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lunes 04 de noviembre de 2024

Terrorismo como acto mediático: Kenia y Pakistán, dos casos de contraste

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MAURICIO MESCHOULAM

Enlace Judío México | Dos terribles actos terroristas ocurridos en un lapso de solo 24 horas nos muestran realidades distintas de un mismo fenómeno que ha venido tanto creciendo como mutando durante los últimos años. Primero, un ataque terrorista en Kenia inunda redes sociales, portales, noticieros, y penetra con fuerza en la agenda mediática global. Un día después, un ataque suicida en Pakistán a una iglesia, un evento tan trágico como el primero, pero que no logra a nivel global la misma penetración mediática, causa al menos 78 muertes, más incluso que el ataque de Kenia. Los dos actos nos permiten efectuar un contraste que nos deja comprender mejor el mecanismo de cómo operan los actos terroristas, su eficacia, y en última instancia, su lamentable vigencia como estrategia.

La lógica de un acto terrorista

El terrorismo es en esencia un acto de comunicación y presión política para el que la violencia es solo un instrumento, y el terror el vehículo. Se trata no de guerra material, sino de guerra psicológica que hace uso de la violencia material para conseguir su fin último: producir un impacto en la psique colectiva de forma que haya una alteración de opiniones, actitudes y conductas en la sociedad o parte de ella. Es decir, una sociedad bajo el shock del terror y cuyas opiniones han sido manipuladas o afectadas a raíz del acto violento, puede terminar por ejercer presión ante los tomadores de decisiones en el sentido deseado por los autores del atentado.

Kenia: un suceso altamente mediático

El trágico ataque de Kenia muestra lo que un grupo terrorista puede lograr con una adecuada premeditación de su acto. Una gran cantidad de analistas han estado ya escribiendo sobre la sofisticación de este ataque, sobre todo por tratarse de un atentado operado por Al Shabaab fuera de Somalia, su país sede. Otros analistas ven en este ataque un acto desesperado por la pérdida de poder que ha sufrido Al Shabaab a raíz de la pérdida de control de gran parte del territorio somalí. La realidad es que independientemente de ese debate, la sofisticación no está en el empleo de medios, sino en la selección del target, la locación, las víctimas, y en el manejo mediático (Twitter incluido). Eso define el éxito del acto terrorista.

Los atacantes eligen cuidadosamente su locación, un centro comercial categoría triple A. Turistas, diplomáticos, extranjeros y personas de las clases más acomodadas de Nairobi llenan este centro comercial un fin de semana cualquiera. Herramientas para el ataque: ni bombas sofisticadas ni ataques suicidas, sino armas cortas y largas. El mecanismo: asesinatos y toma de rehenes civiles.

El evento rápidamente captura la atención de medios locales e internacionales. La presencia de extranjeros entre las víctimas, naturalmente atrae una amplia cobertura global. Redes sociales a todo lo que dan. El shock es aún mayor cuanto más se prolonga el evento ya que la toma de rehenes y el potencial asedio a los perpetradores pone en riesgo las vidas de las personas que siguen bajo el control de los atacantes.

Impacto psicológico

A partir de esos elementos podemos comprender el mecanismo de operación: El evento produce terror y estrés generalizado, mucho más allá del sitio del suceso. Muchas personas -incluso fuera de Kenia- se sienten directamente afectadas, tristes, desesperanzadas. Otras personas se sienten víctimas potenciales puesto que en su percepción, una situación similar podría sucederles a ellas en lo personal, en cualquier momento.

