ESTHER SHABOT
Enlace Judío México- El clamor de amplios sectores de la población femenina en el mundo árabe contra el estado de opresión en que viven se oye cada vez más fuerte. Si bien hay lugares donde en las últimas décadas se han registrado avances importantes que han mejorado el estatus de las mujeres dentro de sus sociedades, existen aún espacios donde la situación no puede ser calificada más que como deplorable. Últimamente han sido motivo de análisis y discusión dentro y fuera del entorno árabe, tres casos que han llamado la atención por la problemática que revelan: Arabia Saudita, Egipto y Yemen.
La protesta femenina en Arabia Saudita contra la prohibición de conducir automóviles ha tenido amplia resonancia gracias al uso de las redes sociales que han puesto al descubierto hasta qué grado existe una confrontación entre sectores conservadores y liberales dentro de la sociedad saudita. Ahí es donde los primeros exigen al Estado mantenerse firme en la prohibición, ya que según ellos anularla sería tan sólo el primer paso que conduciría luego a exigencias igual de inaceptables como la eliminación del velo que cubre los rostros femeninos o la posibilidad de expresar muestras físicas de afecto en público. Todo esto, dicen, no significaría otra cosa más que el deterioro de la moral nacional mediante la contaminación venida de Occidente. Los liberales en cambio, se mofan en las redes de todo este discurso que ha llegado al extremo de expresar por boca de un conocido clérigo islámico, que conducir automóviles produce en las mujeres esterilidad. Insisten los liberales en que incluso en los vecinos países árabes del Golfo es inexistente la prohibición a las mujeres de conducir.
Otro caso donde las redes sociales están siendo vehículo de expresión de temores y quejas femeninas es el de Egipto, donde el problema radica más en el creciente y apabullante número de incidentes de acoso sexual y violaciones en medio de la confusión inherente al estado de cosas en ese país. Las mujeres expresan en la red su profunda frustración tanto por el hecho de que las autoridades estatales hacen muy poco por poner un alto a estas agresiones, lo mismo que por la exigua cobertura de tales incidentes en la prensa y medios de comunicación electrónicos. Denuncian además, la ínfima calidad moral sobre la que se sustentan juicios extendidos que apuntan a la culpabilización de las mujeres, quienes según esto, presuntamente “provocan” las violaciones y los acosos. De hecho, desde agosto de 2012 se creó el “Movimiento contra el acoso sexual” el cual, junto con otros organismos similares ha luchado valientemente por denunciar la pasividad y complicidad tanto de la Hermandad Musulmana que gobernó por un año, como del actual régimen, indiferentes ambos a esta lacra social que hace vivir en perpetua angustia a las mujeres que pretenden moverse en los espacios públicos.
Y finalmente está el caso de Yemen, país cuya ministra de Derechos Humanos, Houriah Mashour, acaba de manifestarse públicamente a favor de que en su país se legisle para poner fin a los matrimonios infantiles. Esta práctica que en mayor o menor grado es común en diversos países árabes, tiene en Yemen su frecuencia más alta. Mashour señala acertadamente los gravísimos daños físicos y emocionales que esto provoca especialmente en las niñas, más allá de que se trata de un fenómeno que contribuye a tasas de fertilidad y crecimiento poblacional estratosféricas dentro de un país que presenta altos índices de pobreza extrema. Algo que Mashour enfatiza es que preservar estas conductas sociales amparándose en principios religiosos emanados del Corán es una trampa en manos de los ultraconservadores para preservar un estado de cosas inaceptable para el propio Islam interpretado de una manera no fanatizada. Lo mismo puede aplicarse a los casos de Arabia Saudita y Egipto donde por lo visto la religión está siendo usada mañosamente como justificación para mantener incólume el control absoluto de las mujeres por parte de quienes deberían ser sus compañeros de vida y no sus verdugos.
Fuente: Excelsior
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