El síndrome del sándwich

ENRIQUE RIVERA PARA ENLACE JUDÍO

¿Dije “sándwich”…? Creo que fui muy suave. Más bien fue una sensación como de estar en medio de una chapata dura, pasada, inmordible e intragable.

Así me sentí este martes caminando por el cruce de Reforma e Insurgentes, en donde un nutrido contingente de maestros estaba cerca de ahí, pero sólo una docena y media obstruían el paso de Insurgentes Sur a Norte. Por otro lado, al tratar de alcanzar mi objetivo, en la calle de París, una pared de granaderos rodeaban las calles aledañas.

Y esa pared, o esa tapa de la chapata, en apariencia la más dura, vestida de azul, con escudos, uniformes, cascos con viseras, espinilleras y equipo que recuerda a la guerra de las galaxias. Aguardando lo que fuese a suceder.

Ya en otros lugares, como San Lázaro, hubo enfrentamientos entre policías y “maestros” o manifestantes ‘profesionales’, que saben cómo armar disturbios. Lo cierto es que los capitalinos volvemos a ser víctimas de las presiones políticas, que en vez de dirimirse en los espacios adecuados se van a la calle.

Y hasta concedo que esté bien la manifestación, lo único es que la violencia se ha ido presentando cada vez más con mayor evidencia y, lamentablemente, nuestra clase política llega a entender, en la mayor parte de los casos, sólo de esta forma.

De ninguna manera justifico la violencia y la falta de respeto a la ciudadanía, como tampoco justifico que los encargados de escuchar y remediar la problemática de la ciudad, o peor aún, del país, hagan oídos sordos, mutis, simulación o cualquier otra artimaña.

Hay cuestiones frontales sobre las cuales deberíamos de estar preocupados, ocupados e informados. Debería de haber “fuentes” objetivas que explicasen tanto la cuestión magisterial, energética – petrolera, financiera y hacendaría. Debería, pero sabemos que no lo hay, que no es de fácil acceso. Debería, pero luego se nos olvida que muchos de nuestros connacionales apenas terminaron la primaria, que muchos no tienen luz, agua y que incluso el alimento no está asegurado. Por lo cual, es muy probable que su principal objetivo no esté en dichos temas.

Otros, con mejores condiciones, no tienen puesta la mira en algo que no interesa, porque sienten que no afecta, por lo menos en lo inmediato. Otros más, es probable que se encuentren más allá del salario, el trabajo y las “broncas” de este país.

Lo cierto es que debemos felicitar y emular a quienes sí les importa, a quienes verdaderamente desean que el futuro que tanto se anuncia, y que ya nos está alcanzado, traiga beneficios a ellos, a sus familias y a México.
Los que pasamos de los 40 y muchos años, recordamos fácilmente las épocas de crisis, en general económicas. Hoy, se conjugan las presiones económicas con una lucha aún incierta contra el crimen organizado.

En resumen, México no la tiene fácil y, por ende, se impone cordura, mesura, participación, información, amor a este país y matar la apatía. ¿A cambio de qué? De que todos estemos conectados como país y contribuyamos a fortalecerlo.

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Enrique Rivera: Posterior a un título de periodismo y comunicación, cursa estudios de maestría en la Universidad Hebrea de Jerusalem, ampliando su carrera a técnicas fotográficas. Ya en México labora en varias instituciones judías y tanto sus artículos como fotografías, han sido utilizados en casi todos los medios escritos judíos de México. Ha sido galardonado en premios literarios en el CDI y ha montado varias exposiciones fotográficas como el Centro de Arquitectura y Urbanismo de la ciudad de México, FES-Acatlán y la Kehilá Ashkenazí.