EVA SAIZ
Desde la experiencia que le otorga haber sido durante dos décadas el principal asesor de los secretarios de Estado de EE UU en las negociaciones palestino-israelíes, Aaron David Miller (Cleveland, Ohio, 1949), contempla el último envite para lograr la paz definitiva en la región con moderado optimismo.
Miller sirvió en el Departamento de Estado entre 1988 y 2003, desde donde contribuyó a forjar la política estadounidense en Oriente Próximo y formó parte de los equipos negociadores de todos los diálogos iniciados en ese período, jugando un papel clave en los acuerdos de Oslo, de 1993, y los de Camp David, de 2000.
El actual vicepresidente de Nuevas Iniciativas del prestigioso Centro Woodrow Wilson de Washington comparte para EL PAÍS su opinión sobre el futuro de la nueva ronda de conversaciones entre Israel y Palestina y los obstáculos para la ansiada paz.
Pregunta. Tanto el presidente de EE UU, Barack Obama, como el secretario de Estado, John Kerry, o los negociadores de ambas partes se han mostrado extremadamente cautos sobre el futuro de las nuevas negociaciones. ¿Comparte esa precaución?
Respuesta. El hecho de que hayan acordado reunirse de nuevo ya es un éxito. Pero los desencuentros sobre los grandes puntos de fricción entre ambas partes nunca han sido tan profundos como hasta ahora.
P. ¿Vislumbra la posibilidad de llegar a algún tipo de acuerdo?
R. En los próximos meses sí podría llegarse a un pacto sobre el límite de las fronteras y la seguridad, pero las discrepancias y el problema que genera la identidad de Jerusalén y el estatus de los refugiados palestinos van a ser mucho más difíciles de abordar.
P. El último esfuerzo negociador se truncó en 2010 debido a la moratoria sobre la construcción de asentamientos de colonos judíos. En esta ocasión, Palestina ha accedido a dialogar sin exigir de manera expresa una congelación. ¿Es una señal alentadora o el problema de los asentamientos seguirá siendo uno de los principales obstáculos para el éxito de las conversaciones?
R. Los asentamientos van a ser extremadamente problemáticos, pero antes de afrontar ese asunto hay que arreglar el tema de la frontera. Una vez que haya un acuerdo sobre los límites territoriales será más fácil tratar el problema de los asentamientos y determinar qué se hace con los colonos que se encuentren en los territorios que se consideren palestinos. Esta cuestión en la clave de la negociación y nadie tiene una respuesta todavía.P. Kerry ha sido el principal impulsor de unas negociaciones que pocos apostaron que fueran a materializarse. Él va a ser el único que ofrezca declaraciones sobre el avance en el diálogo. ¿Significa eso que, en esta ocasión, el papel de EE UU va a tener mayor transcendencia?
R. EE UU debe jugar un rol importante pero las grandes decisiones, los grandes movimientos, deben adoptarlos las partes por sí mismas y luego, en algún punto de las negociaciones, el secretario Kerry e incluso el presidente Obama deberán intervenir de manera directa.
P. El secretario de Estado sostiene que la voluntad de ambos bandos por alcanzar compromisos es una de las claves para lograr la paz, pero tanto en en el seno del Gobierno israelí como en los territorios palestinos existe una fuerte oposición a este nuevo diálogo. ¿Cómo puede afectar esta circunstancia al proceso?
R. En entorno político en ambas partes va a ser un factor desestabilizador y es posible que ninguno de los dos Gobiernos sobreviva al acuerdo. En Israel va a tener que convocarse un referéndum nacional y esto va a llevar mucho tiempo. Y, asumiendo que saliera adelante, en Palestina hay un movimiento nacional muy dividido que es un gran obstáculo para Abbas. Él no controla las armas, ni a sus integrantes y no cuenta con toda la legitimidad. Pero también es cierto que Hamas es mucho más débil ahora con la salida del poder de [Mohamed] Morsi de la presidencia de Egipto y su mala relación con Irán. Eso puede ser una ventaja para Abbas.
P. ¿Qué implicaciones puede tener para el futuro de las negociaciones toda la inestabilidad que se vive en Oriente Próximo?
R. La inestabilidad en la región produce ansiedad. En estos momentos la situación entre israelíes y palestinos es la más tranquila en todo Oriente Próximo y ambas partes deberían tratar de obtener ventaja de ello. La incertidumbre es mala pero, a medio plazo, una potencial paz entre ambos podría convertirse en un ejemplo que podría exportarse al resto de la zona.
Fuente:elpais.com
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