En su edición de ayer, el periódico estadunidense The Washington Post publicó el testimonio de Carlos, quien hace dos años estudiaba derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Según relata el joven, fue entonces que asistió a una recepción en la embajada de Irán en la Ciudad de México, donde se presentó ante el embajador Mohammad Ghadiri, a quien le dijo estar interesado en aprender sobre el Islam.
Eso bastó para que comenzaran los contactos que lo llevarían a Teherán unos meses después con todos los gastos pagados.
En su entrevista con The Washington Post, Carlos asegura que encontró en su clase a otros “25 o 30” jóvenes originarios de Colombia, Venezuela y Argentina. Muchos eran nuevos conversos al Islam y recibían el curso de inmersión en español.
De acuerdo con funcionarios estadunidenses consultados por el diario, el encargado de coordinar ese y otros programas es Mohsen Rabbani, un ex agregado cultural en Buenos Aires acusado por Argentina de ayudar a cometer el atentado contra un centro comunitario judío en 1994 que dejó 85 muertos.
Pero Irán rechaza las acusaciones y asegura que el fiscal argentino es un “sionista”.
Carlos dijo que se sorprendió por la eficacia del programa de adoctrinamiento teológico y político del Instituto Cultural de Pensamiento Oriental, y recordó que algunos de sus compañeros que apenas parecían curiosos sobre Irán, terminaron sus estudios como discípulos coprometidos.
Sin embargo, personal iraní comenzó a sospechar de Carlos y en marzo de 2011 le incautaron cámaras y grabadoras, y lo acusaron de ser un espía.
El joven acudió a la embajada de México para pedir protección, y aunque logró regresar al país, asegura que funcionarios de la embajada de Irán lo siguieron a él y a sus amigos e incluso fueron a buscarlo a casa de
sus padres.
Carlos asegura que las autoridades mexicanas desestimaron sus preocupaciones, por lo que viajó a Estados Unidos en 2012 y actualmente espera una respuesta a su solicitud de asilo político. Es por esa razón que The Washington Post no revela su nombre.
“Una vez tuve un brillante futuro en México, pero aquí he tenido que empezar todo de nuevo, y no tengo nada”, dijo Carlos al diario.
Instalan “redes clandestinas”
Un informe publicado en mayo pasado por la fiscalía argentina denuncia la existencia de “redes locales clandestinas de inteligencia” iraníes en varios países de América del Sur.
El documento acusa también a Irán de utilizar programas religiosos y culturales como cubierta para crear esas redes, cuya misión sería la de “proporcionar apoyo logístico, económico y operativo a los ataques terroristas decididos por el régimen islámico”.
Por otra parte, un informe elaborado por la empresa de investigación IBI Consultants para el Congreso de Estados Unidos señala que más de mil personas de América Latina han recibido formación en Irán desde 2007. La mayoría habrían sido asesorados por el mismo Rabbani.
De acuerdo con funcionarios consultados por The Washington Post, el esfuerzo de Irán de expandir su influencia en Occidente también incluye la construcción de mezquitas y centros culturales, e incluso la apertura de una nueva cadena de televisión por cable que transmite programación iraní en español.
La mayoría de estos programas están dirigidos a países como Venezuela y Ecuador.
Además, en algunos casos, los funcionarios iraníes también han tratado de reclutar a latinoamericanos para realizar tareas de espionaje o para intentar hackear los sistemas informáticos de Estados Unidos, según Washington.
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