Mientras ocurre ese estado de conmoción social, y la gente se encuentra bajo los primeros efectos psicológicos inmediatos, los atacantes buscan hacer llegar su mensaje político. La búsqueda de información por parte de medios y personas acerca de quién es Al Shabaab y qué objetivos tiene se propaga de manera viral. Con ello, la organización obtiene varios logros algunos de los cuáles son:

(a) Dar a conocer y posicionar en la agenda mediática de todo el planeta sus metas y reivindicaciones lo que le consigue de entrada un importante número de seguidores “suaves” (aquellos quienes no están de acuerdo con los métodos empleados ni con el asesinato de civiles, pero que sí concuerdan con sus fines y quienes tienen por enemigos a los mismos enemigos de este grupo),

(b) Logra ejercer presión política en la sociedad keniana al colocar los motivos del ataque en la injerencia de su gobierno en el conflicto somalí,

(c) Al Shabaab, reclamando sus ligas con Al Qaeda (tema que tiene añeja historia), logra también posicionarse como parte de una lucha global. Muchas personas asumen que Al Qaeda desde su escondite en Pakistán planea y opera ataques por todo el planeta. De este modo, el sentimiento de las audiencias como víctimas potenciales se multiplica dramáticamente por todo el mundo. Esto podría suceder, pensamos, no solo en un centro comercial de una ciudad africana, sino en cualquier parte del planeta donde haya alguien que se identifique como seguidor de Al Qaeda.

Pakistán ya no parece ser “noticia”

En un ataque suicida contra una iglesia después del servicio religioso del domingo, al menos 78 personas murieron (más que en el suceso de Kenia), incluidas 34 mujeres y 7 niños. Lugar: Peshawar, Pakistán. Se piensa que el ataque fue perpetrado por extremistas sunitas o por los talibanes quienes normalmente reivindican estos actos.

Este atentado, a diferencia del ataque en Kenia, logra apenas unas notas aisladas en algunos de los portales de noticias globales y muy pocas menciones, si acaso, en redes sociales. Los diarios en México, que dieron amplia cobertura al ataque de Kenia, no hicieron lo propio con el ataque en Pakistán, y claro, eso tiene su explicación. Pakistán, por lo que se aprecia, ya no parece ser noticia. Pakistán aparece en los reportes como el segundo país con más ataques terroristas de todo el planeta. Esto significa que a lo largo de cada mes, varios lamentables actos terroristas tienen lugar en esa nación.

Esto, si bien sigue logrando para los terroristas el objetivo primario de tener a toda una población bajo asedio y presión política, no consigue ya atraer el foco de los medios internacionales en tanto que los sucesos no tienen las mismas características noticiosas. Es decir, al igual que en países como Irak o Afganistán, el terrorismo pakistaní -para efectos de algunos medios- parece haberse vuelto costumbre y hábito.

Ello no significa ni que el fenómeno haya desaparecido -al contrario se ha incrementado a lo largo de los años- ni que los sucesos en Pakistán sean menos graves o muera menos gente que en eventos como el de Kenia. Simplemente, su carácter de suceso “noticioso” a nivel global, parece haberse transformado.

Sin embargo, la frecuencia con la que los actos terroristas siguen siendo cometidos en aquél país nos habla por un lado del grave deterioro e inestabilidad que existe en esa zona del mundo tras la intervención y posterior retiro de EU de la región (Afganistán-Pakistán), como del grado de eficacia que estos eventos mantienen en los sitios en donde se cometen. Aunque las audiencias en el mundo se hayan cansado, el efecto político que se logra a nivel local y regional sigue haciendo que para los atacantes, este tipo de estrategias se mantenga vigente.

El terrorismo sigue presente en todas sus formas

Lo que nos muestran los sucesos del fin de semana es que el terrorismo como estrategia sigue siendo altamente eficaz, por lo que podemos suponer, lamentablemente, que su uso se mantendrá, aunque los formatos en que se presente varíen de lugar a lugar. Lo mismo atacantes suicidas y “lobos solitarios” empleando herramientas caseras, que grupos más organizados trabajando con mucho mayor grado de premeditación, planeación y operación, perciben como funcionales este tipo de atentados. Con ello, no podemos insistir lo suficiente en la necesidad de atender el problema de manera integral, no solo buscando medidas para el desmantelamiento e inhabilitación material de los grupos que eligen esta estrategia, sino a través de medidas y políticas para la construcción de condiciones estructurales de paz, y para atender los efectos psicológicos y padecimientos sociales que este mal ocasiona en millones de ciudadanos en el mundo.

¿Usted qué piensa?

Twitter: @maurimm

Fuente:eluniversal.com.mx

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