La muerte del rabino Ovadia Yosef es el fin de una era

JEREMY SHARON

Enlace Judío México | 09 de 0ctubre 2013.- El rabino Ovadia Yosef, quien falleció el lunes a los 93 años, fue uno de los árbitros en la ley judía más respetados de esta generación y el líder espiritual del movimiento Shas desde su creación en la década de 1980.

Su erudición y profundo conocimiento de la ley judía le dio un control incomparable sobre el partido político Shas durante casi dos décadas que cambió el panorama de la política israelí y le dio a Shas y a sus votantes sefaradíes, tanto haredim (judíos ortodoxos) como no religiosos, una influencia sin precedentes en todos los acontecimientos del país.

Yosef fue una figura controvertida, también conocida por sus frecuentes arrebatos respecto de figuras públicas, preocupaciones políticas y asuntos de actualidad, mientras las tácticas políticas de Shas a menudo generaban animadversión entre el público secular y contribuían a incrementar la división en la sociedad por motivos religiosos.

Nacido en Bagdad en 1920, Yosef emigró a Israel con su familia en 1924. Estudiante de la ieshivá Porat Yosef de Jerusalem, pronto fue identificado por sus maestros por tener habilidades y talentos especiales.
Fue ordenado como rabino a los 20 años.

Antes de cumplir los 30, Yosef ya estaba trabajando en la corte rabínica de El Cairo, donde residió de 1947 a 1950. A su regreso a Israel se convirtió en juez rabínico, el primero del tribunal regional de Petah Tikva y luego, en Jerusalem.

Fue elegido Gran Rabino sefaradí de Tel Aviv en 1968, recibió el premio Israel de literatura rabínica en 1970, y en 1972 fue elegido para el cargo de Gran Rabino Sefaradí de Israel, también conocido como “Rishón Letzión”, puesto que ocupó hasta 1983.

Una de las principales vías adoptadas por Yosef en su acercamiento a la ley judía fue la indulgencia, que creía preferible al rigor.

Señaló, en particular, que en la generación moderna el dictaminar rigurosamente podría tener el efecto de desalentar todo cumplimiento de la ley judía y que por ello las sentencias indulgentes eran aconsejables.
En uno de sus fallos más conocidos, Yosef liberó a casi 1.000 mujeres del estatus halájico de “aguná”, o “mujer encadenada”, al admitir testimonios y pruebas parciales para determinar la muerte de un soldado.

La ley judía requiere que el marido le dé una carta de divorcio antes de que una mujer pueda volver a casarse y la desaparición de un soldado en el campo de batalla causa graves problemas en este sentido.

Del mismo modo, Yosef se pronunció a favor de una clemencia que permitiera el consumo de productos agrícolas de Israel durante el año sabático mediante la venta simbólica de tierras a no judíos. Esta indulgencia, que es fuertemente rechazada por los rabinos haredim ashkenazíes, circunvala las restricciones sobre trabajar la tierra durante el año sabático (Shmitá), lo cual a menudo es considerado crucial para la viabilidad económica de la agricultura en el país.

Después de su retiro como gran rabino, la influencia y poder de Yosef crecieron inconmensurablemente cuando se convirtió en jefe espiritual del movimiento Shas.

Fundado en 1982, antes de las elecciones municipales previstas para 1983, por políticos haredim sefaradíes de Jerusalem, incluido el actual legislador Nissim Zeev, Yosef fue nombrado por Shas jefe de un Consejo de Sabios de la Torá de cuatro hombres para proporcionar liderazgo halájico y espiritual al nuevo interlocutor.
Shas se llevó cuatro bancas en la Knéset (Parlamento israelí) en las elecciones nacionales de 1984 y comenzó su camino de ganar poder y relevancia política y culturalmente.
Shas, establecida explícitamente como una facción política religiosa, crecientemente vio a Yosef como un guía para todas sus actividades políticas.

En 1990, el líder espiritual del mundo haredí no jasídico ashkenazí, el rabino Elazar Shach, quien hasta entonces había sido un patrón político de Shas, abandonó el partido debido a diferencias políticas. Yosef se convirtió en el indiscutible guía espiritual y definitivo árbitro política de Shas.

En 1992, a diferencia de muchos de los principales rabinos haredim ashkenazíes, Yosef blandió su nueva e indiscutida autoridad al darles luz verde a los líderes políticos de Shas para entrar en el gobierno laborista del entonces primer ministro Yitzhak Rabin.

Con Rabin buscando crear una fórmula para llegar a un acuerdo de paz con los palestinos, la opinión de Yosef sobre tal proceso se tornó crítica.

Previamente había determinado que el principio de la ley judía de “pikúaj néfesh” -salvar una vida, que anula casi todas las otras leyes- permitía la devolución de la península del Sinaí, capturado a Egipto en la Guerra de los Seis Días de 1967.

Del mismo modo, Yosef dictaminó que el conflicto israelo-palestino ponía en peligro la vida humana y que si se podían salvar vidas por llegar a un acuerdo, entonces ese proceso estaba permitido por la ley judía.
Por lo tanto, instruyó a los legisladores de Shas a no votar en contra del Acuerdo de Oslo, en 1993. El partido político finalmente se abstuvo en la votación, pero el hecho que Yosef se hubiera negado a considerar el hacer caer el gobierno, que necesitaba las seis bancas de Shas para mantener una mayoría viable, fue fundamental para permitir que el Acuerdo se negociara y aprobara en la Knesset.

