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domingo 22 de diciembre de 2024

Armas químicas en Siria: una amenaza terrorista

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ELY KARMON

Enlace Judío México/ El International Institute for Counter-Terrorism (ICT) presenta el primer informe en el marco de un proyecto de investigación encaminado a evaluar la amenaza de la proliferación de armas químicas sirias entre las organizaciones terroristas locales y regionales, y otras más. El informe incluye información sobre el estatus de las armas químicas en Siria y su uso, con datos actualizados a mediados de junio de 2013.

Siria posee uno de los mayores arsenales de armas químicas, entre las que figuran el gas mostaza, el gas sarín y el VX. Siria ha acumulado desde la década de 1980 un depósito de aproximadamente mil toneladas de armas químicas almacenadas en cincuenta ciudades diferentes. Siria tiene una gran variedad de plataformas que puede utilizar como vectores de sus armas químicas, que incluyen bombas aéreas, proyectiles de artillería, cohetes y misiles balísticos.

En julio de 2012, el gobierno sirio reconoció implícitamente poseer stocks de armas químicas reservadas sólo para la defensa nacional frente a países extranjeros.

Desde diciembre de 2012, las agencias de los servicios de inteligencia americanos llevan diciendo que ha habido un movimiento significativo en los depósitos de armas químicas, que se han producido mezclas de productos químicos y que el arsenal químico se ha concentrado en menos localidades.

Las instalaciones de producción de armas químicas de sarín y VX están localizadas en cinco lugares: al-Safira, Hama, Homs, Latakia y Palmyra. Las instalaciones de almacenamiento se hallan ubicadas, al menos, en al-Furqlus, Dumayr, Khan Abu Shamat y en el Centro de Estudios e Investigaciones Científicas (Centre d’Etudes et de Recherches Scientifiques: CERS.)

El CERS, ubicado en Damasco, es el principal centro para la investigación, el desarrollo, los ensayos, la producción y el almacenamiento tanto en materia química como biológica. El CERS ha trabajado en estrecha colaboración con las fuerzas militares sirias e informa directamente al presidente Bashar al-Assad. Se encarga de explotar algunas otras instalaciones de producción química.

Al-Safira, que se halla a 20 kilómetros al sudeste de Alepo, es una de las principales instalaciones de armas químicas dedicadas a la producción, el almacenamiento y el emplazamiento de armas, incluido el gas sarín. Jamraya, situado al noroeste de Damasco y fundado en los años 80 con la ayuda de la Unión Soviética, es el centro de investigación y desarrollo más clandestino y de más alto nivel de Siria.

Las instalaciones de almacenamiento incluyen: el depósito de Khan Abu Shamat, a 20 kilómetros al este de Dumayr; el depósito de Furqlus, a 40 kilómetros al sudeste de Homs; Masyaf, subordinado al CERS; Dumayr, a 40 kilómetros al noreste de Damasco.

Los depósitos de armas químicas ubicados en las ciudades principales, incluida Latakia, son mantenidos y controlados por fuerzas gubernamentales sirias o milicias relacionadas con ellas. Sin embargo, en áreas cercanas a las principales ciudades, continuamente cambiantes, no está claro quién controla esas instalaciones.

En diciembre de 2012, Assad “tanteó el terreno” utilizando un número limitado de armas químicas, supuestamente, contra la ciudad de Baba Amr, en la provincia de Homs. Luego, el régimen de Assad usó armas químicas al menos en cuatro ocasiones entre marzo y mayo de 2013, con un resultado de aproximadamente 100-150 bajas.

El supuesto ataque del 19 de marzo de 2013 en la ciudad septentrional de Khan al-Assal mató, que se tenga noticia, a 31 personas y provocó síntomas en aproximadamente otras 300. Ese mismo día, un bombardeo con armas químicas mató a seis personas en Al-Otaybeh. El 24 de marzo, docenas resultaron heridas y, al menos, hubo dos muertos cuando Adra fue atacada por lanzacohetes del ejército sirio con “bombas químicas de fósforo”. Otro ataque químico relevante tuvo lugar el 13 de abril en Sheikh Maqsoud, Alepo, con 31 muertes documentadas. Investigadores de las Naciones Unidas en Ginebra informaron de que habían encontrado “motivos razonables para creer que se estaban utilizando cantidades limitadas de productos químicos tóxicos” en Alepo, Damasco e Idlib. Finalmente, el ministro francés de asuntos exteriores Laurent Fabius afirmó que las muestras recogidas del bombardeo y ataque con helicópteros del 29 de abril sobre Saraqeb mostraban que las victimas habían dado positivo en las pruebas de sarín, lo que le llevaba a no tener “ninguna duda” de que las fuerzas gubernamentales eran responsables de los ataques con gas.

Además del uso de la guerra química por parte del gobierno sirio, existe una amenaza real e inminente de que las armas químicas, agentes o precursores, podrían caer en manos de organizaciones terroristas.

El régimen de Assad tiene una alianza estratégica con la organización Hezbolá libanesa, que está masivamente implicada en combatir en Siria a las fuerzas de la oposición. En el pasado, los sirios han suministrado a Hezbolá misiles de largo alcance y otras armas pesadas. Por esa razón, la posibilidad de transferir armas químicas a la organización terrorista libanesa es realista y preocupa a los países vecinos, especialmente a Israel. Hezbolá podría ser capaz de utilizar armas o agentes químicos bajo supervisión iraní o siria.

El régimen de Assad podría decidir en determinadas condiciones suministrar armas químicas a las organizaciones palestinas a las que apoya, especialmente al Frente Popular para la Liberación de Palestina, Comando General, la facción liderada por Ahmed Jibril, uno de los grupos terroristas palestinos más peligrosos.

Por último, la pesadilla de que las armas químicas caigan en manos de las muchas “brigadas” locales del Ejército Libre Sirio o, peor aún, en manos de las diversas facciones islamistas y yihadistas, como Jabha al-Nusra, podría materializarse en cualquier momento. Estos grupos ya han tomado en el pasado campos militares, aeropuertos y bases de misiles, y probablemente tengan ya en su poder algunas armas o precursores químicos, y quizá también cuenten con algunos desertores profesionales del ejército sirio.

En sus futuros informes, el ICT intentará centrarse en la potencial implicación operativa de las organizaciones terroristas de la zona que accedan a las armas químicas, y en las distintas maneras de contener y combatir tal eventualidad.

También puede leer íntegro AQUÍ un artículo con el mapa de las Armas y Ataques Químicos de Siria preparado por el equipo del ICT.

Fuente:elimparcial.es

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