Enlace Judío México | 11 de noviembre 2013.-Irán se comprometió este lunes a reforzar la colaboración con los inspectores de la ONU que supervisan su programa atómico. El acuerdo, puramente técnico e independiente de las conversaciones nucleares con las potencias, les permitirá acceder a varias instalaciones que hasta ahora tenían vedadas. Se trata de un nuevo signo de la voluntad de Irán de resolver el contencioso nuclear. Aunque no se ha incluido el centro militar de Parchín, el paso debería contribuir a hacer más transparentes las actividades iraníes y aumentar la confianza internacional. También ayer Teherán y Londres anunciaron la reanudación de relaciones diplomáticas suspendidas hace dos años.
“La declaración conjunta que hemos firmado hoy representa una hoja de ruta que especifica los pasos bilaterales para resolver los asuntos pendientes”, manifestó el responsable de la Organización de la Energía Atómica de Irán, Ali Akbar Salehi. El Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) lleva tiempo pidiendo a Teherán que aclare esos puntos sin obtener respuesta. Ese rechazo a cooperar le ha granjeado varias rondas de sanciones internacionales. Ahora el texto establece un plan de trabajo en seis pasos concretos para “reforzar la cooperación y el diálogo con el objetivo de garantizar la naturaleza exclusivamente pacífica del programa nuclear iraní”.
“Las medidas se pondrán en práctica durante los próximos tres meses a partir de hoy”, informó el director del OIEA, Yukiya Amano, tras reunirse con Salehi. En una conferencia de prensa trasmitida por PressTV, ambos anunciaron que los inspectores van a poder visitar el reactor de agua pesada de Arak, en el centro de Irán, y la mina de uranio de Gachin, cerca de Bandar Abbas. Sin embargo, no mencionaron el acceso a una de las instalaciones más controvertidas, el complejo militar de Parchin, al sureste de Teherán, donde el OIEA sospecha que se han realizado pruebas de explosiones convencionales aplicables a armas nucleares.
El cambio de actitud de Irán se ha producido a raíz de la llegada a la presidencia de Hasan Rohaní, con un mandato para sacar al país del agujero económico en que le han sumido la mala gestión interna y las sanciones internacionales. Sólo un día antes concluyó en Ginebra una nueva ronda de conversaciones con las grades potencias para limitar su programa atómico y eliminar así la sospecha de que esconde intenciones militares. Aunque no se logró un acuerdo y se ha convocado una nueva reunión el próximo día 20, todas las partes han reconocido que se han hecho progresos. Por primera vez desde hace ocho años, el equipo negociador iraní muestra disposición a hacer concesiones, aunque persisten las diferencias sobre la forma y las contrapartidas.
Pero la perspectiva de un arreglo a ese contencioso, y el consiguiente acercamiento de Irán y Estados Unidos que lleva aparejado, ha despertado preocupación entre los árabes, así como en Israel. El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, que el viernes interrumpió una gira por Oriente Próximo para acercarse a Ginebra a impulsar las negociaciones, trató ayer de tranquilizar a sus aliados durante una escala en Emiratos Árabes Unidos.
“Tenemos una sólida relación estratégica que se ha construido a lo largo de muchos años. Es también una amistad”, declaró Kerry en una comparecencia ante la prensa en Abu Dhabi junto al ministro emiratí de Exteriores, el jeque Abdullah.
Kerry también negó que Francia mantuviera una posición distinta a la del resto de los negociadores internacionales, tal como se filtró en Ginebra, y responsabilizó a Irán de que no se hubiera alcanzado un entendimiento. “Los iraníes no estaban en condiciones de aceptarlo en ese momento”, aseguró, antes de mostrarse convencido que se conseguirá en los próximos meses.
El responsable emiratí concedió que se habían exagerado las diferencias con EE UU de las monarquías de la península Arábiga sobre Irán y Siria, pero también dejó claro que su país se opondría a cualquier acuerdo que reconozca a Teherán el derecho a enriquecer uranio. A ese respecto, Kerry parecía responder a Rohaní cuando subrayó que “ningún país tiene derecho al enriquecimiento”. La víspera, el presidente iraní advirtió que ese extremo era su línea roja en las negociaciones.
En otra muestra de la progresiva distensión entre Irán y Occidente, los gobiernos de Teherán y Londres dieron ayer un primer paso hacia la normalización de sus relaciones al intercambiar encargados de negocios “no residentes”. Reino Unido retiró a su embajador en la capital iraní y cerró su embajada hace dos años a raíz de que varios cientos de milicianos islamistas asaltaran el recinto diplomático en represalia por una nueva batería de sanciones. La República Islámica respondió con igual medida, aunque los dos países no llegaron a romper lazos.
Fuente:elpais.com
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