También en otros temas Yosef, como árbitro definitivo de la política del partido, se convirtió en un apoyo político indispensable, a través del cual se decidía el destino de gobiernos y líderes políticos.
Desde la creación de Shas, el partido ha estado fuera del gobierno en solo tres ocasiones, incluida la cadencia de siete meses de Shimon Peres, entre noviembre de 1995 y junio de 2006.

Bajo la autoridad de Yosef, el partido frecuentemente tuvo el equilibrio de poder dentro de los gobiernos que integraba, y el peso de su fuerza política se volvía evidente por su propensión a crear serias crisis políticas a fin de asegurar la implementación de determinadas políticas que consideraba necesarias y para el fracaso de otras con las cuales era hostil.

En 2009, por ejemplo, Shas rechazó unirse a una coalición encabezada por la flamante líder de Kadima, Tzipi Livni, lo cual resultó en nuevas elecciones. Entonces el partido se unió a Likud para formar un gobierno de derecha.

Más allá del ámbito de la política, Shas tuvo una profunda influencia en la sociedad. Liderado por Yosef, restauró un sentido de orgullo en la población sefaradí de Israel, lo cual lo convirtió en una superestrella a los ojos de esa comunidad.

El eslogan “restaurar la corona de su gloria” se convirtió en el lema de Shas: expresaba la determinación de restaurar el orgullo en la herencia e identidad sefaradíes por medio de sacar a la población de su bajo nivel socioeconómico y enfrentar las desigualdades. La indiscutible pericia en la ley judía de Yosef, junto con su obvio carisma, le dieron energía a esta misión.

Junto con la dinámica y ambiciosa figura del diputado Arye Deri (el primero desde la derecha en la foto, junto con Yosef y el otro referente político actual de Shas, Eli Yishai), quien rápidamente se ubicó a la cabeza de la maquinaria política Shas, Yosef y su partido fueron capaces de no solo asegurarse simpatizantes religiosos, sino decenas de miles de sefardíes tradicionalistas y no observantes, que se enorgullecieron de su historia.

Shas lideró un renacimiento de la cultura sefardí y de la observancia religiosa y revivió la tradición de esa comunidad de erudición en la ley judía y estudio de la Torá.

Indudablemente, a lo largo de su vida Yosef también generó una considerable controversia y mucha oposición de segmentos de la opinión pública. Muchos de sus opositores veían a Shas como un mecanismo para tomar el control de la vida religiosa del país, imponer su agenda a la sociedad israelí y crear feudos dentro de la burocracia estatal a través de los cuales podía aprovechar su influencia, a la vez que proporcionar oportunidades de ganancias financieras a quienes integraban su círculo íntimo.

Los nombramientos políticos abundaban cuando Shas ocupaba una oficina política, y a través de su patrocinio político y religioso el partido instaló a rabinos y jueces en posiciones de poder, quienes, bajo la influencia de Yosef, influyeron profundamente en la sociedad israelí.

Las recientes elecciones para gran rabino y la fidelidad de los delegados en el Comité Electoral a su patrón Yosef son solo un ejemplo.

El modus operandi de Shas y Yosef despertó tal ira que surgieron nuevos partidos políticos opositores.

En 2003, el partido Shinui, de Tommy Lapid, presentó una plataforma explícitamente opuesta a la potente mezcla de religión y política perfeccionada por Shas, y ganó 15 escaños.

Shinui se negó a unirse a una coalición con Shas o el partido haredi ashkenazí Judaísmo Unido de la Torá.
En su participación en el gobierno de Ariel Sharon, de 2003 a 2006, Shinui disolvió el Ministerio de Servicios Religiosos, un importante feudo y fuente de clientelismo político de Shas, si bien este fue posteriormente revivido en la gestión de Ehud Olmert como primer ministro, en 2008.

Yosef se inclinaba por hacer pronunciamientos públicos sobre temas sensibles, que frecuentemente generaban críticas generalizadas, a veces debido a la falta de comprensión del contexto y antecedentes de sus comentarios.

En 2000, Yosef dijo que las víctimas del Holocausto eran las reencarnaciones de almas judías que habían pecado en vidas anteriores.

Aunque fue muy criticado por supuestamente atribuirles culpa a las víctimas del Holocausto por el genocidio nazi, los comentarios de Yosef estaban en armonía con las enseñanzas místicas judías respecto del destino y el propósito de las almas judías. Luego insistió con que todos los mártires del Holocausto eran sagrados y santos puros y con que él había estado tratando de dar una explicación teológica a su sufrimiento.

En 2005, Yosef atribuyó los daños catastróficos y la pérdida de vidas causados por el huracán Katrina en los Estados Unidos al “ateísmo” de Nueva Orleans y la presión ejercida por los EE.UU. para una retirada israelí de la Franja de Gaza.

En los últimos años, las críticas a Yosef por parte de figuras y partidos políticos en Israel -incluida, hace menos de un año, la del partido religioso nacional Bait Yehudi y su presidente, el ministro de Economía y Comercio, Naftali Bennett- continuaron creando consternación incluso en las semanas previas a su última hospitalización.

Sin duda, la presencia de Yosef en el escenario nacional como una persona de suprema autoridad halájica ha tenido una profunda influencia en la sociedad israelí por décadas.
Su muerte realmente marca el fin de una era, con el futuro de Shas y la política religiosa en Israel envuelto en lo desconocido.

Lo cierto es que el propio Shas estará crecientemente dividido sin su icónico rabino y el incuestionable liderazgo y autoridad que ejercía, que no será reproducido por cualquier persona que reclame ser su sucesor.
A Yosef lo sobreviven 10 hijos y decenas de nietos.

Fuente:prensajudia.com

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