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sábado 28 de diciembre de 2024

Una familia judía reclama el ‘Friso de Beethoven’ de Klimt

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Enlace Judío México | En honor a la Novena Sinfonía de Beethoven, el artista modernista austriaco Gustav Klimt pintó en 1902 sobre grandes paneles figuras alegóricas que representan la añoranza de felicidad que solo se ve colmada por el mundo ideal de las artes. Hoy, cientos de miles de visitantes acuden cada año a admirar esta obra en el edificio de la Secession en el centro de Viena, en una sala subterránea que fue adaptada en 1986 especialmente para dar cabida a esta singular pintura. El Estado austriaco compró el Friso a la familia Lederer en 1973 para entregarlo a la colección de la Galería (estatal) Austriaca. Según informa The New York Times, Austria lo adquirió por un valor de 750.000 dólares, que ya por aquel entonces suponía la mitad del precio que se hubiera conseguido en la sala de subastas Christie’s .

Ahora se mirará con lupa si se trata de una compra fraudulenta según la ley de restituciones de 2009.

Representantes de la familia Lederer ya habían exigido la devolución del Friso de Beethoven en fechas anteriores, pero su petición fue rechazada por Austria. Max Weber, abogado de los descendientes de los Lederer, que viven en Suiza, confirmó a la agencia de noticias austriaca, APA, que presentó una nueva solicitud al ministerio austriaco de Cultura. La reclamación tiene ahora mayores probabilidades de ser atendida, gracias a una reforma ley austriaca aprobada en 2009. Las nuevas normas no solo facilitan la restitución de bienes incautados o robados durante el régimen nacionalsocialista, sino que también dan luz verde a la devolución de los objetos que fueron adquiridos bajo coacción de los legítimos propietarios también mucho después de finalizar la II Guerra Mundial, aunque formalmente se catalogaran de compras legales e incluso oficiales.

No importa el valor de la obra. Lo esencial es poder demostrar que la adquisición por parte del Estado se efectuó bajo métodos injustos de presión. Muchos coleccionistas judíos que habían huido de la persecución nazi, y se quedaron a vivir en el exterior después de la victoria de los aliados, accedían a vender obras valiosas al Estado austriaco a bajo precio a cambio de una autorización para poder llevarse consigo otras pertenencias. Ese parece ser el caso de la familia Lederer.

“Antes de 2009 no se podían devolver obras que fueron compradas con dinero”, explicó Eva Blimlinger, coordinadora científica de la Comisión Austriaca para la Investigación de la Procedencia y rectora de la Universidad de Bellas Artes. Blimlinger considera que es una “ayuda” que los supuestos propietarios legítimos encuentren pruebas que la comisión no tiene. A partir de este momento, esta emprenderá una investigación a fondo, que será evaluada “de forma seria”. Según Blimlinger, el resultado no se espera antes del verano de 2014.

El origen del Friso de Beethoven fue un encargo que le hicieron a Klimt para decorar la XIV exposición de la Secession, edificio que servía de sede a la cooperativa de artistas modernistas independientes de fin de siglo. Después de la exposición la obra debía ser desmontada. Pero le gustó tanto al mecenas Reininghaus, que este compró la pintura, ordenó que la serrucharan en siete partes y se la llevó. Más adelante, por mediación del pintor Egon Schiele, el mecenas vendió el Friso a la familia judía Lederer, que eran los mayores coleccionistas de obras de Klimt.

La coleccionista Serena Lederer se vio obligada a huir de Viena tras la anexión de Austria por la Alemania de Hitler, y murió en Hungría en 1943. Su hijo Erich intentó recuperar el Friso después de la guerra, pero se vio obligado a venderlo al Estado austriaco para obtener el permiso para rescatar el resto de la colección familiar. Ofreció renunciar a la colección a cambio de llevarse el friso, pero las autoridades austriacas de la época de posguerra no se lo permitieron. Tampoco accedieron a cumplir con su deseo de que el Friso se colocara en los salones de entrada de la Opera del Estado de Viena. Por otro lado, se evaluaron las posibilidades de destinarlo al edificio de la sede de la ONU en Viena, pero al final, tras 10 años de restauración, fue destinado a la Secession.

Hasta mayo de 2013 Austria restituyó a los herederos de sus propietarios originales un total de 5.880 objetos robados durante la época nazi.

Fuente:elpais.com

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