerde sin tapujos a Landauer como padre incluso del Bayern moderno.

Rummenige homenajea al Bayern del 32. A la derecha, la portada del libro de Schulze-Marmeling.

Dos judíos participaron de la fundación del Bayern en el bohemio barrio de Schwabing en 1900, el burgués Josef Pollack y el escultor Benno Elkan, famoso por su lámpara de aceite o menorah de siete brazos que preside el parlamento israelí en Jerusalén y que tardó seis años en esculpir. En 1911, Landauer, junto a Walther Bensemann, luego fundador de la revista aun hoy en circulación ‘Kicker’, ya lleva el día a día del Bayern y promociona la llegada de entrenadores judíos. Así es como el austro-húngaro Richard Dombi llega a ser el técnico del Bayern campeón del 32.

La filosofía importa (los valores como se diría ahora) y el ganar de cualquier manera está desterrado del ADN del club de Landauer, algo que enerva igualmente a los nazis, quienes promueven entre la juventud germana el ‘Kampfgeist’ o espíritu de lucha.

*Para profundizar en esta historia nada mejor que el libro ‘El Bayern y sus judíos’ de Dietrich Schulze-Marmeling.

Fuente: Yahoo

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