Enlace Judío México / El domingo 18 de agosto, sobre las 14:00 horas, varios habitantes de la colonia Roma conversaban en la esquina de Insurgentes con Michoacán cuando, de pronto, les pareció conocido el rostro de un hombre que esperaba en el portal de un edificio.
“Hablaba por celular y veía a todos lados, como nervioso”, cuenta uno de los vecinos.
Tras cruzar comentarios, los vecinos cayeron en la cuenta de que el sospechoso era uno de los tres individuos que, semanas antes, habían entrado a robar en su edificio ubicado a unos pasos.
Lo sabían porque habían visto su rostro en un video que lo mostraba saliendo del inmueble cargado de cosas que no le pertenecían.
Aquel hombre con playera azul era uno de los ladrones que los motivó a colocar cámaras de seguridad dentro y fuera de su edificio. Fue así que llamaron a la patrulla pero, como ésta tardó en llegar, el sujeto se dio cuenta de que estaba siendo vigilado.
Llamó a todos los interfonos del edificio y, acto seguido, echó a correr calle abajo.
Los vecinos no lo dudaron. Cuatro de ellos cruzaron Insurgentes y se internaron en la colonia Condesa. Lo persiguieron durante más de 10 minutos. Otros permanecieron en la calle esperando a la policía. “Deténgalo, es un ratero”, gritaban los perseguidores. Una vez llegados al Parque México, el presunto delincuente se escondió detrás de un coche, agotado por la carrera. Ahí lo atraparon y esperaron unos minutos a que llegara la policía.
El hombre gritaba que no había hecho nada, mientras la gente se arremolinaba para ver el arresto ciudadano. Algunos transeúntes comentaban que una banda de asaltantes había intensificado su presencia en la zona. El individuo sometido podría ser uno de esos maleantes.
Lo primero que dijo el sujeto, de unos 50 años, al ser entregado a la Patrulla 2427, fue: “Ya me chingué otras dos veces en la cárcel”.
El presunto delincuente fue llevado al Ministerio Público de la calle Valladolid con Álvaro Obregón. En el registro preliminar se hallaron varias tarjetas de crédito pertenecientes a inquilinos del edificio donde se cometió uno de los robos. El modus operandi, según las víctimas, es utilizando una tarjeta que se desliza por la puerta. Una vez dentro buscan maletas que van llenando con los objetos.
Protocolos de seguridad
Desde hace algunos meses, los vecinos de un edificio ubicado en el perímetro de Insurgentes y Michoacán decidieron organizarse para protegerse de los delincuentes.
Habían sufrido varios robos, por lo que decidieron instalar cámaras de vigilancia en la entrada, pasillos, escaleras y en el interior de las casas.
Cada paquete de cuatro cámaras tiene un costo aproximado de 12 mil pesos, pero eso no impidió que los vecinos instalaran una buena tanda de aparatos en el edificio.
En marzo de este año robaron en un departamento. El 7 de agosto volvieron a ingresar, aunque esta vez no se llevaron nada. Hace un mes rompieron el vidrio de la puerta del edificio de enfrente. Intentaron abrir la cerradura con un gancho, pero los perros ladraron, provocando la huída de los asaltantes.
Y establecieron protocolos básicos de seguridad: cada que notan algo extraño, salen haciendo ruido y con algo en la mano. Otros ya saben que su labor es llamar a la policía de inmediato.
“Tenemos juntas mensuales y los teléfonos de todos los inquilinos y ahora hay un nuevo sistema de alarma que todos los departamentos pueden activar y que está conectado con la central de la policía. Este sistema tiene la modalidad de activarse en silencioso y en ruidoso”, comenta uno de los inquilinos.
Aún así, no pudieron evitar que se perpetrara el asalto en el departamento de un joven tatuador. “Se llevaron todas sus máquinas”, lamentan.
Armándose
Varios de ellos ya tienen permiso de portación de armas y otros ya hicieron el trámite para obtenerlo.
La Constitución permite la posesión de armas de fuego calibre 22, 25 y 38 especial, así como escopetas en diversos calibres, ya sea para caza, tiro, o para resguardo del hogar.
Los permisos se tramitan en la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y el comprador tiene que pasar por varios análisis socioeconómicos y psicológicos, y no tener antecedentes penales.
Los inquilinos están en constante comunicación.
Según uno de ellos, quieren organizar algo parecido a la Policía Comunitaria de Michoacán. En general, cuentan los vecinos, roban objetos que pueden vender fácilmente: lap tops, chamarras de piel, joyas, efectivo, zapatos, cámaras.
Toman las maletas del departamento. Uno se queda vigilando y tres más entran a robar. Tocan primero, si hay ruido, abortan la misión.
Fuente: El Universal
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