*JONATHAN RAPAPORT
Enlace Judío México | Pá, primero que todo quiero pedirte perdón. Perdón por exponerte de este modo y sin tu consentimiento, perdón por haberme demorado tanto en llorar tu partida y perdón por no poder dejar de llorarte, a pesar que han pasado ya cuatro años.
Quiero contarte que hago esto porque siento culpa. Culpa por no haberme podido parar hace 4 años atrás frente a toda esa gente que te fue a despedir y dedicarte en esos momentos unas palabras. Lo siento, pero de verdad simplemente no pude, pero tranquilo, tu otro hijo, que es mi héroe, lo hizo por todos. Es por esto que creo que de este modo puedo “homenajearte” y contarle al mundo que exististe un día.
Me habría gustado poder contarles a quienes te conocían que no fuiste el mejor padre, y que estuviste a años luz de ser el padre con el que probablemente todo niño, hombre e hijo menor sueña. Contarles que no me enseñaste a jugar fútbol ni a andar en bicicleta, que no me enseñaste y que ni siquiera hiciste el menor intento de advertirme de cuanto dolía sufrir por amor, y que menos mal que no se te ocurrió o no te atreviste a hablarme de sexo.
Pero quiero también contarles a tus amigos y a los míos que te alejabas de la norma, y que me enseñaste antes de los 6 años a jugar dominó, que me enseñaste que los amigos son un bien preciado y como tal hay que cuidarlos. Me enseñaste a crecer con la incertidumbre que cualquier cosa puede pasar, y que hay que estar preparado para enfrentarlas, y que hay algo llamado resiliensia, que uno puede desarrollarla desde muy joven, y que en los peores momentos esta te ayudará a sobreponerte. Me enseñaste que el amor por un hermano puede llevar a uno a hacer cosas impensadas, como estar más preocupado por la infección a la vejiga que lo aqueja a él antes que el cáncer que ataca tus ganglios.
Quiero agradecerte por ser tan diferente al resto, porque gracias a eso hoy me siento diferente a muchos.
Quiero contarte también que me siento una persona extremadamente exitosa. Que a pesar de no tener un sueldo, perseguía la plata para poder basar en ella mi éxito, pero en esa carrera absurda me di cuenta que lo que me hace feliz es hacer de manera desinteresada feliz a otros, y que en eso (humildemente) soy bueno. Me habría gustado poder decirte cuan feliz me habría hecho estudiar teatro o cocina, o tal vez literatura o antropología, en fin, alguna carrera que sea pura vocación, pero tranquilo, finalmente mi carrera y trabajo se transformó en vocación y hoy soy feliz haciendo lo que hago.
Quiero contarte que estos años he aprendido a vivir tal cual como lo hace una persona con alguna discapacidad o impedimento, y que tal vez por eso hoy soy feliz trabajando en ayudarlos, porque la falta que me haces imagino que se asemeja mucho a perder una parte importante de uno. Cuando me preguntan ¿Qué se siente perder a tu papá? Respondo que es como perder un ojo, un oído, un riñón o alguna otra parte del cuerpo. Porque una vez que se pierde el dolor es inevitable, pero uno puede aprender a vivir con esto.
Quiero que sepas que he soñado muchas veces contigo. He soñado cosas buenas y otras no tanto. He despertado incluso llorando y con una pena tremenda, casi idéntica a la que sentí hace 4 años atrás. Pero quiero contarte que me pasa algo extraño con los sueños. Por una parte me gustaría creer en la misticidad, espiritualidad o sugestión, y creer que eres tú extrañándome a mí y apareciéndote en mis sueños, para entregarme un mensaje. Pero por otra parte, está mi racionalidad, mi formación profesional y mi intuición, que me dice que soy yo extrañándote a ti y haciéndote aparecer en mis sueños, para que quizás así no me olvide de ti.
Quiero también pedirte perdón por no llorar en ningún momento la muerte de tu mamá. Creo que es la consecuencia de lo anti natura que es perder a un padre antes que un abuelo, pero quiero reconocer que tengo miedo de volverme tan insensible ante la muerte, que cualquier otra pérdida me parezca insignificante. Me rehúso a crecer creyendo que la pérdida de uno es más importante y/o dolorosa que la de otros.
Antes de terminar quiero, a diferencia de muchos, agradecerle al cáncer por darme la oportunidad de, en 53 días, pasar contigo el tiempo que no pasé en 10 años, y por último, quiero pedirte perdón por no ir a verte nunca al cementerio, y decirte que no tengo pensado hacerlo hasta estar seguro de que si voy realmente te veré.
Te amo viejo.
Hasta pronto, tu hijo menor.
*Lic. En Psicología, U. del Desarrollo.
Fuente:eldiariojudio.com
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