Entrevistas fantasmagórica con… Maimónides

El fantasma del judío más sabio desde Moisés, nos habla de su infancia en Córdoba, el exilio, la astrología, Oriente Medio, y sus intentos por reconciliarse con Aristóteles a través de su pensamiento judío. Una entrega más de la serie de entrevistas ‘fantasmagóricas’ para los curiosos perezosos.

Era una tranquila tarde de domingo, a la hora de la siesta, cuando decidí pasear por la Plazuela de Tiebriades cerca de las Juderías (el barrio judío). En medio de la plaza hay una elegante estatua de un hombre vestido con un traje del desierto y un turbante. Tiene un libro en su regazo que lleva siglos leyendo. Tarda un poco en levantar la mirada del libro mientras me voy acercándo. Pero al final lo hace. “Por favor siéntese”, dice invitándome a tomar asiento a su lado entre las palomas en ese día espléndido.

P. Disculpe, no me he quedado con su nombre…

R. Depende del idioma en el que hable. En hebreo mi nombre es Moshe ben Maimo, en árabe, Mussa bin Maimun ibn Abdallag al-Kurtubi al-Israili, y en griego, Moisés Maimonides. Aunque en las obras judías se refieren a mi como ‘El Rambán’. Nací en Córdoba y permanecí allí hasta los diez años, cuando me obligaron al exilio.

¿…exilio?

R. Sí. Al ser judío tuve que exiliarme con mi familia cuando los Almohades conquistaron Córdoba en 1148. Era el exilio o la muerte. La conversión a Islam era una opción, pero no para mi familia. Como la mayoría de los judíos, escogimos el exilio.

¿Me podría contar un poco cómo era Córdoba entonces?

R. Antes de la conquista de los Almohades, era el centro cultural del mundo. Mi casa sigue ahí, en una plaza que lleva mi nombre. Ahora en su lugar hay un Museo del Toreo dedicado al héroe matador Manolete, que murió en la plaza en 1947. ¡Que lástima! Aunque mi estatua, sin embargo, es muy bonita. Merece la pena visitarla, si es que se me permite decirlo (se ríe).

¿Dónde y qué estudiaste?

R. Estudié el Torah con mi padre Maimon, que a su vez lo había estudiado del Rabino Joseph Ibn Migash. Cuando nos trasladamos a Marruecos, estudié en la Universidad de Fez.

¿Dónde escribiste?

R. Pasamos diez años viajando por el sur de España tras nuestro exilio, y finalmente nos establecimos en Fez. Después de Marruecos viví por un corto periodo en la Tierra Sagrada, y pasé mucho tiempo en Jerusalém. Finalmente decidí mudarme a El Fostat (Egipto) en 1165, donde residí y me convertí en el médico del Gran Vizier Alfadhil y el Sultán Saladín de Egipto. Fue en Egipto donde realmente empezé a escribir, ahí escribí la mayor parte de mi obra, incluyendo el Mishen Torah.

¿Qué escribías?

R. Como mi contemporáneo, aunque mayor, Averroes, mi fama se debe a mis textos largos. Mientras que Averroes trataba de conciliar a Aristóteles con el pensamiento árabe, yo hacía lo mismo con el pensamiento judío. Imagino que esto significa que mis libros juegan un papel importante en la diplomacia cultural y recuerdan tanto a la cultura árabe como a la judía que existieron en otros tiempos y otras maneras. Irónicamente, la mayoría de mis trabajos se escribieron en árabe. El Mishneh Torah es un código comprensible de la ley judía y se considera la mayor contribución en mi vida como Judío. Mi intención era escribir un libro para enseñar a los judíos cómo comportarse en cualquier situación simplemente leyendo el Torah y su código, sin tener que perder tiempo buscando en el Talmud. Igual que tus entrevistas, es una forma de ir directo a lo que importa, y ahorrarle tiempo a la gente.

¿Qué piensas de las creencias como la astrología, que aún existe hoy?

R. El hombre sólo debe creer lo que se puede demostrar con la razón, mediante los sentidos, o a través de una autoridad fiable. He estudiado astrología. Escribo sobre ella en la Guía de los Perplejos, y creo que no merece ser descrita como una ciencia. La idea de que el destino del hombre depende de las constelaciones es ridícula; una teoría así podría eliminar el sentido a la vida, y convertir al hombre en esclavo de su destino.

¿Y no lo es?

R. ¡No! ¡Por supuesto que no!

¿Cómo aceptaba la sociedad tu obra?

R. Soy uno de los filósofos judíos más respetados, además de uno de los pocos filósofos judíos del medievo que influyó en el mundo no judío. Un dicho popular medieval, que también sirvió como mi epitafio, dijo: “No hubo nadie de Moisés [del Torah] a Moisés [Maimónides], comparable a Moisés”.

¿Obtuviste algún premio?

R. Sí, el seudónimo de “!el Judío más sabio desde Moisés!”

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